Deberes: llega el momento de proponer soluciones
Ha transcurrido m¨¢s de un a?o desde que inici¨¦ la petici¨®n por unas tareas justas y tengo que confesar que nunca imagin¨¦ que iba a llegar tan lejos
Ha transcurrido ya un a?o y ocho meses desde que inici¨¦ la petici¨®n por los deberes justos, y tengo que confesar que nunca imagin¨¦ que iba a llegar tan lejos. Mi petici¨®n pudo haberse quedado sepultada, olvidada, perdida entre las miles de peticiones de change.org, pero por suerte no fue as¨ª. Desde entonces hemos debatido mucho sobre los deberes escolares, y creo que ya se ha concienciado casi todo aquel que est¨¦ implicado o afectado de que es necesario hacer algo para cambiar esta situaci¨®n. En ese sentido creo que se ha avanzado m¨¢s de lo esperado.
As¨ª que creo que igual que lleg¨® el momento de encabezar la reivindicaci¨®n por unos deberes escolares justos, motivantes, adecuados a la edad de los alumnos, y para nada abusivos, ahora es el momento de empezar a proponer soluciones. Si dif¨ªcil fue la primera parte, m¨¢s dif¨ªcil es la segunda. Puede que sea el momento ideal, porque se est¨¢ gestando el Pacto Educativo y en este no puede faltar la soluci¨®n a los deberes escolares.
Partimos de la idea de que es muy complicado representar a un colectivo, tan complicado es para una asociaci¨®n de padres, y ni te digo para m¨ª sola, representar a todas las familias, como a un sindicato de profesores representar a todos los profesionales de la educaci¨®n. He aprendido que en un sector y en otro hay partidarios y detractores de los deberes, y como no es posible que las familias prodeberes y los profesores prodeberes, o las familias antideberes y los profesores antideberes coincidan siempre en el mismo centro educativo, habr¨¢ que ver la mejor manera de solucionar este galimat¨ªas.
Adem¨¢s, creo que hay que tener presente que pocas veces tenemos en cuenta a los principales afectados de esta situaci¨®n: los ni?os. Lo que realmente deber¨ªa importar son ellos, su aprendizaje, su felicidad y su bienestar emocional. Muchos padres se quejan de que act¨²an como docentes en sus casas, muchos docentes se quejan de que los padres no deben confundir a sus hijos tratando de explicarles algo de manera dudosa. Algunos padres ayudan a sus hijos, otros piensan que no deben hacerlo; hay profesores que opinan que est¨¢ bien que los padres echen un cable, y otros que no. Y en medio de todo esto, est¨¢n los ni?os, tan confundidos o m¨¢s que los adultos.
En cualquier debate que se plantea sobre la base del razonamiento de ¡°deberes s¨ª o deberes no¡±, al menos en los que yo he estado, acaba ganando el s¨ª. Espa?a es un pa¨ªs en el que los deberes se perciben como necesarios, y m¨¢s en Secundaria. Lo cual no deja de ser curioso, porque los ni?os ya pasan seis o siete horas en el instituto, por lo que reconocer que son los estudiantes de Secundaria precisamente los que m¨¢s deberes tienen que hacer, sin echar la cuenta de cu¨¢ntas horas al d¨ªa les vamos a pedir que se dediquen a las labores escolares, es un poco simplista por nuestra parte. No obstante, aunque los espa?oles crean que hay que hacer deberes, en su mayor¨ªa opinan que actualmente son demasiados.
En el libro de Alfie Kohn, titulado ¡°El mito de los deberes¡±, se demuestra bas¨¢ndose en estudios que no hay efecto positivo alguno asociado a la realizaci¨®n de deberes. La OCDE sin embargo acota el n¨²mero de horas a 4 semanales, a partir de las cuales, m¨¢s deberes, no significa que vaya a haber ninguna mejor¨ªa. Se puede concluir que m¨¢s no es mejor. A veces parece que se nos olvida que los ni?os van al colegio entre 5 y 7 horas diarias y que es all¨ª donde trabajan acompa?ados de sus profesores.
Aparentemente, tenemos una creencia fuertemente arraigada que nos impide deshacernos del lastre de los deberes, aunque haya estudios que demuestren lo contrario. Tambi¨¦n es cierto que en pa¨ªses como Finlandia, referente internacional por sus buenos resultados en educaci¨®n, los deberes son reducidos, pero existen. Algo que confunde mucho es la mera interpretaci¨®n de lo que se puede considerar deber y lo que no.
Por ejemplo, cuando digo que en Primaria, hasta quinto o sexto creo que no deber¨ªa haber deberes, pienso sin embargo, que s¨ª deber¨ªa ponerse mucho empe?o en fomentar durante esos a?os el gusto por la lectura. Y es que en este sentido, s¨ª que existen estudios, me remito de nuevo al libro de Alfie Kohn, que demuestran que hay una relaci¨®n entre la lectura placentera y el mejor rendimiento acad¨¦mico.
Cuando se habla de suprimir los deberes, al menos en parte, algunos padres se encuentran perdidos por dos razones:
- Piensan que van a dejar de poder hacer un seguimiento de lo que aprenden sus hijos en el colegio, es decir, creen que sin deberes no hay informaci¨®n de lo que est¨¢n aprendiendo.
- No saben qu¨¦ hacer con sus hijos por las tardes, y piensan que lo mejor es que hagan deberes, porque si no los problemas pueden ser mayores, sobre todo en el caso de los adolescentes, que pasan la tarde a solas en casa.
Estos dos puntos para m¨ª est¨¢n relacionados con otros problemas que deber¨ªamos solucionar porque son en parte causantes de que los ni?os acaben teniendo deberes en exceso. Los problemas que subyacen a nuestras reticencias ante la idea de reducir los deberes son dos: la falta de comunicaci¨®n entre la familia y la escuela y el problema siempre presente de la conciliaci¨®n.
Y es que por una parte, nos hemos acostumbrado a hacer el control de lo que aprenden nuestros hijos en funci¨®n de lo que vemos en el libro de texto y en los cuadernos de deberes, en vez de cultivar una buena relaci¨®n con el centro. El libro de texto se perpet¨²a de esta manera como herramienta ¨²til ya no solo en clase, sino tambi¨¦n en casa, y tememos que sin libros de texto y sin deberes no vayamos a tener ni idea de qu¨¦ est¨¢n estudiando los chicos. Pero en realidad, el verdadero problema es la falta de comunicaci¨®n familia-escuela y la ausencia en muchos casos de otros mecanismos m¨¢s justos que cumplan con esa funci¨®n de informaci¨®n.
Utilizar los deberes para tener al ni?o ocupado es una alternativa mejor vista a usar la tecnolog¨ªa como ni?era. Siempre parece m¨¢s adecuado tener al ni?o entretenido toda la tarde haciendo deberes que jugando con el m¨®vil o la consola. Me parece muy triste que no sepamos qu¨¦ pueden hacer nuestros hijos adolescentes si no tienen deberes por la tarde, y temamos lo peor, puesto que est¨¢n solos en casa, en muchas ocasiones desde las 3 de la tarde hasta que llegan sus padres de trabajar. Pero de nuevo el problema no se puede solucionar mandando deberes, porque el problema en realidad es que el horario de los padres y el de los hijos es incompatible y por esa raz¨®n los ni?os est¨¢n solos en casa.
En Espa?a se da adem¨¢s una situaci¨®n que agrava el estr¨¦s de los estudiantes, sus familias, y entiendo que tambi¨¦n de los profesores. Tenemos menos d¨ªas lectivos que en la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos (175 en Espa?a, 190 en Finlandia), pero las horas de clase son superiores (875 horas en Primaria, frente a 626 en Finlandia; 1050 en Secundaria frente a 741 en Suecia). Esto supone que concentramos mucho esfuerzo en periodos muy intensos. Y encima los ni?os espa?oles son de los que m¨¢s deberes hacen. Al final vivimos so?ando con las vacaciones, que se limitan a 3 periodos al a?o, con un gran predominio del verano.
Entonces, ?c¨®mo solucionamos el problema de los deberes, del estr¨¦s que les acarrean a los ni?os y tambi¨¦n a sus familias? ?Se puede solucionar este problema sin atajar el resto de problemas que hemos mencionado? Creo que es importante prever las reacciones contrarias a los cambios que se puedan plantear, y muchas de ellas estar¨¢n fundadas b¨¢sicamente en las dificultades para conciliar. Si queremos mejorar la educaci¨®n, tenemos que implicar al tejido empresarial para que se facilite la conciliaci¨®n. Cualquier cambio que planteemos debe resolver adem¨¢s los problemas para conciliar, si no caer¨¢ en saco roto.
As¨ª pues, para m¨ª, una vez se salven los problemas de comunicaci¨®n y conciliaci¨®n, los deberes tendr¨ªan que diferenciarse en funci¨®n de qu¨¦ etapa (Primaria o Secundaria) estemos hablando y podr¨ªan tender a ser algo as¨ª:
- En los primeros cursos de Primaria, tratar de centrarse en fomentar el gusto por la lectura y solo proponer deberes en aquellos casos que haya una necesidad de refuerzo y se consens¨²econ las familias para adaptarlos a las posibilidades del ni?o y su situaci¨®n familiar
- A partir de quinto o sexto, plantear las tareas para casa como un proyecto paralelo, de refuerzo, de car¨¢cter creativo, no evaluable, y que pueda servir para que las familias tengan informaci¨®n del aprendizaje de sus hijos. Se pueden dar plazos de una o varias semanas para ser acabados. Seguir por supuesto con el plan de fomento de la lectura. Y evitar siempre aumentar la brecha social.
- En Secundaria, dado que el n¨²mero de asignaturas es elevado, la complejidad es mayor, y la necesidad de coordinaci¨®n entre docentes tambi¨¦n. Habr¨¢ que tener en cuenta, adem¨¢s de todo lo anterior, los periodos de ex¨¢menes, asumiendo que los hay, para dejar tiempo para prepararlos.
Creo que es fundamental evitar los deberes para casa en los primeros cursos de Primaria, prescindir de los deberes repetitivos, id¨¦nticos o como continuaci¨®n de lo que se ha hecho en clase, extra¨ªdos de libros de texto, as¨ª como las copias literales de enunciados y p¨¢rrafos. Es tambi¨¦n fundamental la coordinaci¨®n entre los docentes, y la previsi¨®n de entrega en plazos de tiempo m¨¢s dilatados.
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