As¨ª vive el hombre que moderniz¨® Barcelona
El arquitecto y urbanista Oriol Bohigas, 90 a?os, fue el primero en mudarse al Barrio G¨®tico antes de la epidemia Airbnb. Hoy, su piso es un oasis
Intentar que Oriol Bohigas (Barcelona, 1925) hable sobre su casa sin saltar instant¨¢neamente a su gran pasi¨®n, el urbanismo, es misi¨®n casi imposible. Ni siquiera con una pregunta general como qu¨¦ lugar ocupa la comodidad en una vivienda. ¡°Antes hay que ver qu¨¦ entendemos por comodidad, si por comodidad del espacio dom¨¦stico o por comodidad del espacio urbano. La reivindicaci¨®n de esa confortabilidad, la urbana, es la lucha que viene despu¨¦s de aquella de los habitantes. Es un tema que me interesa mucho. Hay tantos alcaldes y tantos especuladores que han trastocado los l¨ªmites urbanos, que ahora hay que rehacerlos entre todos¡±, dice con su conocido tono militante desde su espacioso piso principal, con vistas a la Plaza Real de Barcelona.
El arquitecto y su mujer, Beth Gal¨ª, se mudaron aqu¨ª antes de que el Barrio G¨®tico fuera el centro tur¨ªstico que es hoy. ¡°Oriol tuvo visi¨®n de futuro. ?l se empe?¨® en que nos vini¨¦ramos a vivir al casco en un momento en el que no hab¨ªa nada. Antes viv¨ªamos en Sarri¨¤, en la parte alta. Pasamos de la parte m¨¢s burguesa y tranquila a la m¨¢s gamberra. Nuestros amigos nos dec¨ªan que no ¨ªbamos a durar nada, pero mira, aqu¨ª llevamos 30 a?os¡±, explica Gal¨ª.
¡°Esta plaza forma parte de la operaci¨®n urban¨ªstica de recuperaci¨®n de un barrio antiguo en el siglo XIX¡±, explica el arquitecto refiri¨¦ndose al plan Cerd¨¤: la operaci¨®n que ensanch¨® Barcelona para ordenar su crecimiento y mejorar la salubridad de una poblaci¨®n pasto de las epidemias. Un siglo despu¨¦s, fue Bohigas quien llev¨® a cabo la segunda gran transformaci¨®n de la ciudad, dot¨¢ndola de plazas y servicios en barrios pobres y abri¨¦ndola al mar.
"Hay tantos alcaldes y tantos especuladores que han trastocado los l¨ªmites urbanos, que ahora hay que rehacerlos entre todos¡±
Gal¨ª, arquitecta y dise?adora ¨Cgan¨® el Premio FAD en 1984 y dirigi¨® esa misma instituci¨®n entre 2001 y 2009¨C, cuenta que el piso, que hab¨ªa sido una escuela, estaba destrozado. ¡°Nosotros volvimos a la estructura antigua, quitamos tabiques y recuperamos la distribuci¨®n en torno al patio¡±, dice. No pensaban inventar nada, pero actuaron con instrumentos modernos. Su punto de vista respecto al mobiliario es menos caprichoso que el de muchos de sus compa?eros de profesi¨®n. ¡°No quer¨ªamos que la casa pareciera un muestrario de muebles de firma¡±, dice ella, y por eso la selecci¨®n tiene que ver, sobre todo, con su trayectoria vital. Igual que los cuadros, muchos de los muebles han sido dise?ados por amigos y coet¨¢neos como Miguel Mil¨¤ o Josep Antoni Coderch.
La postura de Bohigas respecto al mueble de anticuario es particularmente reveladora: ¡°Me parece m¨¢s moderno tener una silla de Ikea que reivindicar cualquier estilo del siglo XX. Ikea ha logrado cambiar los interiores modernos. El arquitecto ya no tiene que valorar el mobiliario, y eso es un acontecimiento¡±. A diferencia de otros arquitectos, no hay trauma en su relaci¨®n con la decoraci¨®n. ¡°Hubo unos a?os de la arquitectura moderna, los cincuenta y sesenta, en los que esta se defin¨ªa por la espectacularidad del volumen. Entonces empez¨® a tratarse con m¨¢s cari?o el espacio interior, se convirti¨® en protagonista de la cr¨ªtica arquitect¨®nica¡±. Eso s¨ª, en su opini¨®n, ¡°ha degenerado mucho. Antes hab¨ªa un grupo de decoradores inteligentes que hoy no existe. Ahora es una cosa como para ni?as con educaci¨®n de lujo¡±.
Tres d¨¦cadas despu¨¦s de la mudanza, con la Plaza Real convertida en un precioso circo tur¨ªstico, el bullicio se oye a trav¨¦s de las ventanas. El arquitecto s¨®lo se queja de los ¡°turistas de profesi¨®n¡±. ¡°Acabar¨¢n quit¨¢ndole el encanto tur¨ªstico a la ciudad¡±. Esa es la lucha que le pasa a la siguiente generaci¨®n.
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