Dos formas de reaccionar ante la elecci¨®n de Trump
Europa es la v¨ªctima m¨¢s previsible de la elecci¨®n del nuevo presidente; con el probable abandono del proyecto de tratado de libre comercio euro-americano, la guerra comercial ser¨ªa inevitable
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Hay dos formas de reaccionar ante la elecci¨®n de Donald Trump. O considerar que aplicar¨¢ su programa; o que se retractar¨¢ y actuar¨¢, al igual que en la gesti¨®n de sus negocios privados, como un pragm¨¢tico convencido. Si la primera hip¨®tesis se verifica, hay que temer el periodo que comienza en el orden internacional. Donald Trump ha sido elegido sobre una base ultranacionalista, en torno al tr¨ªptico aislacionismo/proteccionismo/nacionalismo. En su programa figura el paso del ¡°internacionalismo liberal¡± al nacionalpopulismo.
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Esto representar¨ªa ni m¨¢s ni menos que el fin del orden nacido de la segunda guerra mundial, que conoci¨® su apogeo el 9 de noviembre de 1989 con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Los dos vencedores de 1945, Estados Unidos y Gran Breta?a, en la vanguardia de lo que se ha dado en llamar ¡°mundo occidental¡±, dan la espalda al mismo tiempo al modelo sobre el que ese Occidente construy¨® su prosperidad.
En lugar de un mundo que parec¨ªa abocado a la extensi¨®n del dominio de la democracia liberal, ahora nos encontramos ante el siguiente escenario: al frente de China, virtualmente primera potencia econ¨®mica mundial, un presidente nacionalista que intenta perpetuarse en el poder mediante la intimidaci¨®n de su entorno asi¨¢tico; al frente de Rusia, un presidente que ha eliminado toda forma de oposici¨®n y que lidera una pol¨ªtica de potencia nost¨¢lgica de la era sovi¨¦tica; y, ahora, un presidente electo norteamericano en ruptura con el credo que ha permitido m¨¢s de medio siglo de desarrollo basado en la apertura de los intercambios y en la organizaci¨®n progresiva de un esbozo de gobernanza mundial (G8, G20, etc.).
As¨ª pues, tres pilares de nuestro mundo se tambalean: la organizaci¨®n, por imperfecta que sea, de los intercambios mundiales; la de la seguridad colectiva; y la de Europa, que tiene en Donald Trump a un nuevo adversario, sin duda el m¨¢s peligroso para la cohesi¨®n de la UE.
Todas las concertaciones organizadas por ejemplo en el marco del G20, que permitieron hacer frente a la crisis financiera internacional, as¨ª como la ONU y todas las agencias que dependen de ella, se ver¨ªan afectadas
Donald Trump, candidato de la antiglobalizaci¨®n, ha prometido abrogar o enmendar los tratados de libre comercio, tanto con el resto de Norteam¨¦rica como con la zona Asia-Pac¨ªfico; e instaurar aranceles disuasivos contra China, pa¨ªs que, no lo olvidemos, sin embargo es el primer acreedor de Estados Unidos. Si estos anuncios se convirtieran en decisiones, desencadenar¨ªan sendas guerras comerciales.
A esta perspectiva hay que a?adir la amenaza de la retirada de Estados Unidos de los acuerdos de Par¨ªs: ?sobrevivir¨ªa a esta circunstancia la lucha contra el cambio clim¨¢tico?
Adem¨¢s, el candidato Trump ha adoptado posiciones contrarias a la organizaci¨®n de una seguridad colectiva. Todas las concertaciones organizadas por ejemplo en el marco del G20, que permitieron hacer frente a la crisis financiera internacional, as¨ª como la ONU y todas las agencias que dependen de ella, se ver¨ªan afectadas. Pues a ojos de Donald Trump no existe un inter¨¦s general planetario, sino ¨²nicamente intereses nacionales: ¡°?Am¨¦rica primero!¡±.
En el terreno de la seguridad propiamente dicha, la prueba de fuego no tardar¨¢. La l¨®gica querr¨ªa que el nuevo presidente levantase las sanciones contra Rusia decididas tras la invasi¨®n de Crimea y las operaciones de desestabilizaci¨®n de Ucrania. Vlad¨ªmir Putin no solo ha apoyado a Donald Trump (que tiene relaciones de negocios con c¨ªrculos putinianos), sino que ha ayudado a su campa?a (a trav¨¦s de los ciberataques contra Hilary Clinton). Tambi¨¦n fue Putin quien anul¨® los acuerdos de desarme nuclear con Estados Unidos y quien aprovecha sistem¨¢ticamente cualquier debilidad norteamericana para meterse por la brecha. Precisamente cuando aumentan los temores a que Vlad¨ªmir Putin se interese demasiado por los pa¨ªses b¨¢lticos, Donald Trump ha rechazado la idea de una garant¨ªa autom¨¢tica de la OTAN.
Finalmente, Europa es la v¨ªctima m¨¢s previsible de la elecci¨®n de Trump. Las se?ales de alerta de una posible guerra comercial ya exist¨ªan. Con el probable abandono del proyecto de tratado de libre comercio euro-americano, esta ser¨ªa inevitable: la Uni¨®n Europea, y sobre todo la zona euro, tienen un comercio exterior ampliamente excedentario cuando los Estados Unidos tienen un d¨¦ficit abismal. Por otra parte, hay que tomar en serio el apoyo de Trump al Brexit (Nigel Farage, exl¨ªder de la UKIP, ha sido el primer visitante no americano del nuevo presidente). Evidentemente, Marine Le Pen es candidata a integrar un c¨ªrculo ampliado a otros movimientos populistas que deber¨ªan obtener, en Washington, un punto de apoyo y que ya gozan del respaldo de Rusia. Todos estos movimientos tienen en com¨²n su voluntad de trabajar por la deconstrucci¨®n de la Uni¨®n Europea.
La era Trump, si este mantiene sus promesas, podr¨ªa llevar a que los Estados Unidos dejen de ser un modelo para las democracias liberales. ¡°Tienen un sue?o¡±, se dec¨ªa con esperanza de John Kennedy y de Martin Luther King. Puede que Barack Obama haya sido el ¨²ltimo en intentar perpetuar ese sue?o. Que, con ayuda de Donald Trump, bien podr¨ªa convertirse en nuestra pesadilla.
Jean-Marie Colombani fue director de Le Monde
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