Ni?os soldados, m¨¢s all¨¢ de las atrocidades
En el D¨ªa Universal del Ni?o, recordamos que a¨²n quedan 300.000 menores reclutados en ej¨¦rcitos y guerrillas de todo el mundo
A veces, la forma en que un ni?o entra en un grupo armado no difiere mucho de c¨®mo un joven entra en una pandilla. Basta una mezcla de varios ingredientes, como la falta de atenci¨®n en la familia. Entonces, la integraci¨®n en un grupo compensa la necesidad de pertenencia a un grupo humano cercano. Y, claro est¨¢, es necesario que la proliferaci¨®n y aceptaci¨®n de este tipo de grupos sea algo normal en la sociedad en que vive el menor.
La diferencia est¨¢ en el detalle. En el caso de los ni?os soldado, la falta de atenci¨®n suele venir por el fallecimiento de uno o ambos progenitores, la separaci¨®n accidental de los miembros de una familia en el momento de huir de un ataque o el secuestro del ni?o. Adem¨¢s, los cabecillas de muchos grupos saben que deben reforzar este distanciamiento con el hogar y obligan a los ni?os a perpetrar ataques contra sus comunidades, incluso contra sus propias familias, para que no tengan ad¨®nde regresar.
Mike (17 a?os)
Me llamo Mike, tengo 17 a?os y soy un ex ni?o soldado de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo.
Cuando comenz¨® el conflicto en mi pa¨ªs fui reclutado en un grupo armado, el entonces llamado FPRM [un grupo de milicianos]. Ten¨ªa 11 a?os y estudiaba quinto en la escuela primaria, como muchos otros ni?os de mi edad en mi pueblo.
Tres a?os m¨¢s tarde nos pidieron integrarnos en el ej¨¦rcito. Nos llevaron a la formaci¨®n pero yo no pude soportarlo mucho tiempo y decid¨ª huir.
Despu¨¦s de esto me un¨ª a otro grupo rebelde, donde fui nombrado comandante en esa zona por mi audacia. Esto significa que yo controlaba todas las patrullas de d¨ªa y de noche, todas las atrocidades se me comunicaban a m¨ª y yo sencillamente estaba al tanto de todo.
No me gusta hablar de las atrocidades, porque estoy seguro de que todo el mundo sabe lo que hace este grupo a la poblaci¨®n. En los grupos armados he cometido todos los tipos de violencia y cr¨ªmenes que se puedan imaginar.
La primera vez que una organizaci¨®n internacional me ayud¨® a salir del grupo rebelde no sali¨® bien. Mi comunidad no me acept¨® en ese momento y sent¨ª que mi lugar estaba solo en el monte con gente armada.
La segunda vez que intent¨¦ volver a vivir con mi familia en el pueblo de Katwiguru, me encontr¨¦ con que mi familia no estaba all¨ª. Hab¨ªan sido amenazados, por mi causa. Algunos me buscaban a m¨ª por los cr¨ªmenes cometidos. Despu¨¦s de algunas semanas, supe que mi madre estaba en Goma y me fui a buscarla. Mi padre hab¨ªa huido a Uganda, donde ahora est¨¢ viviendo en un campo de refugiados.
El tercer intento fue cuando visit¨¦ a mi familia y mi madre me rog¨® que no volviera de nuevo a la selva. Ella hizo lo que pudo como madre para convencerme y en ese momento decid¨ª escucharla. Me qued¨¦ con ella y se encarg¨® de m¨ª aunque no ten¨ªa casi nada.
Doy gracias a World Vision por aceptarme en este centro de recuperaci¨®n para formarme en mec¨¢nica. Estoy seguro de que este trabajo me ayudar¨¢ en mi vida. Ahora siento que aqu¨ª es donde est¨¢ mi futuro. En el monte, la vida es dura, una vida de supervivencia, y no es buena para los ni?os.
La gente me ve como una mala persona y me hacen sentir culpable, pero yo sue?o con llegar a ser una buena persona. Mi temor es que incluso hoy en d¨ªa puedo ver a mis antiguos compa?eros en la ciudad y quieren que vuelva a las fuerzas armadas. Me gustar¨ªa que alguien pudiera hablar con ellos tambi¨¦n.
Mike (se ha usado un nombre ficticio para preservar la identidad del menor) es uno de los 30.000 ni?os que han sido reclutados en ej¨¦rcitos rebeldes en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo.
La integraci¨®n de los ni?os soldado en el grupo suele ser forzada, aunque tambi¨¦n se dan casos en que los menores se alistan porque tener un arma y participar en la defensa de unas determinadas creencias les hace sentirse importantes. En cualquier caso, se mantienen en el grupo principalmente por miedo: el miedo a ser asesinados o mutilados si escapan.
Resulta dif¨ªcil imaginar que un ni?o pueda ver normal entrar en un grupo violento, pero en el mundo hay 300.000 ni?as y ni?os implicados en conflictos armados, que viven en pa¨ªses en guerra con pocas oportunidades laborales y ven en el hecho de ser soldados una posibilidad de subsistencia a su alcance.
La realidad de los ni?os soldado es muy dura. El personal sanitario de World Vision ha atendido heridas f¨ªsicas que van desde llagas en los hombros por cargar durante muchos d¨ªas y kil¨®metros pesadas armas y municiones, hasta heridas de bala o amputaciones de miembros. Pero nuestros compa?eros nos cuentan que lo m¨¢s dif¨ªcil es curar las heridas psicol¨®gicas de estos ni?os que, previo adiestramiento, se han visto forzados a cometer atrocidades y que incluso por la presi¨®n y entorno en que han vivido han llegado a jactarse de ello.
Recuperarse de todo ello es dif¨ªcil, y a¨²n hay que sumarle la dificultad para reinsertarse en la sociedad. Tras muchos meses e incluso a?os dedicados a luchar en lugar de ir a la escuela o aprender un oficio, sus habilidades para trabajar fuera del ej¨¦rcito son pr¨¢cticamente inexistentes. Adem¨¢s, se han labrado en sus comunidades de origen una fama de violentos e incluso de enemigos. Y, por si fuera poco, siempre queda la tentaci¨®n de volver a la guerra, inculcada tras mucho tiempo de no conocer otra cosa que el grupo armado y la ley de la selva.
En la parte oriental de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC), los rebeldes siguen reclutando ni?os para una guerra continua que les enfrenta al ej¨¦rcito regular del pa¨ªs. En los 15 a?os de violencia, se estima que han muerto 5 millones de personas y m¨¢s de 1,7 millones han huido de la zona.
Nuestra experiencia en Sierra Leona, Uganda, la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Birmania y otros lugares nos ha demostrado que el proceso de reintegraci¨®n de un ni?o soldado es complejo y prolongado, pero que se puede lograr.
Desde World Vision trabajamos con ellos con atenci¨®n m¨¦dica y psicol¨®gica, para superar los traumas y ayudarles en el proceso de reconciliaci¨®n con su comunidad, Tambi¨¦n damos apoyo a las familias para reforzar el entorno protector del menor. Y trabajamos con las comunidades, no solo para que acepten de nuevo a estos ni?os, sino tambi¨¦n para mejorar su situaci¨®n de falta de alimentos, de empleo y seguridad, pues sin un m¨ªnimo de estabilidad es imposible que los ni?os y sus familias puedan recuperar la normalidad.
Adem¨¢s de todo esto, World Vision y las organizaciones con las que nos asociamos tambi¨¦n ayudamos a los ni?os ex soldados a obtener sus documentos de reintegraci¨®n para que puedan volver a una vida normal libremente, incluyendo la obtenci¨®n de los documentos de desmovilizaci¨®n, que impiden ser perseguidos y juzgados por parte del gobierno.
Entre 2011 y 2014, 91 ni?os soldados y 110 trabajadores sexuales fueron totalmente rehabilitados con ¨¦xito. Todos ellos recibieron formaci¨®n profesional y educativa, adem¨¢s de apoyo psicosocial.
Desafortunadamente, en el mundo, m¨¢s de 50 grupos armados siguen utilizando a ni?os y ni?as en sus actividades. Adem¨¢s de Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Afganist¨¢n, Myanmar, Rep¨²blica Centroafricana, Sud¨¢n del Sur, Somalia y Yemen son algunos de los pa¨ªses con mayor prevalencia.
Necesitamos m¨¢s recursos para poder seguir atendiendo y rehabilitando a estos 300.000 menores que ya son soldados, y tambi¨¦n para continuar las iniciativas de prohibici¨®n y persecuci¨®n del uso de menores en la lucha armada.
Queda mucho por hacer, pero quiz¨¢, entendiendo bien los motivos por los que estos ni?os se alistan como soldados (o son forzados a hacerlo) y d¨¢ndonos cuenta de que no es un fen¨®meno aislado y de las consecuencias de por vida que esta experiencia tiene para los m¨¢s vulnerables, los ni?os, consigamos sumar m¨¢s personas a nuestra causa y conseguir acabar con esta verg¨¹enza para la humanidad.
Susanna Oliver es responsable de Proyectos Internacionales de la Fundaci¨®n World Vision.
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