?Quieres irte de tu pa¨ªs? No eres el ¨²nico
A pesar de la globalizaci¨®n, solo algo m¨¢s del 3% de la poblaci¨®n mundial vive en un lugar diferente de aquel en el que naci¨®. Mudarse, si se hace voluntariamente y de forma no traum¨¢tica, tiene aspectos positivos que se deben tener en cuenta.
SI HA ACARICIADO la idea de irse del pa¨ªs y probar suerte en otra parte, no es la ¨²nica persona en Espa?a ni el mundo. En 2015, de acuerdo con la encuesta mundial de Gallup, alrededor del 22% de la poblaci¨®n adulta del planeta se mudar¨ªa del pa¨ªs en que vive si contara con los medios para poder hacerlo. Por supuesto, los deseos de emigrar var¨ªan mucho entre pa¨ªses. Por ejemplo, en el caso de Sierra Leona, ese porcentaje supera el 70%, mientras que en Tailandia no llega ni al 2%. En Espa?a es el 17% quien manifiesta ese mismo deseo.
Alrededor del 22 por ciento de la poblaci¨®n adulta del planeta se mudar¨ªa del pa¨ªs en que vive si contara con los medios.
Bastante gente, ?no? Sin embargo, esos porcentajes reflejan solo un deseo, condicionados a la posibilidad material de realizarlos. Cuando el estudio indaga m¨¢s profundamente sobre los planes que las personas est¨¢n haciendo para marcharse efectivamente a 12 meses vista, las cifras caen de forma considerable. Ocurre en cualquier aspecto: mucha gente planea cosas, pero no las ejecuta. Y es as¨ª como se llega al dato m¨¢s significativo: el de la gente que realmente se va de su pa¨ªs.
Los n¨²meros sorprender¨¢n a m¨¢s de uno, porque, a pesar de la globalizaci¨®n, de la creciente integraci¨®n de pa¨ªses y de econom¨ªas, a pesar de todo lo que o¨ªmos sobre la intensidad de los flujos migratorios, solo algo m¨¢s del 3% de la poblaci¨®n mundial vive en un pa¨ªs distinto del suyo de origen. En 2015 este porcentaje correspond¨ªa a unos 244 millones de personas. Es decir, lo com¨²n, lo que predomina y adem¨¢s por mucho, es que la gente permanezca toda su vida en el pa¨ªs en el que naci¨®.
Igual que las personas que quieren abandonar su lugar de origen se distribuyen de manera muy desigual por el mundo, tambi¨¦n se reparten de forma irregular los pa¨ªses de los que parten los ciudadanos y a los que finalmente se van. Por ejemplo, en Estados Unidos, Europa y Ocean¨ªa, los inmigrantes representan alrededor de un 10% de la poblaci¨®n. Respecto a los espa?oles, no llegan al mill¨®n los que viven fuera del pa¨ªs.
Pero dejemos de lado las estad¨ªsticas mundiales de emigraci¨®n para volver a la pregunta que planteamos en el t¨ªtulo de este art¨ªculo. Si usted ha ?acariciado la idea de marcharse es muy posible que lo asalten un mont¨®n de dudas y temores, porque el concepto y la experiencia de la emigraci¨®n est¨¢n cargados de s¨ªmbolos, significados y leyendas identificados la mayor¨ªa de las veces con la a?oranza y el sufrimiento.
Igual que se teoriza sobre los flujos migratorios, tambi¨¦n se habla de la terapia de la mudanza.
Hay apreciaciones sobre la emigraci¨®n que vienen de un pasado muy remoto, cuando alejarse de la tierra en la que se viv¨ªa significaba una desconexi¨®n absoluta, la p¨¦rdida de todos los lazos con las personas, costumbres y paisajes con los cuales se hab¨ªa convivido durante a?os. Hay incluso una psicolog¨ªa de la emigraci¨®n y un t¨¦rmino que se ha popularizado como ¡°el duelo migratorio¡±. El psiquiatra espa?ol Joseba Achotegui habla de hasta siete tipos de sentimientos, que incluyen el dolor por los seres queridos, por la lengua, por la cultura, por el ambiente f¨ªsico, por el estatus social que se pose¨ªa, por los grupos o asociaciones de los que se era miembro y por la seguridad f¨ªsica con la que se contaba.
Pero emigrar hoy, si es que lo hacemos por voluntad propia, no tiene que ser traum¨¢tico, ni mucho menos. La elevada capacidad de conexi¨®n de la que disfrutamos nos permite permanecer en contacto f¨¢cil, continuo y barato con familiares, amigos y organizaciones que hemos dejado atr¨¢s. Igual de f¨¢cil es mantenernos informados sobre lo que pasa en el barrio, la ciudad o el pa¨ªs del que salimos. Los costos decrecientes, en t¨¦rminos relativos, del transporte dejan abierta la posibilidad de visitar peri¨®dicamente nuestro terru?o, y, finalmente, ninguna partida tiene que ser definitiva. Emigrar ya no significa necesariamente abandonar para siempre.
La mudanza tiene aspectos positivos: nuevas oportunidades, conocer otros mundos, enriquecernos culturalmente. . . .
Luego van desvel¨¢ndose los aspectos positivos de la mudanza; la posibilidad de explorar nuevas oportunidades, conocer otros mundos, enriquecernos culturalmente, incluida en este apartado la posibilidad de aprender o practicar otra lengua. Y en esta situaci¨®n, ocurre que, igual que se teoriza sobre los duelos migratorios, tambi¨¦n se habla de la terapia de la mudanza. Porque cambiarse de un lugar a otro puede ser, en algunos casos, una muy buena medicina para situaciones personales o familiares dif¨ªciles. Conceptualizado de esa forma, la experiencia de mudarse de pa¨ªs ¨Cal menos por un tiempo¨C puede ser muy enriquecedora en t¨¦rminos netos para usted y para su familia. Por tanto, no le tenga miedo a explorar opciones m¨¢s all¨¢ de las fronteras nacionales, a hacer las maletas y partir. Los cambios a veces son buenos simplemente por ser eso, cambios. Y lo importante es, lo repetimos de nuevo, que ese movimiento no tiene por qu¨¦ ser irreversible.
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