La Consti

En el refer¨¦ndum constitucional del 78, yo me abstuve. El texto no me parec¨ªa mal en la (escasa) medida en que lo conoc¨ªa, pero no pude aceptar la monarqu¨ªa. Me sent¨ªa republicano, del r¨¦gimen igualitario, laico, jacobino (?claro!), de maestros y jueces, el de Jules Ferry y L¨¦on Blum. Amigos mayores en sabidur¨ªa, republicanos pero realistas, me lo reprocharon: lo importante era alcanzar la democracia viable, no elegir a la carta lo m¨¢s gratificante. Veo que ten¨ªan raz¨®n, pero no consigo arrepentirme de mi cabezoner¨ªa. En cualquier caso, la inmensa mayor¨ªa de los votantes (el 90% contra el 8%) eligi¨® que la jefatura del Estado no fuese electiva sino hereditaria. Y como la democracia consiste en que el precio de que nuestra voluntad cuente es que tambi¨¦n cuente la de todos los dem¨¢s, no hubo m¨¢s remedio que acatar el resultado. Y ah¨ª seguimos. De modo que no es de recibo que algunos diputados (a los que muchos no hemos votado, pero que aceptamos casi sin rechistar) aseguren que al Rey nadie le ha votado o nos informen v¨ªa camiseta que ellos no han elegido a ning¨²n rey. Si hacemos bien las cuentas, el Rey fue el m¨¢s votado de todos los que estaban en la apertura del Parlamento... Que esto se le escape al se?or Ca?amero, que es un hombre sencillo del campo (y de Alcampo, Mercadona, etc¨¦tera...) puede pasar, pero que parezcan ignorarlo exalumnos de Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall o Antonio Elorza resulta escandaloso.

Con el tiempo, llegar¨¢ a Espa?a el refer¨¦ndum entre monarqu¨ªa o rep¨²blica. Si yo alcanzo a votar (la criogenizaci¨®n logra milagros), a pesar de todo optar¨¦ por la rep¨²blica. Y seguro que hace como yo, harto de aguantar reyezuelos provinciales y parlamentarios chuscos, el propio don Felipe de Borb¨®n.