Padres despedidos por pedir una reducci¨®n de jornada
En 2015, se acogieron a la reducci¨®n de jornada 261.400 personas. De ellas, el 4,7% fueron hombres
El pasado 31 de agosto, a las 10:30 horas de la ma?ana, present¨¦ en la asociaci¨®n para la que trabajaba como jefe de prensa un escrito para solicitar una reducci¨®n de jornada para poder ir a recoger a mi hija a la salida del colegio. Cuatro horas despu¨¦s, ten¨ªa ante m¨ª una carta de despido. En la misma,se alegaban motivos econ¨®micos y la reducci¨®n del volumen de trabajo en mi departamento. El motivo real, como luego me confirmaron durante la conversaci¨®n en la que me comunicaron el despido, que tengo grabada ¨ªntegra, fue, de forma literal, que no pod¨ªan tener ¡°a un t¨ªo en prensa que se vaya a su casa a las 15:30 horas¡±.
La historia ¨ªntegra de mi despido la cont¨¦ en mi blog personal hace unas semanas. M¨¢s de 50.000 personas leyeron la entrada y cientos de ellas me dejaron comentarios y me enviaron correos electr¨®nicos cont¨¢ndome las suyas o las de personas cercanas, d¨¢ndome gracias por hacerlo p¨²blico y mand¨¢ndome muestras de ¨¢nimo y apoyo a raudales. Entre ellos muchos hombres para una realidad que hasta ahora parec¨ªa reservada a las mujeres, que son quienes m¨¢s solicitan acogerse a este tipo de derechos y las que m¨¢s siguen teniendo que sufrir despidos, acoso laboral y estancamiento de sus carreras por la incomprensi¨®n de quienes dirigen las empresas.
Seg¨²n datos del Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, dependiente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el a?o pasado se acogieron a la reducci¨®n de jornada por cuidado de ni?os o de adultos enfermos 261.400 personas en Espa?a. De ellas, el 95,3% fueron mujeres (249.200) y el 4,7% restante hombres (12.200). El dato, siendo sangrante, mejora en mucho el de justo una d¨¦cada antes (2005), por ejemplo, cuando de las 292.800 personas en reducci¨®n de jornada solo el 2,1% (6.200) eran hombres.
Visibilizar una realidad
¡°No s¨¦ si hay muchos o pocos hombres que se acogen a este derecho, pero lo importante es que los hay y que est¨¢n dispuestos a dar la cara para cambiar las cosas. Es necesario dar visibilidad a sus casos para que se naturalice la implicaci¨®n de los hombres en los cuidados y las tareas del hogar y que cada vez sean m¨¢s¡±, asegura Us¨²e Madinaveitia, fundadora de los movimientos proconciliaci¨®n #mamiconcilia y #papiconcilia. En este ¨²ltimo, ya cuentan con 70 testimonios de padres, incluidos, 12 de directivos.
Para Madinaveitia, el hecho de que un hombre sea despedido por querer ejercer sus derechos para conciliar ¡°es noticia, y es necesario que as¨ª lo sea, porque todav¨ªa es algo poco habitual, como lo es el que un hombre pele¨¦ por la conciliaci¨®n familiar¡±. Su argumento refrenda un poco mis sensaciones personales tras pedir la reducci¨®n de jornada. Por un momento, me pareci¨® que el cerebro de mis jefes cortocircuitaba al ver que un hombre les ped¨ªa una reducci¨®n para ejercer de padre. Y la realidad es que una vez dado el paso, te vuelves tan vulnerable como las mujeres. ¡°Mi conclusi¨®n es que la discriminaci¨®n laboral por embarazo o maternidad ha evolucionado hacia la discriminaci¨®n laboral por tener hijos, lo cual es muy triste porque que sigamos teniendo hijos nos interesa a todos como sociedad para invertir la pir¨¢mide demogr¨¢fica¡±, afirma la fundadora de Mamiconcilia.
Sea como sea, esta realidad, que antes acostumbraba a quedar recluida en el ¨¢mbito dom¨¦stico y vivida como un fracaso por parte de la persona despedida, empieza a salir a la luz. ¡°Lo bueno es que tambi¨¦n empiezan a ser noticia las mujeres que sufren discriminaci¨®n laboral. Estos casos abundan, y abundaban, pero no trascend¨ªan. Se viv¨ªan con verg¨¹enza, con miedo a denunciarlos¡±, asegura Us¨²e. Ah¨ª est¨¢n dos casos recientes como el de la exjefa de prensa de Albert Rivera en Ciudadanos, ninguneada y defenestrada tras volver de su baja de maternidad; o la de la trabajadora de CC. OO. despedida por pedir una reducci¨®n de jornada, a la que ahora un juez ha dado la raz¨®n, obligando al sindicato a readmitirla y a pagarle una indemnizaci¨®n de 60.000 €.
Cuando ejercer como padre se traduce en despido
Eduardo Mart¨ªnez Flores, padre de tres hijos de 20, ocho y seis a?os, fue despedido por burofax certificado y urgente el pasado 11 de octubre. ?Su delito? Solicitar una reducci¨®n de su jornada para poder estar presente dos tardes en las que sus hijos lo necesitaban. La respuesta de la Asociaci¨®n de Mujeres para la Formaci¨®n y el Desarrollo (AMFORMAD), para la que estaba empleado como aut¨®nomo en un programa p¨²blico de intervenci¨®n en violencia filioparental, financiado por la Consejer¨ªa de Bienestar Social de Castilla la Mancha, fue fulminante. ¡°Es parad¨®jico que una entidad que lleva a?os trabajando en la intervenci¨®n con familias en situaciones de violencia, no tenga una pol¨ªtica laboral clara y transparente de conciliaci¨®n y de igualdad¡±, asegura.
Para Eduardo, que tiene acumulado a sus espaldas un amplio recorrido sindical en la Administraci¨®n P¨²blica, la igualdad y la conciliaci¨®n, son unas reivindicaciones ¡°de menor entidad a lo largo del tiempo¡±. Al final, por tanto, m¨¢s que de hombres o mujeres, se tratar¨ªa de una cuesti¨®n ¡°de mentalidad, de pedagog¨ªa, de visibilizaci¨®n de las tareas de los cuidados, de la gesti¨®n y responsabilidad de un hogar, de los v¨ªnculos familiares, de an¨¢lisis cr¨ªtico de los roles de g¨¦nero, de ruptura y cambio con las tradiciones, con los papeles privilegiados asignados a los hombres¡±.
Comparte su visi¨®n Nacho Caballero, que tras dos d¨¦cadas al frente de una empresa de clipping que ¨¦l mismo se encarg¨® de fundar, fue despedido tras una serie de desencuentros con la conciliaci¨®n como tel¨®n de fondo: ¡°Creo sinceramente que es un tema de mentalidad. Con un plus de gravedad si eres hombre por el machismo imperante. Debo decir que ninguno de mis compa?eros que fue padre en los mismos a?os que yo, adopt¨® ni por asomo medidas similares. Cogieron el permiso de paternidad y punto¡±.
El conferenciante y escritor tuvo ¡°la transgresora idea¡± de juntar 15 d¨ªas de vacaciones con sus bajas de paternidad, algo que fue ¡°mal visto¡± en su empresa desde el principio. Luego riz¨® el rizo, y con su segunda hija pidi¨® la hora de lactancia: ¡°Mi jefa me dijo que jam¨¢s hab¨ªa faltado a ning¨²n evento escolar de su hijo. V¨¦ase: entierro de la sardina, baile de Navidad y similares. A diferencia de mi exjefa, yo no quer¨ªa estar solamente en los d¨ªas se?alados del cole de nuestros hijos¡±.
Mano dura con las empresas que no concilian
¡°No creo demasiado en la bondad de la anticuada clase empresarial que domina nuestra econom¨ªa¡±, afirma Nacho Caballero, que aboga por ¡°mano dura y sanciones¡±. Tambi¨¦n por hacer un esfuerzo en asociar horarios prolongados con personas ineficientes, una asociaci¨®n que ya rige en otros pa¨ªses europeos, pero no en Espa?a: ¡°Mi exjefa hace cinco meses nos dijo en una reuni¨®n, presumiendo, que hab¨ªa d¨ªas que se iba a casa a las dos de la ma?ana. Esto en 2016¡±.
Mi sensaci¨®n tras el despido es que la justicia laboral va muy lenta, lo que provoca que muchas personas acepten acuerdos y no lleguen hasta el final por no alargar indefinidamente un proceso que paraliza tu vida. Esos acuerdos suelen salir muy baratos a las empresas, que al final se mueven con total impunidad. Tambi¨¦n, en mi caso, trat¨¢ndose de una asociaci¨®n que vive de fondos p¨²blicos, me resulta descorazonador que las administraciones no pongan m¨¢s requisitos en este aspecto para acceder a las subvenciones o a los contratos p¨²blicos. Mi visi¨®n la comparte Eduardo Mart¨ªnez Flores: ¡°Las administraciones deben garantizar que las empresas o entidades con las que trabajan dispongan de un plan de igualdad y de medidas de conciliaci¨®n. Y que las mismas se cumplan¡±.
Para el ordenanza, y delegado sindical y de prevenci¨®n de riesgos laborales, en Espa?a y en el Derecho continental, a diferencia del anglosaj¨®n, ¡°funcionamos por obligaciones legales y sanciones, algo que dice muy poco a nuestro favor¡±. En ese sentido, considera que ¡°hace falta educaci¨®n feminista y poner encima de la mesa los horarios laborales para ajustarlos m¨¢s a las necesidades personales y familiares¡±. En cuanto a las empresas, se?ala a la necesidad de un cambio de mentalidad: ¡°una persona que trabaja en la empresa no solo tiene una parte laboral, tiene otras necesidades que hay que cuidar, tener en cuenta, promocionar, potenciar¡±. Para ello deber¨ªan estar los convenios colectivos y los planes de igualdad, que en palabras de Eduardo ¡°han de incorporar medidas claras, transparentes y p¨²blicas para toda la plantilla sin excepci¨®n, desde los cargos m¨¢s altos hasta llegar a todo el personal¡±.
¡°La gente vive acojonada en sus trabajos. El que se mueve, no sale en la foto. Por eso gente como nosotros somos noticia¡±, concluye Nacho Caballero. La gran noticia ser¨¢ que alg¨²n d¨ªa dejemos de serlo.
Padres que s¨ª concilian
En 2015, de las 36.195 personas que se encontraban en situaci¨®n de excedencia por cuidado de hijos, solo 2.416 eran hombres, apenas un 6,66%. Eran, no obstante, 600 m¨¢s que en 2014. Y casi mil m¨¢s que en 2013. Este a?o se ha sumado a ellos Enrique Herrero, dise?ador en una gran empresa de desarrollo digital. ¡°Tengo la suerte de formar parte de una empresa que se preocupa por el bienestar de sus empleados y en ese sentido no tengo miedo a ning¨²n tipo de discriminaci¨®n futura o represalias. De hecho, est¨¢n implantando un programa de igualdad de oportunidades y conciliaci¨®n para continuar mejorando en esa l¨ªnea¡±, afirma.
Antonio D¨ªaz Rebaque, por su parte, es inform¨¢tico y ejerce como software designer en una multinacional sueca. Hasta la fecha, con sus dos hijos, se ha podido aprovechar de la flexibilidad horaria en su empresa y de la posibilidad de teletrabajar. A eso ha unido unos meses de excedencia y una reducci¨®n de jornada que disfruta en la actualidad. "No he tenido ning¨²n problema aparte del inherente a una reducci¨®n de jornada o a una excedencia desde el punto de vista econ¨®mico o de beneficios sociales. Parece que las empresas nos "regalan" algo por pedir excedencia o reducci¨®n. Y no. Hay un coste econ¨®mico elevado. Es triste que me tenga que sentir un privilegiado teniendo en cuenta ese coste", reflexiona.
Entiende Enrique Herrero que el retorno de este tipo de medidas ¡°es muy dif¨ªcil de medir desde el punto de vista del empresario¡±, pero se muestra convencido, aspecto en el que coincide con Antonio D¨ªaz, de que todas redundan en ¡°un mayor grado de compromiso¡± de los trabajadores con la empresa y con el trabajo que deben desarrollar: ¡°Cuando sabes que gozas de cierta flexibilidad para adaptar tu trabajo a los imprevistos de la vida personal, se reduce el estr¨¦s que sufrir¨ªamos de otra manera trabajando fuera de casa mientras vivimos solos en una ciudad como Madrid. Por mi experiencia dir¨ªa que la calidad del trabajo mejora notablemente cuando quien lo hace est¨¢ satisfecho con las condiciones en que debe afrontarlo¡±.
Pese a que ambos trabajan en empresas que facilitan la conciliaci¨®n de sus empleados, siguen siendo unos rara avis en sus entornos laborales. Enrique, de hecho, ha sido el primer hombre en su empresa en solicitar una excedencia: "La mayor parte de los padres ven una excedencia como algo bonito y deseable pero que no es para ellos. Queda a¨²n mucho camino por recorrer para que los cuidados se contemplen como una alternativa igual de buena que el trabajo fuera de casa", asegura. Opini¨®n que comparte Antonio, que tambi¨¦n es un caso ¨²nico en su empresa: "Es muy curioso porque muchos de mis compa?eros, hombres y mujeres, me han dicho que qu¨¦ bien hago, y que qu¨¦ bien que me quedo con los peques. Pero luego muchos de ellos han sido padres y madres y no lo hacen, aunque est¨¢ claro que cada uno tiene sus circunstancias".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.