Trump, el maestro titiritero y sus l¨ªmites
Mientras todo quedaba en el campo de la ret¨®rica y las promesas, le fue bien; pero ahora tendr¨¢ que concretar y vendr¨¢ la frustraci¨®n
Cuatro d¨ªas antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, le¨ª el libro de Donald Trump titulado El arte de los negociaci¨®n ¨Cun manual para artistas del enga?o¨C que, como se ha visto despu¨¦s, es una versi¨®n actualizada de El Pr¨ªncipe de Maquiavelo. Como al comienzo de la temporada de las primarias me hab¨ªa equivocado juzgando que la candidatura de Trump era un mero truco de marketing que s¨®lo pretend¨ªa promocionar su marca, no quer¨ªa cometer el mismo error en las etapas finales de la campa?a. No puede decirse lo mismo, por desgracia, del equipo de Clinton, que obviamente no hizo bien su tarea. Si los asesores hubieran echado al menos un vistazo a El arte de los negocios, se habr¨ªan dado cuenta r¨¢pidamente de que la publicidad negativa no pod¨ªa perjudicar al candidato republicano, para quien no hay publicidad que sea "mala". Para Trump era un objetivo en s¨ª que mencionaran su nombre en Cable News, con independencia del contexto, pues eso le hac¨ªa m¨¢s grande y, por lo tanto, le convert¨ªa en un ideal en el que la gente com¨²n pod¨ªa atisbar sus propios sue?os y sus deseos de grandeza inalcanzables.
Los EEUU ya ten¨ªan un presidente actor, Ronald Reagan, y ahora est¨¢n a punto de tener un presidente de reality show, Donald Trump. Esto significa que se borra la l¨ªnea de separaci¨®n entre la fantas¨ªa y la realidad, pero tambi¨¦n que la propia fantas¨ªa, aunque sea siniestra e inquietante, viene a dictar la realidad. Parafraseando a Plat¨®n podr¨ªamos decir que Trump va a ser el sofista-rey, un maestro titiritero que sabe c¨®mo manipular las apariencias y c¨®mo manipular su propia manipulaci¨®n. Por ejemplo, al arremeter contra los medios de comunicaci¨®n que le han convertido, literalmente, en lo que es hoy en d¨ªa.
Los EEUU ya ten¨ªan un presidente actor, Ronald Reagan, y ahora est¨¢n a punto de tener un presidente de reality show, Donald Trump
En lugar de ceder a la desesperaci¨®n ante el ¨¦xito actual del arte del enga?o (despu¨¦s de todo, existe una tradici¨®n filos¨®fica que considera que la pol¨ªtica es un arte del enga?o; Plat¨®n se apoya en esta conclusi¨®n para denunciar el ¨¢mbito pol¨ªtico de las apariencias en su conjunto, mientras que Maquiavelo se basa en ella para enunciar las pautas a seguir en la b¨²squeda del ¨¦xito pol¨ªtico), me gustar¨ªa destacar dos de sus limitaciones intr¨ªnsecas y una inesperada implicaci¨®n positiva.
Primero. Hay que tener en cuenta que en el caso del ascenso pol¨ªtico de Trump, el medio no es el mensaje. La forma que utiliza es decididamente postmoderna, a saber, la construcci¨®n medi¨¢tica de la realidad. Pero el contenido es hipermoderno: acepta la industrializaci¨®n y el nacionalismo excluyentes. Inevitablemente, esta contradicci¨®n, cuyo poder Trump ha aprovechado y ha manejado hasta el momento, se resolver¨¢ a favor de uno u otro extremo en el proceso de normalizaci¨®n posterior a las elecciones. ?Qu¨¦ suceder¨¢ cu¨¢ndo el as¨ª llamado ¡°movimiento¡± pol¨ªtico que llev¨® al poder a Trump culmine en una estructura de gobernanza, tipo Politbur¨®, est¨¢tica y homog¨¦nea -todos machos/todos blancos- y la nueva administraci¨®n se convierte en una de las menos transparentes, m¨¢s secreta, de la historia de los Estados Unidos? ?D¨®nde estar¨¢ el elemento postmoderno de su auto-presentaci¨®n?
A la hora de concretar en decisiones, dadas las contradicciones internas que ha estado cultivando, Trump no tendr¨¢ otra opci¨®n que la de fracasar
Segundo. Todas las promesas contradictorias que ha hecho Trump en la campa?a tendr¨¢n que dejar paso a decisiones de pol¨ªtica reales, empezando por la elecci¨®n del Gabinete, que no parece que vaya a estar compuesto por pol¨ªticos marginales. Al realizarse, algunas posibilidades se quedar¨¢n por el camino. Con ello Trump perder¨¢ la baza de su capacidad de eludir las posiciones concretas. La cuesti¨®n es que, dadas las contradicciones internas que ha estado cultivando, Trump no tendr¨¢ otra opci¨®n m¨¢s que la de fracasar. La misma estrategia que le llev¨® a ser elegido se volver¨¢ se contra ¨¦l en el per¨ªodo de su mandato. Una cosa es romper algunas promesas electorales, pero otra cosa muy distinta es romper las promesas precisamente a la hora de realizarlas.
La implicaci¨®n positiva de la presidencia de Trump va en la misma l¨ªnea que la apuntada por Slavoj Zizek en algunos de sus an¨¢lisis recientes. Los comentaristas nos advierten del peligro de que la pol¨ªtica de Trump mientras tenga el tim¨®n de los EE.UU. puede provocar un "desastre para el planeta", una derrota segura en la lucha contra el cambio clim¨¢tico, un desastre para los m¨¢s pobres y vulnerables, un desastre en las relaciones interraciales ... Pero se olvidan de que el acuerdo sobre el clima de Par¨ªs es demasiado escaso y llega ya demasiado tarde como para hacer de nuevo el mundo habitable, o de que los salarios hace tiempo que no han aumentado y de que las relaciones interraciales han llegado a un nuevo m¨ªnimo bajo la presidencia de Obama. Lo que la elecci¨®n de Trump indica es que se han ca¨ªdo las pantallas ideol¨®gicas que ocultan estas y otras cat¨¢strofes no mitigadas y que no podemos alegrarnos de presuntas victorias mientras nos dirigimos a toda velocidad hacia el colapso ambiental y social. As¨ª es como la ficci¨®n que se vuelve consciente hace que la propia realidad negada se vuelva real.
Michael Marder es doctor en Filosof¨ªa e investigador Ikerbasque en la Universidad del Pa¨ªs Vasco
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