La trampa ret¨®rica de servirse de los abuelos
A muchos les toc¨® la Guerra Civil y, en un conflicto de esas caracter¨ªsticas, que enfrenta al hermano contra el hermano, solo la derrota es posible
La autoridad moral no se hereda, se conquista. Y lo mismo ocurre con la autoridad pol¨ªtica, con la honestidad de defender una posici¨®n y unos valores, y con acertar en los caminos que se proponen y se aplican para resolver unos problemas. Cada ¨¦poca tiene sus complicaciones, y a cada cual le toca buscar la mejor manera de responder a sus desaf¨ªos. As¨ª que no sirve de mucho, y resulta chirriante, mentar a nuestros antepasados como si la bondad (o la coherencia o la inteligencia) de sus acciones garantizara por puro contagio la consistencia de las nuestras.
El otro d¨ªa en el Congreso el portavoz de ERC, Gabriel Rufi¨¢n, se refiri¨® a la observaci¨®n de una tal Laura: ¡°Mi abuelo muri¨® con el carn¨¦ en la mano y el socialismo en el coraz¨®n¡±. Pablo Iglesias, el l¨ªder de Podemos, hab¨ªa comentado unos d¨ªas antes dirigi¨¦ndose al portavoz socialista, Antonio Hernando: ¡°Mi abuelo era uno de esos, de los que cumpli¨® con sus responsabilidades y acab¨® en la c¨¢rcel, de los pocos que militaban en su partido durante la dictadura y todos los primeros de mayo estaba frente a la tumba de Pablo Iglesias¡±. ?Y bien?
?La intenci¨®n de Rufi¨¢n y de Iglesias era la de afearles a los socialistas su decisi¨®n de abstenerse para facilitar la investidura de Mariano Rajoy como nuevo jefe del Gobierno. Lo que resulta lamentable es que no emplearan mejores argumentos y que tuvieran por eso que tirar de esa ret¨®rica pringosa que apunta al pasado como a un m¨ªtico lugar en el que alguna vez hubo unos hombres buenos, coherentes, comprometidos, de adem¨¢n impecable y trayectoria impoluta. Si los abuelos fueron socialistas de verdad, quer¨ªan decir, ?c¨®mo es posible que los de hoy sean unos mamarrachos?
Hay en todo esto un equ¨ªvoco terrible. El pasado no es nunca un lugar m¨ªtico donde lo blanco es blanco y lo negro es negro. M¨¢s bien se parece al presente, est¨¢ lleno de claroscuros y de zonas pantanosas. A¨²n m¨¢s en el caso de esos abuelos que habitaron en Espa?a.
A muchos les toc¨® la Guerra Civil, y en un conflicto de esas caracter¨ªsticas, que enfrenta al hermano contra el hermano, solo la derrota es posible. Esto no quiere decir que no hubiera unos responsables de la cat¨¢strofe: los militares que se sublevaron, y los civiles que los apoyaron, para provocar un golpe que destruy¨® la legalidad vigente. Y que desencaden¨® ese horror donde tantos disparates se cometieron y que termin¨® en una terrible dictadura y una cruenta represi¨®n. Claro que, en medio de todo eso, hubo hombres admirables.
?Pero qu¨¦ pintan ahora aqu¨ª, sobre todo si se los reduce a meros gui?apos para golpear al adversario? Mal asunto. Habr¨¢ que contar mil veces y reconstruir las historias de cuantos vivieron esos tiempos turbulentos. Seguro que esconden ense?anzas importantes. Pero nunca as¨ª, como banderas para nuestros trajines dom¨¦sticos. A los abuelos, por lo menos, se les debe un min¨²sculo respeto.
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