Lo que s¨ª est¨¢ en nuestras manos
La irritaci¨®n sideral de cuantos se sienten maltratados es la semilla en que arraiga el espectro populista, c¨®ctel de antipol¨ªtica, ret¨®rica del odio y explotaci¨®n del miedo
Vista la profundidad de la crisis del PSOE, la peor desde hace d¨¦cadas, proliferan los art¨ªculos y tribunas de opini¨®n que intentan iluminar la hoja de ruta para salir del bache. La literatura acerca del declive de la socialdemocracia es inabarcable tambi¨¦n en el socialismo espa?ol. He contribuido a ella, junto con otros muchos inquietos por tantos desaf¨ªos. El socialismo tiene historia, pero si es verdad que debemos reanimarlo hacia el futuro, procede abordar sin demora una reflexi¨®n severa y sobre todo compartida acerca de su gravedad. En todas las aproximaciones hay hilos conductores comunes, todos ellos recurrentes en recientes convenciones y conferencias. Una y otra vez, la urgencia de pararse a pensar, con luz larga, acerca de un ¡°nuevo proyecto para el siglo XXI¡±. Se alude con esta met¨¢fora tanto al car¨¢cter estrat¨¦gico del programa y las acciones que se han de acometer para recobrar un espacio hist¨®ricamente central -en la pol¨ªtica espa?ola, ese mismo que las urnas nos han venido esquivando en ¨²ltimas convocatorias, con apoyos declinantes- como a la actualizaci¨®n de nuestra oferta pol¨ªtica ante las exigencias de una sociedad transformada por la revoluci¨®n informacional en la red y por la globalizaci¨®n.
Otros art¨ªculos del autor
En cuanto al discurso pol¨ªtico, los an¨¢lisis compelen a discutir el papel de los servicios p¨²blicos que realizan los derechos de cobertura universal, pero para garantizar su pervivencia y su sostenibilidad, junto con la aseguraci¨®n del sistema de pensiones y de protecci¨®n social. Aunque esto nos exija primar los debates espec¨ªficos sobre pol¨ªticas concretas (qu¨¦ prestaciones preferir, qu¨¦ es lo que debe restaurarse frente a los recortes salvajes, impuestos sin contemplaciones, y qu¨¦ reformas propugnar) frente a la tentaci¨®n de jeremiadas celestiales ¡°contra el neoliberalismo¡±. Lo mismo con los ajustes presupuestarios que obligan a los poderes p¨²blicos a luchar contra las desigualdades crecientes con medios siempre decrecientes, para generar los recursos fiscales y financieros interviniendo en nichos hasta ahora elusivos (grandes fortunas, transacciones financieras, capitales opacos en deslocalizaci¨®n o a cubierto de tax rulings, planificaci¨®n ¡°agresiva¡±, fraude y para¨ªsos fiscales...). Tambi¨¦n la mejor dimensi¨®n del sector p¨²blico y de los instrumentos de participaci¨®n democr¨¢tica son ingredientes constantes del prontuario de demandas bajo el rebato de ¡°duelo por la socialdemocracia¡± en retroceso en toda Europa.
No obstante, hay dos perspectivas no tan frecuentemente subrayadas, pese a resultar decisivas para comprender el diagn¨®stico y su tratamiento integral. La primera es cabalmente la magnitud europea del t¨²nel socialdem¨®crata. Porque este ciclo negativo que apunta a cronificarse empez¨®, en realidad, cuando una abrumadora hegemon¨ªa conservadora impuso a los europeos una narrativa abyecta que no s¨®lo no fue impugnada a tiempo, y con fuerza suficiente, por los partidos socialistas, sino que, al contrario, fue abrazada y secundada por experiencias reales de complicidades de izquierda -ya fuera en gran coalici¨®n, ya fuera en el seguidismo de un recetario implacable de cu?o ordoliberal- en gobiernos liderados por una derecha lanzada a un ajuste de cuentas contra el modelo social que hab¨ªa distinguido a la UE.
El modelo de agrupaciones locales, fichas de afiliaci¨®n y encuadramiento territorial, muestra disfuncionalidades respecto de los valores que proclamamos profesar
Y habr¨¢ que repetirlo mil veces: no habr¨¢ remedio a estos males mientras la socialdemocracia no sea capaz de restablecer su cr¨¦dito tanto como soluci¨®n cuanto como alternativa frente a las injusticias y los estragos causados por ese giro a la derecha de alcance paneuropeo, que tanto y tan cruelmente ha ensanchado la brecha de las desigualdades y agravios entre los perdedores de la globalizaci¨®n. El cabreo sideral de cuantos se sienten maltratados es la semilla en que arraiga el espectro populista, c¨®ctel de antipol¨ªtica, ret¨®rica del odio y explotaci¨®n del miedo. La apoteosis de la simplificaci¨®n frente a la complejidad y la exasperaci¨®n del enfado y de la frustraci¨®n acent¨²an las ya muy serias dificultades de comunicaci¨®n de la socialdemocracia y su impotencia electoral para frenar los destrozos.
Los partidos socialistas habremos de demostrar -con hechos, no m¨¢s palabras- que s¨®lo el restablecimiento de la dignidad del trabajo -?no basta el n¨²mero de empleos, sino su calidad!- y una reforma tributaria que restablezca de una vez la progresividad, que es base para la equidad, y combata la actual competici¨®n fiscal en el interior de la UE, asegurando al mismo tiempo recursos presupuestarios para restaurar la idea de una Europa social, tendr¨¢ la socialdemocracia alguna ocasi¨®n de relanzar los valores de igualdad y democracia deteriorados como nunca. Algo de tanto calado no descansa solamente en nuestra voluntad...?pero hay que ponerse a ello!
Pero hay todav¨ªa una segunda: frente a la enormidad de lo que escapa a lo inmediato, existen otros objetivos que s¨ª pertenecen al margen de maniobra aut¨®nomo de los partidos socialistas. No s¨®lo est¨¢ en nuestras manos, sino que ning¨²n nuevo documento ni manifiesto a la firma ni miles de ponencias y enmiendas tendr¨¢n ninguna eficacia ni exorcizar¨¢n ning¨²n s¨ªndrome si no tenemos el coraje de reformar, profundamente y de una vez, nuestros anticuados dise?os de organizaci¨®n y comunicaci¨®n pol¨ªtica.
Hace ya tiempo que el modelo de agrupaciones locales, fichas de afiliaci¨®n y encuadramiento territorial de las opciones para actuar y comprometerse en pol¨ªtica, muestra disfuncionalidades respecto de los valores que proclamamos profesar. Los mecanismos burocratizados, aherrojados a menudo por camarillas profesionalizadas en su radicaci¨®n local, ya no resultan adecuados ni para repoblar reverdeciendo los partidos socialistas -envejecidos, y cada vez m¨¢s disociados de la demograf¨ªa de la sociedad circundante a la que deben aspirar a representar, vertebrar y liderar- ni para recapitalizarlos -innovando y mejorando su conexi¨®n con los m¨¢s j¨®venes y sectores m¨¢s din¨¢micos de la ciudadan¨ªa.
Y los partidos socialistas no iremos a ninguna parte enzarzados en disputas cainitas, faccionalismos fulanistas sin contenido ideol¨®gico, confrontados entre s¨ª por controlar ¡°lo que quede¡± despu¨¦s de cada escaramuza (como si mereciera la pena empadronarse en un yermo); ni embruteciendo el lenguaje con la estigmatizaci¨®n maniquea de ¡°ellos¡± frente a ¡°nosotros¡± en cada pugna org¨¢nica; ni banalizando el insulto ni el juego sucio en las redes como esos populismos que van ganando en cada asalto; ni aburriendo o disuadiendo las altas de afiliaci¨®n como si fueran amenazas frente a un statu quo cada vez m¨¢s degradado y cada vez menos frecuentado por menos y peor avenidos (meno siamo, meglio ci stiamo: ¡°cuantos menos seamos, mejor cabemos¡±, reza c¨ªnicamente el adagio italiano).
Y, ?atenci¨®n!..?es la actitud!: los partidos socialistas que no velen por su receptividad ante la innovaci¨®n y el talento, y por la habitabilidad y fraternidad interior, que no acojan con respeto el pluralismo y discrepancia de los suyos, que no multipliquen su encanto y capacidad de atracci¨®n hacia nuevos activistas y potenciales adhesiones, arriesgan una espiral de autolisis y autodestrucci¨®n. ?Evitarlo, aqu¨ª y ahora, y hacerlo inmediatamente, s¨ª que est¨¢ en nuestras manos! Pong¨¢monos cuanto antes a ello.
Juan F. L¨®pez Aguilar es eurodiputado socialista, autor de La socialdemocracia y el futuro de Europa, ed. Catarata, 2013
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