Esto es lo que descubr¨ª despu¨¦s de una semana saliendo solo (Parte II)
Barras en las que acodarse de forma sexy, porteros que te dejan pasar gratis por ser el primero y seres atroces que intentan conversar. As¨ª es salir de bares en soledad.
El relato que prosigue viene de AQU?
Pens¨¦ en llamar a alg¨²n amigo para tomar algo, pero:
a) no me apetec¨ªa fingir que me encontraba bien, y
b) no me apetec¨ªa compartir la experiencia de mi apocalipsis sentimental.
Por una cuesti¨®n de orgullo, me obligu¨¦ a quedarme hasta que cerrara, y si no lo hice fue porque conoc¨ª a una chica muy simp¨¢tica a la que la foto de mi rival le inspiraba n¨¢useas (s¨ª, lo hab¨ªa vuelto a hacer) y me tuve que ir con ella a casa, ante la evidencia de las muchas cosas que ten¨ªamos en com¨²n.
Jueves
Lo cierto es que no ten¨ªamos tantas cosas en com¨²n.
A la ma?ana siguiente, la conversaci¨®n de esta chica me pareci¨® atrozmente insulsa, por lo que rechac¨¦ su invitaci¨®n de comer juntos y me fui directo a la facultad. Estuve todo el d¨ªa melanc¨®lico, como con sentimiento de culpa.
Esa noche sal¨ª sin ganas ni ¨¢nimo festivo. Fui al club de jazz Dado Dad¨¢ y acab¨¦ emborrach¨¢ndome con whiskys solos cuando a m¨ª, la verdad, no me gustan los whiskys solos. La colecci¨®n de histrionismos que arrugaban mi rostro tras cada trago sirvi¨® de inspiraci¨®n a una pareja de veteranos que me acab¨® invitando a un par de copas, y de los que llegu¨¦ a pensar si querr¨ªan HACER UN TR?O debido a su inquietante cordialidad.
La chica de la otra noche me escribi¨®. Yo no quer¨ªa quedar con ella pero lo hice. Fuimos a Ruta. Hubo un momento en que de repente me sent¨ª atacado por La Bajona y la dej¨¦ sola en la pista de baile. Cog¨ª un taxi y me fui a casa.
Luego me lleg¨® esto al m¨®vil:
No, no era de la chica a la que acababa de dejar sola. Y s¨ª, era de mi amor no-del-todo-correspondido. Me alegr¨¦ de haber visto el mensaje tarde. De haberlo le¨ªdo a tiempo, hubiera ordenado al taxista que diera media vuelta, sumergi¨¦ndome m¨¢s en los pantanos de la verg¨¹enza.
Viernes
?A qui¨¦n quiero enga?ar? El viernes sal¨ª a hacerme el encontradizo.
Despu¨¦s de aquellos whatsapps, sent¨ª que deb¨ªa buscarla. Escribirle me pareci¨® indigno, pero ?ir de bar en bar hasta encontrarla por m¨¢gica casualidad? En mi cabeza, esa idea no lesionaba mi dignidad en absoluto y era much¨ªsimo, pero much¨ªsimo mejor.
Tuve que hacer muchos intentos. Me quedaba en los bares una media quince minutos, la mayor¨ªa de las veces ni siquiera ped¨ªa nada y agarraba copas vac¨ªas que iba encontrando por ah¨ª para disimular. Al final, acab¨¦ encontr¨¢ndomela, pero cuando esto pas¨® yo estaba demasiado borracho, y ella, en cambio, no hab¨ªa bebido nada.
¡ªTe voy a llevar a casa.
¡ª??No!! ??Cojo un taxi!!
¡ªEst¨¢s fatal. Vamos a por el coche.
Me llev¨® hasta mi portal. Me pregunt¨® si estaba bien y creo que ah¨ª eruct¨¦ o algo. Hubo un momento lamentable, ya rollo despedida, en el que me bes¨® y yo sent¨ª que lo hac¨ªa con aire maternal, que es lo peor que se puede sentir de un beso.
S¨¢bado
El s¨¢bado me fui a un concierto.
Una chica del m¨¢ster tocaba en la sala S¨®nar con su grupo y me anim¨¦ a ir. Hab¨ªa otra gente de clase. Y s¨ª, estaba ¡°ella¡±. Pero yo qu¨¦ s¨¦. La ve¨ªa y a veces habl¨¢bamos, as¨ª con un jaja generalizado de grupo, y yo ten¨ªa ganas de tocarla, de besarla, de susurrarle alguna chorrada al o¨ªdo y de demostrar una complicidad que me estaba prohibido hacer p¨²blica. Ese algo frustrante que hab¨ªa entre nosotros de barreras invisibles me laceraba. Es curioso, porque llevaba toda la semana saliendo solo y ahora, que estaba acompa?ado de amigos, era cuando m¨¢s solo me sent¨ªa. La fot¨®grafa del concierto inmortaliz¨® esa sensaci¨®n con bastante exactitud aqu¨ª:
Despu¨¦s tomamos algo. Cuando ya parec¨ªa que est¨¢bamos a puntos de quedarnos ella y yo, nada m¨¢s, dijo que se iba a casa tambi¨¦n, que estaba cansada. No me cre¨ª una palabra, claro. Lo que quer¨ªa era evitar que volviera a pasarnos lo mismo de siempre. Supongo que es halagador que no sea capaz de quedarse a solas conmigo sin sucumbir a la tentaci¨®n del amor fugitivo, pero halagado-halagado, lo que se dice halagado, no me sent¨ª, la verdad.
M¨¢s bien ten¨ªa ganas de revolotear como un irland¨¦s furioso por la ciudad, cantar canciones populares y meterme en una pelea. Fui a bares que tuvieran dianas con dardos, empec¨¦ varias partidas con ogros solitarios y las perd¨ª todas. En un momento dado, las cosas empezaron a ponerse borrosas. S¨¦ que me me encontr¨¦ con un amigo en Ruta porque, vaya, al d¨ªa siguiente comparti¨® vivencias en el grupo de whatsapp de mis colegas, pero yo no me acuerdo de nada.
Domingo
No, no volv¨ª a salir solo. Hab¨ªa gastado demasiada pasta y estaba f¨ªsicamente destruido. Pero somos humanos y necesitamos una narrativa, agarrarnos a algunas ficciones consoladoras que nos ayuden a sobrevivir y gestionar nuestra leyenda. Bla, bla, bla. Todo eso. Seis d¨ªas saliendo solo no da para un buen titular ni para una buena an¨¦cdota cuando quieras alardear de tus miserias con un poco pornograf¨ªa emocional. En cambio¡ ?una semana saliendo solo? Tiene otra m¨²sica. Otro rollo.
Y ya que no me puedo aferrar la primera de mis narrativas, dejadme al menos hacerlo con ¨¦sta.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.