?Para qu¨¦ sirve realmente un 'photocall'?
Alg¨²n famoso, muchos mamarrachos y mensajes esot¨¦ricos que desvelar e interpretar
Marcarse un Pataky: d¨ªcese posar a la manera popularizada por la actriz, es decir, mostrando al mismo tiempo rostro, espalda y trasero con un ligero giro del espinazo. Mejor b¨²squenlo en Google (pero ahora no). Resulta que yo me imagino a los aspirantes a famoso pasando largas horas ante el espejo ensayando un Pataky, probando diferentes poses sugerentes para desplegar en un hipot¨¦tico photocall que quiz¨¢s nunca llegue. La cadera fuera, el carrillo mordido, la boquita de pi?¨®n, mirada a la izquierda y ahora todo a la derecha. Imaginando incluso qu¨¦ marcas comerciales les gustar¨ªa que les rodearan, como un aura de promoci¨®n y prestigio, impresas en el panel trasero. Porque el photocall ya es un elemento indispensable de la fama: usted no ser¨¢ famoso de verdad hasta que no pose en un photocall como dios manda (porque ahora ponen fotocoles hasta para inaugurar tascas de extrarradio, ojo). Esa es condici¨®n necesaria pero no suficiente: adem¨¢s, los de enfrente tienen que reconocerle. Porque no hay nada m¨¢s triste que un don nadie posando ante la prensa rosa. Yo he sido testigo: ¡°Oye, compa?ero, ?y ese qui¨¦n es?¡±, pregunta un fot¨®grafo a otro. ¡°Ni idea, tu dispara, por si acaso¡±. A veces, incluso, hay que quitarle el bicho a la celebrity: ¡°Perdona, Isabel, ?puedes posar t¨² sola?¡±. Pobre bicho.
"Molar¨ªa que hiciesen 'photocalls' independientes, como una obra de arte en s¨ª mismos"
Hay un texto de Franz Kafka en el que unos sacerdotes de no s¨¦ qu¨¦ culto tratan de hacer un ritual en un altar. Cada vez que lo intentan aparece un leopardo y derrama el c¨¢liz. Una y otra vez. Hasta que deciden que el ritual consista precisamente en eso y solo eso: que llegue el leopardo y derrame el c¨¢liz. Supongo que algo similar pas¨® con los photocall: al principio, en tiempos b¨ªblicos, los famosos iban a los eventos y los fot¨®grafos y reporteros aparec¨ªan all¨ª, les fotografiaban y preguntaban por sus intimidades m¨¢s inconfesables. Y supongo que un d¨ªa a alguien (tal vez llamado Nicholas Photocall, digo yo) se le ocurri¨® poner un panel con marcas comerciales, una alfombra roja y montar algo as¨ª como un fusilamiento pero en plan papel couche. Hoy en d¨ªa, como en el cuento de Kafka, el photocall es lo que importa, casi m¨¢s que el evento: vemos que ha habido una gala por el sida o por la entrega de no s¨¦ qu¨¦ premios, pero lo que vemos realmente es que los celebrities lucen palmito en el photocall.
Los photocall se han convertido en algo as¨ª como las ruedas de prensa de las celebridades m¨¢s rosas, ese momento en el que tienen que dar explicaciones al respetable p¨²blico con su cuerpo y con su verbo, derrochando glamour (a poder ser). La gente normal y corriente ver¨¢ as¨ª c¨®mo se han vestido y decidir¨¢ si est¨¢ bien o est¨¢ mal, si son un modelo a seguir para su propia existencia, si son envidiables o m¨¢s bien tienden a lo mamarracho. Tambi¨¦n descubrir¨¢ que algunos han formado pareja, porque posan juntos, o que han dejado de formarla, porque posan separados o solos. Un photocall est¨¢ lleno de mensajes esot¨¦ricos que desvelar e interpretar. Algunos, los m¨¢s felices, se llevan a los churumbeles. Muy monos. Luego, despu¨¦s de exponer su cuerpo en sacrificio, se les acercan algunos reporteros con alcachofas y les preguntan lo que realmente importa: ?Han encontrado ya el amor?
?Para qu¨¦ sirve un photocall? Pues para poca cosa, pero depende. Al consumidor se le ofrece un poco de espect¨¢culo con el que iluminar su existencia gris y algo de informaci¨®n banal sobre algunos personajes de moda. Los organizadores y patrocinadores de los eventos consiguen promoci¨®n y visibilidad (aunque, como digo, normalmente lo que chupa el foco de atenci¨®n es la propia alfombra roja). De hecho, los periodistas solemos recibir convocatorias para estas pasarelas de forma casi totalmente desvinculada del evento madre (molar¨ªa que hiciesen photocalls independientes, como una obra de arte en s¨ª mismos) y, seg¨²n me cuentan, muchos famosos dan el pase¨ªllo y se van directamente a casa, digo yo que a tomarse un Cola Cao y a contar los doblones de oro del bot¨ªn.
Porque, por su parte, los personajes protagonistas pueden llegar a cobrar cifras suculentas de hasta 30.000 euros, seg¨²n algunas fuentes (y si hablamos de verdaderas estrellas), y, aunque el mundo del negocio del photocall es bastante opaco, se sabe que hay tarifas low cost, de unos 2.000 euros. Luego, los famosos de medio pelo o en v¨ªas de desarrollo se pegar¨¢n codazos por ascender a este especie de Olimpo de la fama de forma totalmente gratuita. Porque los photocall tienen algo de lugar fuera del espaciotiempo conocido, algo de no-lugar: est¨¦n donde est¨¦n son todos pr¨¢cticamente iguales excepto por ciertas variaciones infinitesimales. En ellos se mueven los famosos, esos seres del mundo suprasensible a los que solo les pueden enmendar la plana los jueces de Masterchef. Bien por ellos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.