Un nuevo plan de empleo

A un nuevo gobierno deber¨ªa corresponderle una nueva pol¨ªtica de empleo. La reforma laboral ha conseguido, bajando rentas y aumentando el empleo temporal, encarrilar el mercado en una tendencia general de paro a la baja. Pero eso, y los nuevos reponsables de la pol¨ªtica econ¨®mica deber¨ªan aceptarlo, ya no basta. El balance del paro de octubre repite lo que ya sabemos: aumenta la afiliaci¨®n a la Seguridad Social (nada menos que en 101.335 personas), se confirma la tendencia general a la baja del desempleo en t¨¦rminos anuales, aunque durante el mes haya aumentado en 44.000 personas, y la temporalidad domina la contrataci¨®n. El n¨²mero de contratos fijos no llega al 9% del total.

La situaci¨®n laboral es notablemente mejor que en 2011. Pero, por estar fundada en buena parte en la temporalidad y en la precarizaci¨®n del empleo, no ofrece condiciones sociales fiables para una recuperaci¨®n sostenida y, desde luego, eleva la desigualdad. Los salarios m¨¢s bajos se deprimen y las rentas m¨¢s altas aumentan. El riesgo de una sociedad abusivamente dual crece cada mes y cada trimestre. Por lo tanto, la pol¨ªtica laboral del nuevo Gobierno no deber¨ªa consistir en frotarse las manos despu¨¦s de aprobar una reforma laboral ¡ªantigua ya y con notables problemas de litigiosidad¡ª y dar por resuelto el problema.

Al nuevo Ejecutivo deber¨ªa reclam¨¢rsele un plan concreto para reducir el paro juvenil y el desempleo de larga duraci¨®n; y, por supuesto, proyectos para estimular la creaci¨®n de empleo estable, que no pueden estar basados en deducciones fiscales o tarifas planas de cotizaci¨®n, sino en inversi¨®n y tecnolog¨ªa. La credibilidad de la pol¨ªtica laboral del nuevo Gobierno se medir¨¢ por la eficacia para reabsorber el paro juvenil y el de larga duraci¨®n o en crear puestos de trabajo con m¨¢s valor a?adido, no en mejoras estad¨ªsticas condicionadas por la temporalidad.