Por qu¨¦ no hay que dejar que desaparezcan los bares de toda la vida
El 'grasabar' espa?ol, tambi¨¦n conocido como bar 'de viejos' o bar Manolo, est¨¢ en peligro de extinci¨®n y amenazado por la expansi¨®n de los locales estilo 'hipster'. ?De verdad debemos resignaros a su desaparici¨®n?
?Viva el grasabar espa?ol! Porque entras por la puerta y ya un camarero talludito, con chaquetilla blanca, te dice desde la barra met¨¢lica ?joven!, te dice ?buenos d¨ªas!, te dice ?qu¨¦ desea? Viva el grasabar espa?ol porque uno siempre es joven tenga la edad que tenga y porque al poner un pie en la primera baldosa ya hay alguien preocup¨¢ndose por satisfacer tus deseos. Porque en esta burbuja temporal de buenas viandas y campechan¨ªa, entre la vitrina que muestra la ensaladilla rusa y las alegres m¨¢quinas tragaperras, parece que todos ellos pueden hacerse realidad.?
El grasabar espa?ol es tambi¨¦n conocido como bar tradicional, bar castizo, bar de viejos, bar Paco, bar Manolo, bar normal, o bar-de-toda-la vida y, como el lince ib¨¦rico, est¨¢ en continuo peligro de extinci¨®n. Est¨¢ amenazado, mayormente, por esa epidemia de bares hipsters de ladrillo visto, larga mesa de madera avejentada y gruesa bombilla vintage, que, como una infecci¨®n maligna, avanza palmo a palmo por los barrios m¨¢s c¨¦ntricos de las grandes ciudades y empieza a hacer met¨¢stasis en provincias.
El grasabar espa?ol es tambi¨¦n conocido como bar tradicional, bar castizo, bar de viejos, bar Paco, bar Manolo, bar normal, o bar-de-toda-la vida
Una se acoda en la barra del grasabar y enseguida le ponen su ca?a bien tirada, y ese torrezno justo, ese torrezno bueno, ese torrezno sincero. Pero el grasabar no es solo un lugar para grandes gestas et¨ªlicas (no me vayan a decir cipotudo) sino un artefacto hostelero perfecto donde uno puede tomar desde las tostadas con caf¨¦ del desayuno hasta las tapas de la cena, pasando por el correct¨ªsimo men¨² del d¨ªa o un s¨¢ndwich mixto con huevo para la merendola. Hubo un momento, en los albores de los tiempos, en que los gin tonics se tomaban solo en estos sitios, y sin ensalada dentro. Ah¨ª siguen, como los cubalibres, por menos de cinco euros. Sin olvidar el cl¨¢sico sol y sombra obrero que calienta a aquellos que hacen funcionar el mundo.
En el grasabar uno puede leer la prensa (sobre todo la deportiva) y tambi¨¦n ver los informativos, el f¨²tbol o el w¨¦stern que por la tarde nos arroja Telemadrid. El grasabar es un lugar de encuentro de la ciudadan¨ªa (que dir¨ªa el podemita) donde, horizontalmente, asamblean el jubilado, el adolescente, la mediana edad y, como se ve, muchos adultescentes, ricos y pobres, aprovech¨¢ndose de los servicios anteriormente citados al mejor precio. El grasabar prepara suculentos bocatas, pero tambi¨¦n ciudades y sociedades suculentas. El grasabar es vida en estado puro y colesterol contento. Joder, si hasta se pueden tirar las c¨¢scaras de gamba a la marejadilla de servilletas usadas que olea a los pies de la barra.
Como digo, su archienemigo es el bar de batidos org¨¢nicos y ensaladitas donde los modernos trabajadores aut¨®nomos se agarran al potente wifi como quien se agarra a un MacBook tras un naufragio. Si al emprendedor se le supone innovaci¨®n y riesgo, la mayor parte de la clase emprendedora hostelera actual y moderna no se arriesga ni innova ni de co?a, y se dedica ¨²ltimamente a repetir por doquier este bar cl¨®nico, caro y sin alma, a ver si la flauta suena como ya les son¨® a otros.
Hasta esos que decidieron ponerse a vender boles de cereales a precios desorbitados tuvieron al menos una idea novedosa, pero, por favor, no sigan replicando ad infinitum la dichosa est¨¦tica que ya est¨¢n haciendo suya hasta los bares mediopensionistas y las cafeter¨ªas de centro comercial. O h¨¢ganlo, hagan lo que quieran, pero, por favor, que estos tiempos de capitalismo salvaje no se lleven por delante los grasabares. Desde aqu¨ª pido a quien corresponda que los nombren Bien de Inter¨¦s Cultural. Y pido tambi¨¦n otra ca?ita y media de bravas. Viva.
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