Toros

Una de las ventajas de ser franc¨¦s ¨Cse me ocurren varias- es la de no tener que pasarse la vida justificando sus ideas ante la Ilustraci¨®n, el Racionalismo y otras intimidatorias deidades. Despu¨¦s de todo son tambi¨¦n francesas, de modo que las llevan incorporadas de f¨¢brica. En cambio los espa?oles tenemos horror a parecer irracionales, b¨¢rbaros, supersticiosos, etc¡­Estamos obligados a ganarnos la bula de la modernidad a pulso, porque nada se nos da por supuesto. Y a veces quedamos disecados por el qu¨¦ dir¨¢n. V¨¦ase la afici¨®n a los toros. Baste que alguien nos invoque en contra que es una muestra de atraso, como si supiera lo que toca hoy en cuesti¨®n de ritos l¨²dicos, o que es b¨¢rbara y cruel, como si le hubieran nombrado juez de la dulzura civilizada, para que los m¨¢s decentes empiecen a balbucear excusas y a proponer enmiendas regeneradoras. As¨ª nos quedaremos con nuestros complejos y sin los toros¡­

Pero la tauromaquia la salvar¨¢n los aficionados galos. Dos instituciones del pa¨ªs vecino, la Uni¨®n de Ciudades Taurinas Francesas (?se la imaginan aqu¨ª?) y el Observatorio Nacional de Culturas Taurinas (culturas, as¨ª como suena) han organizado un Museo Itinerante de las Tauromaquias Universales. Su cat¨¢logo, preciosamente ilustrado, al que acompa?a un pedag¨®gico DVD, recorre la historia de la fiesta desde sus precedentes prehist¨®ricos hasta Jos¨¦ Tom¨¢s, sin olvidar obviedades ecol¨®gicas contra los ec¨®latras: ¡°la corrida es el s¨ªmbolo de la gesti¨®n respetuosa de una especie en su medio ambiente¡±. Recomiendo su lectura a los que sufran el gusto taurino con indebido sonrojo por remar contra la corriente del progreso. Y tambi¨¦n a quienes creen ser ilustrados porque pretenden prohibir todos los placeres que no comparten, como si la inquisici¨®n fuese moderna. ?Por qu¨¦ no prueban a ilustrarse ocup¨¢ndose de sus asuntos?