Nunca nos toca
Antes dec¨ªan que las mujeres no estaban preparadas para el poder, ahora que lo suyo es el ¡°cuidado¡±
Nos dijo recientemente Pablo Iglesias que feminizar la pol¨ªtica no tiene que ver con que haya m¨¢s mujeres en puestos de responsabilidad en los partidos sino con construir comunidad. ¡°Eso que tradicionalmente conocemos porque hemos tenido madres, que significa cuidar¡±.
No es algo nuevo. Este es un mensaje que empieza a escucharse con frecuencia en una vuelta al p¨¦ndulo eterno en el que las mujeres (y los hombres igual pero en el sentido opuesto) nos balanceamos desde hace 10.000 a?os; un modelo normativo, que implica que la sociedad define lo que es ¡°ser mujer¡± y por tanto cu¨¢l es el papel que como mujeres tenemos que representar en la sociedad, ya sea el de la superwoman del siglo XX, que pod¨ªa con todo, o el de la supermommy del siglo XXI que encuentra su naturaleza en el cuidado a los dem¨¢s.
No es balad¨ª el hecho de que relacionen lo femenino con el ¡°cuidar¡± y con el hecho de que la mujer en la pol¨ªtica y en las empresas est¨¦n infrarrepresentadas. Curiosamente se une en la misma frase el arquetipo femenino que, como explicaba Carl Jung, representa la idea de la madre en el inconsciente humano, con mujeres de carne y hueso, que no est¨¢n representadas en los ¨®rganos de decisi¨®n y por tanto no son protagonistas en la toma de decisiones. Cuando las mujeres por fin empezaban a ver desaparecer las barreras para llegar a la representatividad pol¨ªtica y econ¨®mica, ahora de pronto les dicen que no, que eso es cosa de hombres, que lo suyo es ¡°el cuidado¡±.
Volver a los estereotipos de lo femenino y de lo masculino resulta particularmente peligroso, no s¨®lo porque las mujeres est¨¢n poco representadas en los altos ¨®rganos de decisi¨®n de la pol¨ªtica (18% en los parlamentos a nivel mundial) o del gobierno de las empresas (s¨®lo el 20% en los puestos de direcci¨®n a nivel mundial), sino por lo que resulta todav¨ªa m¨¢s inquietante, el hecho de que est¨¢n claramente infrarrepresentadas en el dise?o del futuro tecnol¨®gico. Seg¨²n la OIT, a pesar que las mujeres ocupan m¨¢s de 60% de los empleos en el sector de las tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n en los pa¨ªses de la OCDE, s¨®lo entre 10 y 20% de ellas son programadoras inform¨¢ticas, ingenieras, analistas o dise?adoras de sistema... ?O es que tampoco nos extra?a que las tecnol¨®gicas del siglo XXI ¡ªFacebook, Google¡ª sean esencialmente empresas masculinas?
No es balad¨ª el hecho de que relacionen lo femenino con el ¡°cuidar¡± y con el hecho de que la mujer en la pol¨ªtica y en las empresas est¨¦n infrarrepresentadas
Kafka hablaba de la dram¨¢tica situaci¨®n del hombre (y la mujer), cuyo destino es situarse en un presente en constante lucha con un pasado que empuja hacia adelante y un futuro que empuja hacia el pasado para tambi¨¦n imponerse en el presente. Y es en ese presente donde reconciliamos nuestras identidades de origen con nuestras identidades aspiracionales, destilando conciencia que pueda servir a otros en el futuro, y poco a poco creando sociedad. Una sociedad de individuos distintos entre iguales, no una sociedad de tribus de hombres y de mujeres.
Se trata de que cada uno supere en su interior un modelo formativo del pasado, que suger¨ªa que la mujer ejerciera el cuidado y que el hombre fuera el proveedor de alimentos en el hogar, para ir hacia modelos en los que cada cual decidamos seg¨²n nuestro deseo y condici¨®n la combinaci¨®n de papeles que queremos jugar en la sociedad seg¨²n nuestras aspiraciones personales, independientemente de que hayamos venido al mundo como hombres o como mujeres. S¨®lo entonces tendremos el mismo n¨²mero de mujeres que quieran tomar decisiones en pol¨ªtica o en empresas como hombres que quieran dedicarse al cuidado de sus hijos y a hacer mermeladas en casa.
Que hombres de carne y hueso quieran reconciliarse con su anima (el arquetipo femenino en el hombre seg¨²n Jung) y quieran ejercer el cuidado entre sus semejantes me parece perfecto, tan bueno como que mujeres de carne y hueso se reconcilien en paralelo con su animus, (el arquetipo masculino en la mujer) y quieran ejercer el poder. Eso implicar¨ªa un movimiento hacia el hogar de muchos hombres y m¨¢s mujeres ejerciendo el poder en la sociedad, lo que equilibrar¨ªa la baja representaci¨®n de la mujer en los ¨®rganos de gobierno, justo lo contrario que nos suger¨ªa el comentario de Pablo Iglesias. Nos completamos con el opuesto que habita en nuestro inconsciente no con el estereotipo con el que llevamos cargando 10.000 a?os.
Antes los hombres dec¨ªan que las mujeres no estaban suficientemente preparadas para ejercer el poder. Ahora se nos dice que estamos demasiado evolucionadas para querer ejercerlo. ?Vaya, el caso es que nunca nos toca!
Celia de Anca es directora del Centro de Diversidad del Instituto de Empresa.
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