C¨®mo un estudiante de buena familia ejecut¨® en un casino el atraco perfecto m¨¢s chapucero
Entr¨® en el famoso casino de 'Ocean's eleven' y en unos minutos se llev¨® 1,5 millones. Pero algo inesperado ocurri¨®
Llevaba traje oscuro, una mochila bien guardada, guantes de goma y un casco que no se quit¨® al bajarse de su Suzuki negra. Y una pistola oculta en su mano izquierda. Ten¨ªa 29 a?os y estudiaba en la Universidad de Nevada (EE. UU.). Salud¨® con naturalidad a la vigilante de seguridad del famoso casino Bellagio, en Las Vegas. Y fue directo a la mesa de los dados. ¡°?Moveos, moveos!¡±, les grit¨® a los que all¨ª estaban jug¨¢ndose el dinero. Sobre el tapete hab¨ªa decenas de fichas. Aquel estudiante llen¨® su mochila con todas las que pudo agarrar y se march¨® sin pegar un solo tiro. Un atraco limpio y r¨¢pido. Cinco minutos despu¨¦s, el ladr¨®n desaparec¨ªa por las calles de Las Vegas sin que nadie pudiera aportar ning¨²n dato sobre el misterioso motorista.
El golpe perfecto, salvo por un detalle: aquel dinero que consigui¨® en fichas solo era v¨¢lido dentro del casino. El ladr¨®n ten¨ªa que volver al Bellagio para cambiar las fichas por dinero. Aquel atraco perfecto se hab¨ªa convertido en una chapuza may¨²scula. Desde entonces, este estudiante iba a invertir todas sus energ¨ªas en una misi¨®n: conseguir que esas fichas de pl¨¢stico se convirtiesen en un mill¨®n y medio de d¨®lares (1,4 millones de euros). Esta fue su aventura.
Aquel atraco perfecto se hab¨ªa convertido en una chapuza may¨²scula. Desde entonces, este estudiante iba a invertir todas sus energ¨ªas en una misi¨®n: conseguir que esas fichas de pl¨¢stico se convirtiesen en un mill¨®n y medio de d¨®lares
Ocurri¨® en diciembre de 2010 y ahora se han sabido todos los sorprendentes detalles gracias a un reportaje de la revista Rolling Stone, que cuenta con las declaraciones del gran protagonista. Anthony Carleo era un estudiante de familia bien de 29 a?os. Tony, como le conoc¨ªan sus amigos, hab¨ªa vuelto a casa de su pudiente padre, en Las Vegas, despu¨¦s de haber pasado una temporada en Pueblo (Colorado). Estaba enganchado a la oxicodona, un analg¨¦sico muy potente de la familia de los opi¨¢ceos. Y a la coca¨ªna. Pero el atraco al Bellagio no estuvo solo motivado por un subid¨®n de adrenalina. Cinco d¨ªas antes, Carleo hab¨ªa asaltado el casino Suncoast, situado a escasos 20 minutos del lugar de su segundo golpe. Y le hab¨ªa ido bien. O eso cre¨ªa. Porque no todo lo que ocurre en Las Vegas se queda en Las Vegas.
En el Suncoast hab¨ªa conseguido un bot¨ªn en efectivo (nada de fichas) de 18.945 d¨®lares (algo m¨¢s de 17 mil euros). Pero el Suncoast no era el Bellagio. Ni la repercusi¨®n fue la misma. Para hacerse una idea hay que remontarse a 2001. Ese a?o fue el estreno de Ocean?s eleven, la pel¨ªcula que dirigi¨® Steven Soderbergh y que narra el atraco a tres de los m¨¢s lujosos casinos de Las Vegas, el Bellagio entre ellos. La cinta fue todo un ¨¦xito. Y algunos como Tony se creyeron que pod¨ªan convertirse de la noche a la ma?ana en Brad Pitt, uno de sus protagonistas. Con el asalto al Bellagio Carleo hab¨ªa incrementado su apuesta personal y tambi¨¦n los esfuerzos de la polic¨ªa por dar con el biker bandit [el bandido de la motocicleta] como le bautizaron.
Momento en el que Carleo, con un casco, sale corriendo despu¨¦s del atraco. La imagen es de las c¨¢maras del casino.
Con el Bellagio, Carleo no midi¨® bien sus fuerzas. ¡°El atracador pec¨® de ingenuo. Es como si alguien roba 8.000 cupones del McDonald's, que no es dinero en efectivo y que solo pueden canjearse ah¨ª. ?Qu¨¦ hace McDonald's? Anular esos cupones, que es lo que se hace en todos los casinos cuando ocurre un robo as¨ª¡±, cuenta a ICON un crupier (que prefiere no decir su nombre) de uno de los casinos que hay en la zona de Mayfair, de Londres, donde apuestan grandes sumas. Y eso fue, precisamente, lo que hizo el Bellagio: anul¨® las fichas m¨¢s altas -las de 25.000 d¨®lares (23.571 euros)- que contaban adem¨¢s con un sistema de radiofrecuencia. De manera que solo pod¨ªan retirarlas los jugadores que las ten¨ªan antes del robo. El casino dio un plazo para canjearlas. Despu¨¦s, estas fichas de 25.000 d¨®lares ser¨ªan solo pl¨¢stico. ¡°Las fichas m¨¢s altas son las que est¨¢n m¨¢s controladas. Todos los casinos sabemos las que tenemos. Y en un caso as¨ª, solo cambiar¨ªamos las que sabemos que tiene cada jugador¡±, a?ade el crupier.
Descontando ese mill¨®n en fichas de 25.000, a Carleo le quedaban a¨²n unos suculentos 400.000 d¨®lares (377.140 euros) en fichas m¨¢s peque?as, que s¨ª pod¨ªa cambiar sin levantar grandes sospechas. Eso s¨ª, dentro del casino y con todas las c¨¢maras y ojos buscando al bandido de la motocicleta.
Creci¨® entre coches de alta gama y buenos trajes. Su padre,? juez, invirti¨® en su hijo para enderezarlo. Pero ¨¦l lo dilapid¨® en una vida de excesos
Pero es importante en esta historia mira un poco hacia atr¨¢s. Antes de los dos atracos, Tony tuvo que huir de sus trapicheos en Pueblo, la ciudad de Colorado donde viv¨ªa. All¨ª gestion¨®, sin ¨¦xito, un bar familiar, un negocio de limusinas y otro de DJs para fiestas privadas. Adem¨¢s de traficar con marihuana, ¨¦xtasis, coca¨ªna y su querida oxicodona. En la entrevista con Rolling Stone, Carleo cuenta que creci¨® entre coches de alta gama, buenos trajes y casas bonitas, que su familia hab¨ªa logrado con esfuerzo y paciencia. Su padre, el juez George Assad, ten¨ªa una buena posici¨®n y puso a disposici¨®n de su hijo todo lo necesario para encauzarlo. Pero ¨¦l lo hab¨ªa dilapidado en su vida de excesos. Con un mont¨®n de problemas sin resolver, Carleo huy¨® de Pueblo y condujo 12 horas hasta Las Vegas, la ciudad donde viv¨ªa su padre y donde quer¨ªa empezar una nueva vida.
Se instal¨® en la casa del padre buscando su protecci¨®n e ingres¨® en la Universidad de Nevada con la idea de especializarse en Medicina. Y salvo alg¨²n escarceo con el tr¨¢fico de drogas, todo iba bien. Ten¨ªa una novia y estaba contento con sus estudios. Aunque aquella vida no dur¨® mucho. Un par¨®n lectivo de dos semanas en noviembre de 2010 le sorprendi¨® con mucho tiempo libre en una ciudad con 1.701 lugares de juego, 122 casinos y 176.995 m¨¢quinas tragaperras. Y con 30.000 d¨®lares (28.290 euros), que hab¨ªa logrado conservar de su bancarrota personal. ¡°Todos los d¨ªas me despertaba y ten¨ªa que encontrar algo que hacer¡±, explica a Rolling Stone.
Una de esas noches de acci¨®n, Carleo fue al casino Bellagio para jugarse todo su dinero con la esperanza de duplicarlo. Ya hab¨ªa perdido, eso s¨ª, 18.000 d¨®lares (16.974 euros) en diferentes apuestas anteriores. Pero confiaba en que esos 12.000 restantes (11.316 euros) le ayudaran a entrar en una buena racha. Y aqu¨ª es donde, realmente, empieza a fraguarse su drama. Los primeros 6.000 (5.658 euros) los perdi¨® en una partida de p¨®ker. Y el resto, en el black jack. Se qued¨® sin un centavo. En ese momento es cuando se le pasa por la cabeza el tema del atraco. Pens¨® en un plan simple: acercarse a una de esas mesas y agarrar todas las fichas posibles. Y conseguir un bot¨ªn grande.
El 9 de diciembre de 2010, Tony aparcaba su moto frente al Suncoast. Y atrac¨® la caja. Se llev¨® 18.945 d¨®lares (17.865 euros) en efectivo. Un palo f¨¢cil a un casino modesto. Un ensayo para su gran obra. Con ese dinero, regres¨® al Bellagio para jug¨¢rselo otra vez. Volvi¨® a perder. Y todo se desencaden¨® en su cabeza. En un alarde de estupidez, alarde¨® ante uno de los crupieres del Bellagio sobre que no era tan dif¨ªcil atracar ese casino. ¡°Otro que ha visto Ocean?s Eleven¡±, pens¨® aquel trabajador. Pero Carleo remat¨®: ¡°Solo necesitas una m¨¢scara y una moto. Y yo tengo una moto¡±. Semanas despu¨¦s, aquella confesi¨®n cobr¨® todo el sentido.
Tras el atraco, Tony se las ingeniaba para cambiar las m¨¢ximas fichas posibles en el Bellagio. Pero aquel crupier lo vio apostando en una de las mesas de la sala donde se jugaba m¨¢s fuerte. Y sospech¨®. Fue entonces cuando at¨® cabos: ¡°Una m¨¢scara y una moto. Y yo tengo una moto¡±. Alarmado, avis¨® al resto de sus compa?eros y se puso en contacto tambi¨¦n con los detectives asignados al caso del Bellagio: Sam Smith y Jason Nelson. Se empezaba a estrechar el c¨ªrculo.
Como se qued¨® sin dinero e invadido por la voracidad lud¨®pata, fijo su mirada a la desesperada en las fichas de 25.000 d¨®lares. Ah¨ª hab¨ªa un mill¨®n de d¨®lares. Fue su perdici¨®n
Smith y Nelson investigaron al sospechoso y descubrieron que se hab¨ªa declarado en bancarrota un a?o antes del robo, que ten¨ªa una licencia de clase M para conducir una motocicleta y que ten¨ªa fama de perder mucho dinero jugando. Desde que se produjo el atraco hab¨ªa perdido 105.000 d¨®lares (99.015 euros). ¡°Puede colar una vez: juegas un poco. Pierdes. Y vas a la caja haciendo ver que has ganado. Pero en un casino se graba todo y se sabe, por supuesto, qui¨¦n pierde y qui¨¦n gana y m¨¢s si son grandes cantidades¡±, revela el crupier del casino de Mayfair. ¡°Es m¨¢s¡±, a?ade, ¡°en esas mesas de apuestas altas, conocemos a casi todos los jugadores. Es gente que viene todos los d¨ªas y juega siempre a esos niveles. Si entra alguien nuevo, del que no tenemos referencias y pierde tantas veces sin importarle, sospechamos a la primera¡±.
Adri¨¢n Mateos, jugador de p¨®ker profesional que se embols¨® en 2013 un mill¨®n de euros al ganar el World Series of Poker Europe, confirma a ICON que cuando se cambian grandes cantidades el casino siempre se asegura de que has estado jugando en esa mesa y la cantidad es acorde a lo que has ganado. ¡°En hold'em [juego de p¨®ker], por ejemplo, las apuestas suelen ser de 10.000 o 20.000 d¨®lares [18.860 euros]. Y cuando la mesa es de juegos mixtos no baja de 50.000 [47.150 euros]¡±.
Carleo lleg¨® a gastar tanto dentro del casino que el Bellagio le pag¨® una suite en su hotel de 600 d¨®lares -566 euros- la noche para retenerlo y que siguiera jugando. Y eso hizo: jugar y jugar. Y perder. Mientras, los detectives Smith y Nelson segu¨ªan confirmando sus sospechas. ¡°Pero ten¨ªamos que estar muy seguros de que era ¨¦l porque su padre es magistrado, un tipo importante¡±, reconoce sin tapujos el detective Nelson en el reportaje de Rolling Stone. La prueba definitiva de su culpabilidad se la iba a servir en bandeja el propio Carleo.
Como se qued¨® sin dinero e invadido por su voracidad lud¨®pata, fij¨® su mirada a la desesperada en las fichas de 25.000 d¨®lares. Ah¨ª hab¨ªa un mill¨®n de d¨®lares. Muy tentador. Ante la imposibilidad de colocarlas dentro del casino (ya estaban desactivadas), pens¨® en venderlas fuera. Y ese fue su gran error final. Se registr¨® en el foro de p¨®ker TwoPlusTwo y contact¨® con alguien, que m¨¢s que comprarlas estaba al tanto del atraco y lo que quer¨ªa era saber si ese tipo con el que se escrib¨ªa era, de verdad, el bandido de la motocicleta.
Intercambiaron correos, llamadas. Y ante su incredulidad, Carleo volvi¨® a subir su apuesta personal y le envi¨® una foto con la prueba del delito: dos de las fichas que hab¨ªa robado pegadas en un folio que ven¨ªa firmado por el mism¨ªsimo biker bandit. Se hab¨ªa delatado de la forma m¨¢s est¨²pida. Aquel usuario envi¨® esa imagen a la polic¨ªa de Las Vegas. Y esta comprob¨® que la direcci¨®n IP llevaba hasta la casa de su padre, el juez George Assad. Ahora s¨ª, todas las piezas encajaban. Solo quedaba tenderle una trampa y detenerlo.
En el Bellagio ¨Cd¨®nde si no- un agente encubierto se hizo pasar por comprador y Tony, m¨¢s colocado que sereno, ni repar¨® en lo extra?o del asunto: ?c¨®mo sab¨ªa ese hombre que ¨¦l vend¨ªa esas fichas? La respuesta le lleg¨® unos d¨ªas m¨¢s tarde cuando seis agentes cayeron sobre ¨¦l en los aseos del casino. Carleo era arrestado el 2 de febrero de 2011, unos dos meses despu¨¦s del atraco. Y condenado a nueve a?os de reclusi¨®n que cumple en la prisi¨®n de Lovelock de Nevada. Y como epitafio al que fue el atraco perfecto m¨¢s chapucero, declar¨®: ¡°Mira, s¨¦ que deber¨ªa haber tirado esas condenadas fichas de 25.000 d¨®lares. Pero, ?qui¨¦n puede tirar un mill¨®n de d¨®lares a la basura?¡±.
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