Al loro, que esto mola
CASI NADIE dice ya ¡°?¨¢bate ¨¦se!¡± ni ¡°?chip¨¦n!¡±, expresiones conocidas en la Espa?a de principios del siglo XX. El lugar de la primera (formada con el imperativo del verbo ¡°abarse¡±) ha sido ocupado por ¡°?ojo con ¨¦se!¡°, ¡°?cuidado con aqu¨¦l!¡±; y el espacio de la segunda acoge hoy a ¡°guay¡± (a veces del Paraguay). Del mismo modo, el ¡°haiga¡± de otro tiempo se convirti¨® en un ¡°buga¡±; y la ¡°gach¨ª¡± de anta?o es hoy un ¡°pib¨®n¡±. Ahora los tacos se oyen incluso en los medios informativos, y no son reserva expresiva de los varones, pero antes cualquier sorpresa animaba a exclamar ¡°c¨¢spita¡±, ¡°c¨®rcholis¡± o ¡°caramba¡± para no decir ¡°carajo¡± (t¨¦rmino considerado entonces malsonante, m¨¢s que ahora).
El lenguaje familiar y jergal de los espa?oles en estos 40 a?os de vida de El Pa¨ªs Semanal?ha ido incorporando dichos y vocablos muy expresivos, que han subido y han bajado en el uso pero que ya nunca se ir¨¢n, del mismo modo que (por muy olvidados que parezcan) tampoco morir¨¢n sus antecesores.
El lenguaje familiar y jergal de los espa?oles en estos 40 a?os de vida de El Pa¨ªs Semanal?ha ido incorporando dichos y vocablos muy expresivos.
A veces un neologismo sirve para que los integrantes de un grupo se reconozcan entre s¨ª, de tal modo que nadie puede pertenecer a determinada tribu si no usa el lenguaje que en ella se ha establecido t¨¢citamente. Despu¨¦s, el t¨¦rmino resultar¨¢ gracioso o adecuado en otras colectividades, que lo adoptan como signo de modernidad.
Los a?os setenta y ochenta alumbraron una eclosi¨®n de vocablos, a menudo salidos del hampa, que dieron por vez primera el salto al lenguaje general y a los medios de comunicaci¨®n, antes muy mojigatos.
Uno de los t¨¦rminos que m¨¢s triunfaron lleg¨® al lenguaje general desde el cheli (¡°jerga con elementos castizos, marginales y contraculturales¡±), y tiene valor de aviso: ¡°?Al loro!¡±. En otras ¨¦pocas la prevenci¨®n consist¨ªa en estar ¡°al arma¡± (se supone que de ah¨ª viene el t¨¦rmino que une las dos palabras), pero con ¡°al loro¡± se trataba de aguzar los sentidos y no la munici¨®n. Seg¨²n Mariano Hormigos (Frases, timos y decires, Ediciones La Librer¨ªa), en cheli se llamaba ¡°loro¡± a la radio; y ¡°estar al loro¡± significa en un principio hallarse informado, atento a las noticias; de lo cual se derivar¨¢ el nuevo sentido figurado de permanecer en alerta para avisar a los dem¨¢s si se atisbase un peligro.
La lengua y las jergas de los gitanos han aportado muchos de esos modismos, alentados por su prestigio como t¨¦rminos que denotaban una pertenencia alternativa. Del cal¨® proced¨ªa, por ejemplo, ¡°fet¨¦n¡± (1984: ¡°aut¨¦ntico¡±, ¡°verdadero¡±); o ¡°chungo¡± (1992: ¡°feo¡±); y tambi¨¦n es un gitanismo ¡°pinrel¡± (pie) , incorporado por la Academia en 1936 y que se extendi¨® mucho m¨¢s en la segunda mitad del siglo XX gracias a la ayuda inestimable del humorista Forges; por ejemplo, en la expresi¨®n ¡°le cantan los pinreles¡± (hermana de ¡°le cantan los alerones¡±, en este caso para nombrar los sobacos).
Poco antes de aparecer EL PA?S (1976), los chavales de los barrios de Madrid hab¨ªan reforzado el ya mencionado ¡°chip¨¦n¡± diciendo ¡°cachip¨¦n¡± o ¡°rechip¨¦n¡± (¡°esto es cachip¨¦n de la cobais¡±, ¡°esa actriz est¨¢ rechip¨¦n¡±), alargamientos que derivaron incluso en ¡°chipendilerendi¡±: un anuncio televisivo de los a?os ochenta dec¨ªa ¡°me lo paso chipendilerendi con la familia Mickey¡±.
La lengua y las jergas de los gitanos han aportado muchos de esos modismos.
El ¡°chip¨¦n¡± originario tambi¨¦n proced¨ªa del cal¨®; y significaba ¡°as¨ª es¡± o ¡°en verdad¡±, pero luego tom¨® el camino de lo ponderativo para expresar un elogio: ¡°extraordinario¡±, ¡°fuera de lo com¨²n¡±. Pero como tantos otros t¨¦rminos de gran ¨¦xito en el lenguaje coloquial, su uso se fue diluyendo. En su lugar surgieron ¡°chachi¡± y el ya mencionado ¡°guay¡±: ¡°Esta cerveza est¨¢ chachi¡±, ¡°qu¨¦ fiesta tan guay¡±. Y como signo de aprobaci¨®n se recuper¨® el viejo ¡°dabuten¡± (antiguamente ¡°de buten¡±). Sin olvidar el nuevo valor adverbial de ¡°teta¡± en esa misma familia elogiosa: ¡°Lo pasamos teta¡±.
El t¨¦rmino ¡°mogoll¨®n¡± ampl¨ªa en esa ¨¦poca su viejo sentido (¡°gorr¨®n¡±) para significar en el lenguaje coloquial ¡°mucha cantidad¡±; y cualquier exceso (bueno o malo) invitaba a exclamar ¡°?qu¨¦ demasiao!¡±. Precisamente con esta expresi¨®n titul¨® Joaqu¨ªn Sabina una canci¨®n escrita a finales de los a?os setenta en memoria del medi¨¢tico delincuente El Jaro y llena de modismos de entonces: ¡°darle al canuto cantidad¡± (fumar mucha marihuana), ¡°pasas del rollo de vivir¡±, ¡°el vino que has mercao¡±, ¡°la pasma va pis¨¢ndote el tal¨®n¡±, ¡°te pegaron seis tiros descarao¡±, ¡°pero antes de palmarla se te oy¨® decir ¡®?qu¨¦ demasiao!, de esta me sacan en televisi¨®n¡±¡
No siempre se trataba de palabras nuevas. A menudo se actualizaban algunas en desuso o que se hab¨ªan circunscrito a ¨¢mbitos tribales. En esa canci¨®n de Sabina se observa por ejemplo el uso jergal de ¡°mercar¡±, un verbo reactivado en la ¨¦poca como equivalente de ¡°comprar¡± pero que ya Covarrubias registraba en 1611 con ese mismo significado. Y otro tanto sucedi¨® con ¡°chupa¡±, voz empleada durante los ochenta en el lenguaje de las tribus urbanas para designar la cazadora de cuero. Esta palabra tan moderna gozaba sin embargo de rancio abolengo, pues en otro tiempo nombr¨® la chaquetilla del d¨®mine (o maestro), generalmente ra¨ªda y descuidada, lo que origin¨® el antiqu¨ªsimo dicho de ¡°ponerle a uno como chupa de d¨®mine¡±.
El ¡°chip¨¦n¡± originario tambi¨¦n proced¨ªa del cal¨®; y significaba ¡°as¨ª es¡± o ¡°en verdad¡±.
En los a?os setenta se dec¨ªa entre los j¨®venes que tener relaciones sexuales no era pecado, sino milagro. Despu¨¦s, eso pas¨® a ser simplemente algo dif¨ªcil en general; y m¨¢s tarde tal dificultad se reducir¨ªa a hacer el amor en un Simca 1000. ¡°Enrollarse¡± solamente significaba hablar mucho y sin fundamento, pero ese verbo nombr¨® luego el acto de mantener relaciones sexuales, generalmente sin mucho compromiso.
Sobrevivi¨® sin embargo aquel viejo sentido de ¡°enrollarse¡± y de ¡°rollo¡± (algo aburrido), y hasta se invent¨® la expresi¨®n ¡°no te enrolles, Charles Boyes¡± (tal vez en memoria del actor franc¨¦s Charles Boyer), pariente de otras rimadas como ¡°d¨®nde vas con el cab¨¢s¡±, ¡°no te enteras, Contreras¡±, ¡°OK, MacKey¡±, ¡°me piro, vampiro¡±, ¡°la cagaste, Burt Lancaster¡±, ¡°qu¨¦ nivel, Maribel¡± o ¡°a mamarla a Parla¡±.
Muy a menudo los inventos se relacionaron con el lenguaje delincuencial, en un fen¨®meno que sirvi¨® para blanquear palabras que anduvieron siempre envueltas en problemas. As¨ª, en los a?os sesenta se llam¨® ¡°guripa¡± a cualquier persona encargada de mantener el orden, de nuevo acudiendo a la cantera del cal¨® (el diccionario de Mar¨ªa Moliner es el primero en acu?ar este t¨¦rmino). Pero despu¨¦s llegaron sustitutos como ¡°los grises¡± (por el color del uniforme), ¡°la madera¡± (cuando la vestimenta se hizo marr¨®n, ya con la democracia), ¡°la pasma¡±, ¡°la bofia¡± o ¡°los picoletos¡± (guardias civiles).
Al mismo tiempo, en el mundo de la droga aparecen ¡°chutarse¡± (pincharse), ¡°yonqui¡± (drogadicto de hero¨ªna), ¡°canuto¡±, ¡°porro¡± (cigarro de marihuana), ¡°mono¡± (s¨ªndrome de abstinencia), ¡°camello¡± (traficante), ¡°mar¨ªa¡± (marihuana)¡
Los j¨®venes sal¨ªan en los a?os sesenta de cuchipanda, y despu¨¦s de merendada, chocolatada o tortillada, antecedentes ingenuos del ¡°botell¨®n¡± actual. En las discotecas se ¡°mov¨ªa el esqueleto¡±, y los que presum¨ªan de coche se buscaban carreteras en las que ¡°tumbar la aguja¡±. El antiguamente llamado ¡°guas¨®n¡± se convirti¨® luego en ¡°un qued¨®n¡±; el ¡°playboy¡± se rebaj¨® a ¡°lig¨®n¡± y el ¡°piscolabis¡± ascendi¨® a ¡°aperitivo¡±. Y el hombre mayor al que un muchacho decid¨ªa despreciar pod¨ªa ser descalificado como un ¡°jebo¡± (uso regional norte?o), luego un ¡°sandio¡± y m¨¢s tarde un ¡°carroza¡±.
Algunos de esos adolescentes pon¨ªan sus grandes aparatos de radio port¨¢tiles a todo volumen por la calle para que los dem¨¢s supieran qu¨¦ m¨²sica les gustaba. Y por eso empez¨® a decirse ¡°no hay parto sin dolor ni hortera sin transistor¡±.
Se invent¨® la expresi¨®n ¡°no te enrolles, Charles Boyer¡±, pariente de otras rimadas como ¡°d¨®nde vas con el cab¨¢s¡± o ¡°me piro, vampiro¡±.
Cuando apareci¨® El Pa¨ªs Semanal, televisi¨®n, como madre, no hab¨ªa m¨¢s que una (ahora hay m¨¢s de una televisi¨®n y tambi¨¦n puede haber m¨¢s de una madre). Por tanto, su influencia abarcaba todo. La publicidad televisada desarroll¨® as¨ª una gran habilidad para inocular sus lemas en las conversaciones, aprovechando dichos populares o recre¨¢ndolos. Si alguien deb¨ªa mostrarse amable, pon¨ªa ¡°una sonrisa Profident¡±, y si algo se estropeaba se conoc¨ªa la soluci¨®n: ¡°el remedio, pegamento Imedio¡±. Tambi¨¦n triunfaron otros dichos, aplicados con tino a cada caso: ¡°?Qu¨¦ me dices? Que te fagorices¡± (frigor¨ªficos Fagor); ¡°a m¨ª plin, yo duermo en Pikol¨ªn¡± (colchones); ¡°hola, Radiola¡± (transistores), ¡°Avon llama¡± (cosm¨¦ticos).
Y Los Picapiedra no s¨®lo extendieron en los a?os sesenta la err¨®nea idea de que el hombre primitivo coexisti¨® con los dinosaurios, sino que inocularon en muchos novios el cari?oso apelativo ¡°cuchicuchi¡±. Los a?os de la movida, en cambio, no hicieron muchas concesiones a lo cursi, y tomaron como letra fetiche la k (¡°okupas¡±, ¡°kultura¡±, ¡°Vallekas¡±¡) como s¨ªmbolo de transgresi¨®n.
Todas las d¨¦cadas de estos 40 a?os han hecho sus aportaciones al lenguaje coloquial (imposible abarcarlas aqu¨ª). Tal vez un hilo conductor atraviesa estos fen¨®menos, especialmente en los a?os setenta y ochenta: se crearon o recrearon palabras y expresiones mediante los recursos propios del idioma espa?ol y de variedades ling¨¹¨ªsticas muy pr¨®ximas f¨ªsicamente (el cheli, el cal¨®, las jergas). Apenas se rozan los anglicismos. Por el contrario, quiz¨¢s la mayor parte de la riqueza l¨¦xica aportada por la lengua coloquial en estos a?os se ha construido por abajo: desde las c¨¢rceles, la marginaci¨®n, las tribus urbanas, las pandillas, la contracultura. Entre la gente m¨¢s creativa y m¨¢s contestataria, parec¨ªa que eso molaba.
Lea el diccionario abreviado de palabras actuales. Por Karelia V¨¢zquez.
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