Ellos son Nosotros
Ninguno de nosotros piensa que habita sobre una frontera pero eso es exactamente lo que hacemos
La imagen se repite cada ma?ana. Un tumulto apresurado de trabajadores abandona los vagones del Metro tratando de alcanzar la salida. En el camino se ven obligados a sortear a una pareja de polic¨ªas de paisano que revisa con aburrimiento la documentaci¨®n de un africano, mientras otros inmigrantes son retenidos en un lado a la espera de su turno. Por unos instantes, quienes est¨¢n dentro del c¨ªrculo cruzan la mirada con los que hasta hace unos minutos hab¨ªan compartido el vag¨®n camino del trabajo. Pronto los ¨²ltimos pasajeros desaparecen del and¨¦n, dejando atr¨¢s una escena que olvidar¨¢n antes de llegar a la calle.
Ninguno de nosotros piensa que habita sobre una frontera y sin embargo eso es exactamente lo que hacemos. Son las fronteras l¨ªquidas, invisibles, que definen los No Lugares y a quienes los habitan. Son espacios f¨ªsicos de negaci¨®n de derechos, peque?os Estados de excepci¨®n en los que todo vale porque el Otro nunca fue invitado. O, sencillamente, porque nunca fue. Son espacios que ya conocemos. En otro tiempo ¨Cy a¨²n hoy, en demasiados sitios¨C el sexo, el color de la piel o la clase social establecieron barreras insalvables entre Ellos y Nosotros. Lo que hoy nos parece inconcebible fue cotidiano en alg¨²n momento, cuando nuestros antepasados aceptaron la servidumbre de sus vecinos o la infantilizaci¨®n pol¨ªtica de sus mujeres e hijas. Cuando nos pareci¨® natural recluir a un homosexual en un sanatorio o establecer aceras solo para blancos.
Lo sorprendente es que todo aquello que encontramos aberrante en estas situaciones resulte aceptable cuando la diferencia la establece una condici¨®n administrativa derivada de la nacionalidad. La convivencia cotidiana con un sistema que somete a los extranjeros al acoso institucionalizado se basa en la certeza de que Ellos no son Nosotros. Solo de este modo podemos aceptar la reclusi¨®n sin garant¨ªas de una madre de familia, la tortura sutil de los controles raciales, la negaci¨®n del derecho a la salud, el extra?amiento de la protecci¨®n institucional. Solo no siendo Ellos se explica que no nos rebelemos cada d¨ªa contra este forma adaptada de apartheid, contra esta melancol¨ªa decimon¨®nica que apuntala una sociedad donde seres humanos y fantasmas conviven separados por una l¨ªnea invisible que nos permite ser compasivos, crueles o simplemente ajenos, pero nunca ser lo mismo.
Por eso no es la compasi¨®n, sino la asimilaci¨®n, la que pondr¨¢ fin a los No Lugares. La certeza de que Ellos son Nosotros desanudar¨¢ las soluciones pol¨ªticas y administrativas que ahora nos parecen implanteables; aunque solo sea porque cualquier alternativa nos parecer¨¢ inconcebible. Es una guerra larga, cuajada de derrotas hasta una victoria que nosotros posiblemente nunca veamos. Pero porque hemos estado en otros No Lugares sabemos que es posible escapar de ellos. El camino empieza aqu¨ª, ahora.
Esta entrada es parte del proyecto realizado con la Ayuda Fundaci¨®n BBVA a Investigadores y Creadores Culturales 2016. La Fundaci¨®n BBVA no se responsabiliza de las opiniones, comentarios y contenidos incluidos en el proyecto y/o los resultados derivados del mismo, los cuales son total y absoluta responsabilidad de sus autores.
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