El camino de los sami hacia el cambio
Los pueblos ind¨ªgenas del norte de Europa quieren autonom¨ªa para enfrentarse al clima
En el norte de Europa, los sami no esperan a que el pron¨®stico del tiempo les diga lo que tienen que hacer. ¡°No planifican de antemano el momento de mover sus reba?os. Se limitan a mirar al cielo y, cuando ven que est¨¢ listo, ellos tambi¨¦n lo est¨¢n¡±, explica Terhi Vuojala-Magga con cierto orgullo. Esta finlandesa se cas¨® con un pastor sami y vive en una de las aldeas m¨¢s alejadas del norte de Finlandia, no lejos de la frontera con Suecia. La aldea se encuentra en el coraz¨®n de un bosque de con¨ªferas tras 40 kil¨®metros en coche por un camino sin asfaltar, que se abre paso entre gruesos ¨¢rboles y arroyos helados.
No parece que los lapones se consideren las primeras v¨ªctimas del cambio clim¨¢tico. Antes bien, afirman que tienen excelentes aptitudes para hacer frente a la imprevisibilidad de la naturaleza y se sienten preparados para adaptarse a los cambios. O, por lo menos, creen que pueden intentarlo. Dicen que son un pueblo resistente y que han adquirido la capacidad de moverse y de ser flexibles, esencial para la adaptaci¨®n. As¨ª que el mayor obst¨¢culo a la hora de poner en pr¨¢ctica sus aptitudes no es el clima, sino la pol¨ªtica.
Una minor¨ªa inc¨®moda
¡°All¨¢ por la d¨¦cada de los noventa, cuando el debate sobre el cambio clim¨¢tico acababa de convertirse en un tema de conversaci¨®n corriente, los pastores sami ya hab¨ªan empezado a notar anomal¨ªas en el ciclo estacional¡±, cuenta Vuojala-Magga. ¡°Se pusieron de inmediato a modificar sus pr¨¢cticas de pastoreo. Cambiaron la estructura del reba?o, exploraron nuevos pastos y adaptaron el calendario de castraci¨®n y sacrificio de los machos¡±. Movilidad, flexibilidad, reacci¨®n r¨¢pida a los cambios bruscos son estrategias que hoy en d¨ªa los ecologistas llamar¨ªan ¡°adaptaci¨®n¡±. La casa de Vuojala-Magga se levanta en un claro. Hay aperos agr¨ªcolas desperdigados por todas partes. Gracias a unos cuantos altavoces puestos en el exterior, la radio lapona YLE se puede o¨ªr en el taller del marido y en toda la granja. El transistor est¨¢ encendido d¨ªa y noche.
Los ind¨ªgenas son minor¨ªa en Escandinavia y el norte de Europa, y la radio es primordial para mantenerlos unidos. De los alrededor de 100.000 nativos, m¨¢s de la mitad vive en Noruega. El resto est¨¢ disperso por Suecia y Finlandia, y solo unos pocos miles viven en Rusia. Su forma de vida es m¨¢s o menos igual que la de cualquier ciudadano europeo. Visten como el resto, conducen los mismos coches y descargan las mismas aplicaciones en sus tel¨¦fonos m¨®viles. Sin embargo, su v¨ªnculo con la naturaleza seguramente le ser¨ªa ajeno a un urbanita.
La caza, la pesca y el pastoreo siguen siendo fundamentales para su cultura y su econom¨ªa. En conjunto, los Sami son propietarios de varios centenares de miles de renos. Pero la superficie que habitan es extensa. Solo en Noruega comprende el 40% del territorio del pa¨ªs. Y el pastoreo exige desplazarse continuamente, yendo y viniendo de los pastos de verano a los de invierno. Una pr¨¢ctica que suele provocar disputas entre los lapones y los Gobiernos nacionales.
Porque a diferencia de otras poblaciones ind¨ªgenas, los lapones se ven separados por fronteras de distintos Estados. Aun as¨ª, necesitan moverse a lo largo y ancho de la tundra, cuya extensi¨®n no atiende a confines pol¨ªticos. Un enorme problema desde la ¨¦poca de los zares rusos. Durante siglos, los programas de asimilaci¨®n han intentado borrar de los mapas a este grupo ¨¦tnico. Pero hoy, con la constituci¨®n de los Parlamentos sami en Noruega, Finlandia y Suecia, su voz ha ganado fuerza en la toma de decisiones pol¨ªticas. Aunque no la suficiente, opinan ellos. Ahora que el cambio clim¨¢tico representa una amenaza a su cultura y a sus medios de vida, la ven extremadamente d¨¦bil. En estos momentos, una minor¨ªa ¨¦tnica que ocupa tanto espacio se ha convertido en un inconveniente.
Ellen Inga Turi, ge¨®grafa y experta en gobernanza de la Asociaci¨®n Noruega de Pastores de Renos, es hija de un pastor sami. Su oficina de Koutekeino, en Noruega, da a un prado rodeado de abedules. A su espalda, un enorme mapa de Eurasia en el que est¨¢n representados todos los grupos ¨¦tnicos que habitan las regiones polares muestra lo peque?o que es el territorio sami en comparaci¨®n con las tierras ¨¢rticas de Rusia. Turi explica que ¡°la contribuci¨®n del pueblo sami a la econom¨ªa es marginal". En la pr¨¢ctica, desde el punto de vista de la gesti¨®n del territorio, su impacto es considerable. "Durante siglos hemos sido los guardianes del ?rtico. Si tenemos en cuenta los 20 grupos ¨¦tnicos que viven en diferentes zonas del globo, desde Rusia a Canad¨¢, el ¨¢rea de influencia de los renos, los carib¨²s y los pueblos nativos abarca casi una cuarta parte de la superficie continental de la Tierra. Y, sin embargo, la comunidad ¨¢rtica nativa en su conjunto no est¨¢ compuesta m¨¢s que por unos cuantos centenares de miles de personas".
Esto representa tan solo una peque?a parte de los m¨¢s de cuatro millones de habitantes que viven actualmente en las regiones ¨¢rticas alterando el delicado equilibrio entre tierra disponible y densidad de poblaci¨®n. Debido a que el clima es m¨¢s suave y a la mayor accesibilidad, el apetito por los recursos intactos de la zonas polares es cada vez mayor. La colonizaci¨®n del ?rtico est¨¢ en marcha. Como era de esperar, a medida que la regi¨®n se urbaniza, aumenta la probabilidad de que surjan conflictos con los pueblos ind¨ªgenas. Como suele decirse, integrarse o morir.
Pero, a pesar de que su renta est¨¢ por debajo de la media nacional de sus pa¨ªses anfitriones, los sami no pueden limitarse a depender de los recursos naturales, como la pesca o la recolecci¨®n de frutos del bosque. ¡°Diariamente trabajo aqu¨ª, en el S¨¤mdiggi¡±, cuenta Aili Keskitalo, presidenta del Parlamento Sami de Noruega, en Karajok. Viste un gakti, el traje tradicional sami, y habla en un tono suave mientras toma un caf¨¦ en la cafeter¨ªa del Parlamento. Cuando ha acabado de pasar un bullicioso grupo de turistas de visita en el edificio, concluye: ¡°La verdad es que vivimos vidas modernas, pero nuestra cultura sigue estando estrechamente conectada a la naturaleza polar¡±.
Probablemente, al volver del colegio los ni?os sami cuelgan sus abrigados forros polares y organizan la tarde por Whatsapp haciendo planes para salir a dar una vuelta con la bicicleta de monta?a. Luego comen el pescado que su padre ha capturado ese mismo d¨ªa, los frutos del bosque que han recogido sus hermanos o la carne de reno que ha tra¨ªdo un pariente. Puede que la acompa?en con patatas fritas descongeladas tra¨ªdas del centro comercial. Los sami, como muchos otros pueblos ind¨ªgenas, viven una mezcla de vida urbana y natural.
El clima est¨¢ cambiando
Un clima en proceso de cambio es una amenaza real. En el ?rtico, la temperatura media est¨¢ aumentado a un ritmo tres veces superior al de la media mundial. Bruce Forbes, ecologista de la Universidad de Laponia, en Rovaniemi (Finlandia), cuenta cu¨¢les son los principales cambios registrados hasta el momento: ¡°La nieve estacional tiende a llegar cada vez m¨¢s entrado el a?o, los inviernos son m¨¢s suaves y la primavera llega antes de lo normal¡±. Desde hace algunos a?os, en invierno es habitual que haya alg¨²n que otro d¨ªa de lluvia. Entonces la temperatura baja a 30 grados bajo cero, la nieve se moja y se hiela. Estos sucesos repentinos son desastrosos para el ?rtico: ¡°Cuando, en oto?o, los d¨ªas lluviosos se alternan con los fr¨ªos, las temperaturas caen demasiado bruscamente, con lo cual se crea una capa de hielo que impide que los renos lleguen a los l¨ªquenes que constituyen su alimento b¨¢sico. La nieve seca no molesta. La h¨²meda puede ser un problema¡±, concluye Forbes.
Los renos se adaptaron a comer a trav¨¦s de la capa de nieve blanda que cubre su alimento durante la mayor parte del a?o, pero esos cambios fueron apareciendo poco a poco y evolucionaron a lo largo de milenios. La adaptaci¨®n tambi¨¦n es una cuesti¨®n de velocidad, y el ritmo veloz de los cambios ambientales recientes plantea un problema en lo que se refiere a la capacidad de los animales para adaptarse.
En 2013 y 2014 dos heladas mataron a 27.000 renos de los 61.000 que hab¨ªa en la pen¨ªnsula de Yamal, en Rusia. ¡°Ahora los j¨®venes pastores se enfrentan a una mayor mortalidad en sus reba?os, pero tienen limitaciones en cuanto a c¨®mo modificar y gestionar su estructura, lo cual es una forma vital de adaptaci¨®n. Los pastores tienen que decidir qu¨¦ animales castrar y cu¨¢ndo hacerlo, y cu¨¢les sacrificar y cu¨¢ndo. Todo esto influye en la interacci¨®n del reba?o con la tierra. La alternativa es trasladarse a otro sitio para salvarlo, pero esto se ha vuelto dif¨ªcil debido a que hay muchas fronteras y propiedades nuevas, o a las normativas que llegan de la capital o incluso de Bruselas¡±, dice Forbes.
Turi expresa la misma preocupaci¨®n por el cambio clim¨¢tico: ¡°Los pastores se esfuerzan por seguir usando los calendarios tradicionales, y los j¨®venes sami buscan estrategias alternativas porque el repertorio de pr¨¢cticas que les han legado las generaciones anteriores no se ajusta a la situaci¨®n actual, que est¨¢ cambiando r¨¢pidamente. El peligro es que les parezca que el pastoreo es muy complicado y lo abandonen¡±.
Los r¨ªos y los lagos, que se hielan en invierno y permiten que los reba?os los crucen f¨¢cilmente ya no son terreno seguro: ¡°El hielo es m¨¢s delgado y se deshiela m¨¢s pronto que antes¡±, se?ala Forbes, que a?ade que la tundra est¨¢ retrocediendo mientras que la especies vegetales t¨ªpicas del sur migran hacia el norte. Las transformaciones ligadas al cambio clim¨¢tico no tienen precedentes, suceden deprisa, y la tradici¨®n no siempre incluye ¡°normas¡± para enfrentarse a ellas. Aun as¨ª, los Sami creen que pueden manejarlas aplicando sus capacidades centenarias de movilidad y flexibilidad. Pero necesitan un poco de ayuda de los Gobiernos.
Miedo al clima, miedo a los Gobiernos
¡°Hemos pasado por cambios enormes; los reinos y los gobiernos nos han dividido; hemos estado sometidos a leyes impuestas por gente que desconoc¨ªa nuestra forma de vida y que intent¨® que nos asimil¨¢semos¡±, explica Turi. La ge¨®grafa est¨¢ buscando con urgencia soluciones que eviten la ruina de su cultura: ¡°Cuando hablas con los pastores, ves que lo que les preocupa es el Gobierno, no el clima¡±. Los Sami se sienten m¨¢s amenazados por la falta de una voz pol¨ªtica fuerte que por el cambio clim¨¢tico. Se quejan de que con demasiada frecuencia se proyecta la construcci¨®n de nuevas carreteras, ferrocarriles u otras infraestructuras sin apenas consultar, o sin consultar en absoluto, a sus organismos de gobierno. La tala de bosques va en aumento; se discuten los planes mineros o las instalaciones de energ¨ªa e¨®lica sin la participaci¨®n de los lapones. Para ellos, las leyes nacionales e internacionales y las normativas sobre el uso del suelo son tan problem¨¢ticas como el cambio clim¨¢tico, y la urbanizaci¨®n y las nuevas infraestructuras en las regiones ¨¢rticas est¨¢n alterando su forma de vida, denuncia Turi.
El calentamiento de los polos los est¨¢ haciendo cada vez m¨¢s accesibles y econ¨®micamente atractivos debido a sus recursos hasta ahora v¨ªrgenes, como los combustibles f¨®siles o el turismo. ¡°Una central hidroel¨¦ctrica por aqu¨ª, unos cuantas caba?as para turistas por all¨¢, son amenazas que se consideran m¨¢s inminentes que el propio cambio clim¨¢tico¡±, afirma. La urbanizaci¨®n y la construcci¨®n de infraestructuras para atender a los turistas, las industrias extractivas y el transporte se est¨¢n expandiendo r¨¢pidamente, y en la actualidad afectan m¨¢s o menos al 25% del territorio sami.
Esta clase de injerencias a menudo resultan en p¨¦rdidas de tierra de varias hect¨¢reas. ¡°Pasto a pasto, estamos perdiendo todo nuestro territorio. Seg¨²n un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), a lo largo de los pr¨®ximos 80 a?os perderemos sin remedio el 75% de nuestras tierras de pastoreo¡±, lamenta Turi. Esto podr¨ªa impedir todo intento de adaptaci¨®n a los cambios ambientales. ¡°En lo que respecta al desarrollo de la resiliencia [la capacidad de adaptarse al cambio mediante nuevas estrategias de supervivencia] la p¨¦rdida de tierras es mi mayor preocupaci¨®n¡±.
La soluci¨®n sami al cambio
Los Sami tienen propuestas sobre formas de adaptarse al cambio clim¨¢tico, pero sus ideas rara vez llegan a los c¨ªrculos pol¨ªticos o acad¨¦micos. ¡°Tenemos que ser propietarios de nuestras tierras¡±, declara Turi. ¡°Tenemos que aplicar nuestros conocimientos¡±. La ciencia moderna tambi¨¦n desempe?a un papel, y las normativas son asimismo importantes, pero ¡°los pastores tienen que ser libres para gestionar la estructura de sus reba?os. Tambi¨¦n nos hace falta tener acceso a zonas diferentes para responder a las necesidades de nuestros animales¡±. Al fin y al cabo, es una estrategia simple: las claves de la adaptaci¨®n son la flexibilidad para lidiar con una naturaleza m¨¢s desconcertante y la movilidad.
Para los Sami, el medio ambiente ¨¢rtico es un estado de incertidumbre perenne. Igual que siglos atr¨¢s, hoy en d¨ªa la impredecibilidad es la base de su sustento. Actualmente, a pesar de que el 90% de los lapones se dedican a actividades econ¨®micas de tipo urbano, conducen coches en vez de trineos, juegan a juegos de ordenador y vuelan al Mediterr¨¢neo en vacaciones, su conexi¨®n con la naturaleza sigue siendo fundamental para que su pueblo resista.
Tehri se?ala que, en el presente, la capacidad de reaccionar con rapidez a un clima cada vez m¨¢s impredecible es un valor, igual que lo era en el pasado. La diferencia reside en las tecnolog¨ªas. Los pastores de ¨¦pocas anteriores se desplazaban con esqu¨ªs. Hoy en d¨ªa utilizan motos de nieve y helic¨®pteros. ¡°Actualmente, si quieres ir a ver a los renos en el bosque, no tienes m¨¢s que coger la moto de nieve por la ma?ana y volver por la tarde. Gracias a la tecnolog¨ªa, la gente tiene m¨¢s tiempo para cuidar de su casa y estar con su familia¡±. Los Sami son muy conscientes de las ventajas de la tecnolog¨ªa. No obstante, afirman que tienen una conexi¨®n vital con la naturaleza, algo que nosotros, la gente de ciudad, posiblemente hayamos perdido.
Los ind¨ªgenas del ?rtico ven la naturaleza como un organismo en permanente evoluci¨®n. El cambio clim¨¢tico es un reto que les preocupa, pero, aun as¨ª, creen que, como m¨ªnimo, pueden intentar afrontarlo. Piensan que tienen la capacidad de plantar cara a la amenaza aun cuando el clima sea err¨¢tico. El cambio clim¨¢tico multiplica el impacto de los cambios econ¨®micos y sociales. As¨ª lo ponen de manifiesto los cient¨ªficos en un art¨ªculo publicado recientemente en la revista Nature, en el que un equipo de expertos anima al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim¨¢tico a incorporar el conocimiento ind¨ªgena a su marco de adaptaci¨®n. Cuando hablan de ¡°conocimiento ind¨ªgena¡± se refieren a las ideas y las pr¨¢cticas relativas a la forma de relacionarse con el mundo natural: ¡°A fin de cuentas, es conocimiento. Se ha puesto a prueba durante m¨¢s tiempo que el conocimiento cient¨ªfico y de manera diferente a ¨¦l. Los dos son compatibles. Tenemos que superar la visi¨®n de que el conocimiento tradicional es algo m¨ªstico¡±, reclama Turi. ¡°Estamos perdiendo biodiversidad muy r¨¢pidamente. Deber¨ªamos acudir de verdad a todo el conocimiento de la humanidad para intentar resolver el problema¡±, concluye.
Pero esto no es una tarea menor. ¡°Es como combinar dos lenguas diferentes. El problema del conocimiento tradicional es que a los c¨¢nones cient¨ªficos les resulta dif¨ªcil incorporarlo¡±, se?ala Forbes. Y, sin embargo, cada vez es m¨¢s evidente c¨®mo un di¨¢logo productivo entre el conocimiento antiguo y la ciencia moderna es clave para la adaptaci¨®n al clima. Los cient¨ªficos est¨¢n avanzando hacia la inclusi¨®n del conocimiento de los pueblos ind¨ªgenas. En pol¨ªtica, lograrlo es todo menos f¨¢cil.
Maestros de la resiliencia
No todo est¨¢ perdido para los Sami, que han demostrado ser maestros en el arte de la resiliencia. ¡°Es un hecho que sabemos c¨®mo adaptarnos. La prueba es que todav¨ªa estamos aqu¨ª. Muchos pueblos ind¨ªgenas viven retirados. Nosotros estamos abiertos al mundo. Aceptamos las nuevas tecnolog¨ªas y las redes sociales. Hemos decidido interactuar con la opini¨®n p¨²blica y con el Gobierno. En cierto modo, esto tambi¨¦n es adaptaci¨®n¡±, afirma Keskitalo. No obstante, admite que esta vez los cambios se est¨¢n produciendo a un ritmo sin precedentes. El riesgo que supone la combinaci¨®n de un clima en r¨¢pido cambio con el escaso impacto en la toma de decisiones pol¨ªticas est¨¢n haciendo a los lapones m¨¢s vulnerables al cambio clim¨¢tico, insiste. Y lo cierto es que la crisis clim¨¢tica de nuestra era es un acontecimiento tan nuevo en la historia de la humanidad que no hay caminos seguros que seguir. Pero los Sami tienen la esperanza de poder aplicar sus conocimientos a la forma de hacer frente a lo imprevisto. O, por lo menos, de sentir que tienen derecho a intentar usar sus propias estrategias.
Los lapones siguen siendo optimistas. ¡°Tienen la sensaci¨®n de que lo van a conseguir. No prev¨¦n un colapso¡±, afirma Forbes.
La presidenta del Parlamento lap¨®n concluye con cierto disgusto: ¡°Por desgracia, el Gobierno nos considera un grupo de presi¨®n m¨¢s que un grupo ¨¦tnico. Le vamos bien cuando aparecemos en las postales posando con nuestros renos, pero cuando pedimos cosas somos unos alborotadores. Reclamamos autodeterminaci¨®n en lo que se refiere a la administraci¨®n de nuestra tierra y de sus recursos¡±. Autodeterminaci¨®n para decidir c¨®mo afrontar los cambios: esta es la revoluci¨®n que proponen. M¨¢s peso en la toma de decisiones pol¨ªticas y mas flexibilidad es la receta de los Sami para hacer frente a la crisis ambiental de nuestro siglo.
La red Earth Journalism Network, de Internews, ha facilitado su apoyo para este art¨ªculo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Medio rural
- Derechos humanos
- Etnias
- Migraci¨®n
- Salud p¨²blica
- Pol¨ªtica sanitaria
- Demograf¨ªa
- Agricultura
- Europa
- Agroalimentaci¨®n
- Ind¨ªgenas
- Organizaciones internacionales
- Sanidad
- Problemas sociales
- Salud
- Relaciones exteriores
- Sociedad
- Acaparamiento tierras
- Propiedad tierra
- Exodo rural
- Explotaciones agrarias
- Desigualdad social
- Escandinavia
- Emigraci¨®n
- Hambre
- Planeta Futuro