Consejos
Raoul Frary ya recomend¨® en el siglo XIX c¨®mo halagar al pueblo
El panfleto fue tradicionalmente arma demag¨®gica: una caricatura concisa y virulenta que denuncia a alguien o algo. Tuvo cultivadores ilustres, como Cicer¨®n, Erasmo, Jonathan Swift o Karl Marx, y tambi¨¦n otros an¨®nimos y barriobajeros. Hoy el g¨¦nero apenas se cultiva porque resulta demasiado extenso: para el castigo o la calumnia, basta un tuit. En 1884, ¨¦poca dorada del panfletismo, el periodista y profesor franc¨¦s Raoul Frary volvi¨® el arma contra la demagogia misma y escribi¨® Manual del demagogo (editorial Sequitur), con los consejos de un resabiado pol¨ªtico a un aspirante a demagogo, o sea, a guiar a los dem¨¢s tirando del ronzal y obteniendo para s¨ª mismo los mejores beneficios.
Recordar¨¢ que su papel no es en absoluto nuevo. Antes, los cortesanos adulaban a los pr¨ªncipes esperando obtener su generosa privanza; hoy, se debe ensalzar al pueblo soberano y elogiar sus caprichos, incluso sus vicios. ¡°?Qu¨¦ hace falta para ganar el favor del pueblo y apoderarse de la direcci¨®n de las mentes? Principios claros que uno no se tomar¨¢ el trabajo de verificar, siempre que est¨¦n de moda, razonamientos f¨¢ciles de seguir; actitudes y frases¡±. Se insistir¨¢ en que los problemas m¨¢s arduos no escapan a la penetraci¨®n de los ignorantes y que el saber es la menor virtud del gobernante. Nada de pretender ilustrar ni menos desenga?ar a nadie: ¡°El hombre que abre un peri¨®dico, el ciudadano que toma parte en un mitin no pide m¨¢s que una cosa: que se le hagan llegar nuevos motivos para complacerse en su propia opini¨®n¡±. Que apele pues al buen sentido, infalible e intolerante porque es la suma de nuestros prejuicios. Esta obrita, bien traducida y prologada por Miguel Catal¨¢n, es breve: se lee en menos tiempo del que tardan quienes no la han le¨ªdo en rodear el Congreso.
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