Alfombra roja en Londres para el cine africano
'Children of the Mountain', de la ghanesa Priscilla Anany, gana el premio a la mejor pel¨ªcula
Mientras esperamos en el elegante vest¨ªbulo del Picturehouse Central nos ofrecen una copa de champ¨¢n. En breves instantes comenzar¨¢ la primera proyecci¨®n del festival de cine africano Film Africa de Londres. La enorme sala de cine est¨¢ vac¨ªa y silenciosa. Expectante.
En la oscuridad, como el ciego et¨ªope del documental Roaring Abyss del espa?ol Quino Pi?ero. Esperando hasta que su padre puso en sus manos una modesta flauta wahent de color negro. As¨ª como Luis Braille esculpi¨® letras para que su hijo pudiera leer, este padre et¨ªope le dio al suyo un instrumento que ya se usaba en tiempos del rey David. Y comenz¨® a tocar. Tocaba con los granjeros y aprend¨ªa de ellos. Tocaba, y se aclaraban sus pensamientos. La m¨²sica fue su escuela y abri¨® sus ojos.
Como se abrieron los de los espectadores del Picturehouse y de otras salas de cine londinenses a una realidad que muchos conoc¨ªamos solo en parte: la enorme riqueza de las culturas africanas. Mostr¨¢ndonos por ejemplo las emociones sutiles que se puede conseguir transmitir con un iPhone. Si se tiene, claro, el talento de la ruandesa Anisia Uzeyman y una road movie que contar: Dreamsters.
El festival decide comenzar proyectando sobre la gran pantalla un ejemplo de lucha por la dignidad en tiempos del apartheid. La de Solomon Mahlangu en la pel¨ªcula Kalushi, del sudafricano Mandla Walter Dube. Despu¨¦s de la ternura y de la violencia que desbordan las im¨¢genes durante toda la pel¨ªcula, el discurso final del protagonista consigue condensar toda esa emoci¨®n. Azuzada si cabe un poco m¨¢s con las palabras enardecidas del actor Thabo Rametsi, recordando las luchas que a¨²n quedan por ganar en la Sud¨¢frica de hoy.
En un descanso del festival, pudimos ver grandes ejemplos de sufrimiento y de dignidad en la lucha por la libertad en el impactante museo de la esclavitud de Liverpool. Esta ciudad super¨® a Londres como centro del comercio de esclavos del Reino Unido, pero ahora recupera al menos la memoria. Y tuvimos la suerte de charlar con Jon Daniel en su exposici¨®n Afro Supa Hero sobre h¨¦roes africanos de ficci¨®n y sobre los de carne y hueso. Seg¨²n Daniel, en muchos casos los reales superan a los de ficci¨®n. Pero todos ellos le sirvieron de referentes, pues todos necesitamos modelos a los que poder imitar.
Volviendo a las pantallas de cine descubrimos que algunos esclavos no part¨ªan directamente a las plantaciones americanas, sino que se quedaban en Europa. Concretamente en Espa?a. En su magn¨ªfico documental Gurumb¨¦, el espa?ol Miguel ?ngel Rosales nos muestra que uno de cada 10 gaditanos alrededor de 1700 eran esclavos negros. ¡°Siento verg¨¹enza¡± oigo decir a la chica espa?ola de la butaca de al lado. Sentimos verg¨¹enza sobre todo porque no lo sab¨ªamos. Verg¨¹enza por el olvido. Pero Gurumb¨¦ es tambi¨¦n un homenaje a la inmensa influencia africana en nuestra cultura. Por ejemplo en el flamenco. Cuando la mano no encuentra la piel del tambor ¨Co¨ªmos en el documental-, hace m¨²sica con lo que tiene, incluso con el propio cuerpo¡?
La lucha por la dignidad tiene distintos frentes, como nos ense?a la pel¨ªcula ganadora del festival Children of the Mountain, de la ghanesa Priscilla Anany. En una historia llena de matices y de sensibilidad, una madre sin recursos debe luchar contra el estigma social y sus propias debilidades para ayudar a su hijo que ha nacido con labio leporino y que no puede ni caminar. Quiz¨¢s por su poder como met¨¢fora de la fuerza, la esperanza y la resistencia del pueblo africano, -as¨ª como por la casi brutal honestidad con la que muestra sus debilidades- es por lo que se ha ganado el coraz¨®n de los espectadores de este festival.
En esta muestra de lujo de la riqueza del cine africano, tambi¨¦n reflexionamos sobre la muerte, en este caso de la mano del amable director keniano Mbithi Masya. En su pel¨ªcula Kati Kati nos hace identificarnos con la amn¨¦sica protagonista que de repente se encuentra en un mundo surrealista en que le informan de que ya est¨¢ muerta. Poco a poco iremos aprendiendo con ella quiz¨¢s m¨¢s sobre la vida, el sentimiento de culpa y de verg¨¹enza, que sobre la muerte. Y por supuesto sobre el amor.
Aunque para historia de amor, y dado que no pod¨ªa faltar en un festival de cine africano una pel¨ªcula de Nollywood, tenemos Gidi Blues ¨C A Lagos Love Story. Quiz¨¢s la m¨¢s comercial de las pel¨ªculas del festival, pero en la que podemos ver el crudo contraste entre los barrios ricos y pobres de Lagos. Y en la que se incluye una cr¨ªtica tanto a la hipocres¨ªa de los mayores como a la superficialidad y ego¨ªsmo de algunos j¨®venes. Terminando eso s¨ª con final feliz.
El festival termina como empez¨®, con cr¨ªtica social. El director maliense Douda Coulibaly en su pel¨ªcula W¨´lu intenta responder con valent¨ªa a la pregunta ¡°?C¨®mo hemos podido llegar a esto?¡± que se plante¨® tras la guerra y la intervenci¨®n francesa en Mali. Se centra m¨¢s en las causas econ¨®micas, en la pobreza y el narcotr¨¢fico que en Al-Qaeda o la situaci¨®n de los tuareg. La historia adem¨¢s muestra, a trav¨¦s de la dificultad de comunicaci¨®n del protagonista, la incomunicaci¨®n del mundo en que vivimos. Como nos coment¨® despu¨¦s el director, ¡°si Ladji hubiera sido capaz de expresar sus sentimientos no habr¨ªa habido pel¨ªcula¡±.
Una prueba m¨¢s de que la larga lucha por la dignidad, haya o no alfombra roja bajo nuestros pies, no ha terminado. Y de que el cine, como la flauta wahent que le regal¨® su padre al ciego et¨ªope, puede abrirnos los ojos a una realidad que desconoc¨ªamos.
As¨ª, gracias a esta inspiradora muestra de cine africano, resuenan en Londres las ¨²ltimas palabras de Solomon Mahlangu antes de ser ejecutado:
¡°D¨ªganle a mi gente que los amo, y que tienen que seguir luchando.¡±
*C¨¦sar P¨¦rez Herrero: M¨¦dico de Familia cooperante de M¨¦dicos Sin Fronteras y M¨¢ster en Estudios literarios por la Universidad Complutense de Madrid enfoc¨¢ndose en Literatura Africana. Hizo un viaje en solitario de a?o y medio por 22 pa¨ªses africanos y su mochila sigue siempre a mano para emprender un nuevo viaje. Su blog de viajes:?http://www.lolyplanet.blogspot.com/
El blog Africa No es un pa¨ªs no se hace responsable ni comparte siempre las opiniones de los autores.?
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