Las mujeres se quieren vivas
Crece la movilizaci¨®n para poner freno a los feminicidios en Ecuador
Ruth todav¨ªa tiene fuerzas para contarlo una vez m¨¢s. Aquella ma?ana de junio, su hija Valentina sali¨® de casa como cualquier otro d¨ªa, dispuesta a apurar una de las ¨²ltimas jornadas del a?o escolar. Sin embargo, los 11 a?os y ocho meses de Valentina encontraron un repentino final en el patio del colegio. El 23 de junio de 2016 fue el d¨ªa m¨¢s largo del a?o para Ruth Montenegro. Y no solo por coincidir con el solsticio de verano. Mientras las hogueras de San Juan comenzaban a prenderse, la madre buscaba sin aliento a su hija. Pero el ansiado reencuentro nunca se produjo. A la ma?ana siguiente, Ruth pudo abrazar el cuerpo de Valentina, ya sin vida. La ni?a, que a su corta edad ya era una destacada flautista en el Conservatorio Nacional de M¨²sica, no pudo volver a cantar una de sus canciones favoritas: Antipatriarca, de la rapera chilena Ana Tijoux. Su madre, una de las organizadoras de la marcha Vivas nos queremos, ni una menos, que el 26 de noviembre de 2016 congreg¨® a miles de mujeres y hombres en Quito, clama que el caso de Valentina no fue un hecho aislado, sino un nuevo feminicidio en Ecuador.
¡°Inicialmente me quisieron hacer creer que hab¨ªa sido un accidente¡±, denuncia Ruth, de 42 a?os, residente en la humilde zona sur de la capital ecuatoriana. ¡°La primera autopsia determin¨® que mi ni?a fue agredida sexualmente y luego asesinada, pero despu¨¦s se retractaron, cambiaron totalmente la versi¨®n¡±, declara esta mujer de rostro amable y madre de otros cuatro hijos. ¡°El fiscal que en aquel momento estaba a cargo del caso me dijo: ¡®v¨¢yase contenta, fue un accidente, la ¨²nica que sabe lo que pas¨® es ella y est¨¢ muerta¡±. Sentada en un parque en el que sol¨ªa jugar su hija, Ruth enmudece tras revelar la indiferencia del Estado ante la muerte de Valentina. Las palabras brotan desde lo m¨¢s profundo de su est¨®mago y aunque trata de contener su rabia, no puede evitar evidenciar su indignaci¨®n. Lejos de quedarse contenta, Ruth entr¨® en contacto con otras familiares de v¨ªctimas de feminicidio y trat¨® de presionar a las autoridades para que se hiciera justicia.
Una de las mujeres a las que se acerc¨® fue Rosa Ortega, integrante de la plataforma Justicia para Vanessa. Ortega, de 27 a?os, tambi¨¦n vivi¨® en sus carnes las tr¨¢gicas consecuencias del feminicidio. El 19 de octubre de 2013, su prima Vanessa Land¨ªnez apareci¨® muerta en un hotel de Ambato (sierra centro de Ecuador). Meses despu¨¦s, el principal sospechoso del asesinato fue absuelto y puesto en libertad. La familia de la v¨ªctima, que recurri¨® la sentencia, lleva m¨¢s de tres a?os enfangada en una eterna batalla judicial. En el camino, Justicia para Vanessa se ha convertido en un referente en la lucha contra los feminicidios en el pa¨ªs andino, erigi¨¦ndose en un refugio para otras v¨ªctimas como Ruth. En coordinaci¨®n con diversos colectivos feministas de Ecuador y Am¨¦rica Latina, lanzaron la primera manifestaci¨®n nacional contra los feminicidios Vivas nos queremos, ni una menos, convocada con motivo del D¨ªa Internacional por la Eliminaci¨®n de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre). ¡°Estamos hartas de recibir siempre a las familias de las mujeres y ni?as que ya fueron asesinadas. Esta marcha es nuestra respuesta a la inoperancia del sistema p¨²blico¡±, anuncia Ortega, que estima en 5.000 el n¨²mero de personas que asistieron a la hist¨®rica protesta.
Desde que en agosto de 2014 se tipificara el femicidio como un delito, se han registrado en Ecuador 152 casos de asesinato o tentativas del mismo por motivo de g¨¦nero
Desde que en agosto de 2014 entrara en vigor el C¨®digo Org¨¢nico Integral Penal, que por primera vez tipific¨® el femicidio como un delito en s¨ª mismo, se han registrado en Ecuador 152 casos de asesinato o tentativas del mismo por motivo de g¨¦nero, seg¨²n datos del Consejo de la Judicatura. Todo ello en un pa¨ªs en el que seis de cada diez mujeres ha sufrido alg¨²n tipo de violencia machista y una de cada cuatro ha experimentado violencia sexual a lo largo de su vida, conforme a una encuesta del Instituto Nacional de Estad¨ªstica y Censos publicada en 2012. Ecuador se encuentra en una de las regiones m¨¢s violentas del mundo para las mujeres. Seg¨²n la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe (CEPAL), en el subcontinente se producen 12 feminicidios al d¨ªa. Los casos de Valentina y Vanessa en Ecuador se unen a una larga y siniestra lista en la que recientemente han destacado los atroces asesinatos de Luc¨ªa en Argentina y Yuliana Andrea en Colombia, ambas menores de edad.
?Femicidio o feminicidio?
El Gobierno ecuatoriano decidi¨® utilizar el t¨¦rmino femicidio en vez de feminicidio porque este ¨²ltimo se refiere a ¡°una pr¨¢ctica sistem¨¢tica de asesinato a mujeres permitida por el Estado, como ocurre en M¨¦xico con Ciudad Ju¨¢rez¡±, explica Consuelo Bowen, subsecretaria de Derechos Humanos y Cultos del Ministerio de Justicia. ¡°Femicidios, como los hemos llamado nosotros, son asesinatos graves de mujeres, pero que no tienen relaci¨®n con una inacci¨®n del Estado¡±, aclara la tambi¨¦n presidenta del Consejo Nacional por la Igualdad de G¨¦nero.
Los movimientos feministas, no obstante, consideran que en Ecuador todav¨ªa se dan las condiciones para seguir hablando de feminicidios. Ximena C. Mont¨²far, militante de Vivas nos queremos y Justicia para Vanessa, cree que ¡°el Estado es c¨®mplice a trav¨¦s de toda la impunidad que existe por los miles de casos de feminicidio que ocurren y no son sentenciados¡±. Para Mont¨²far, ¡°no hay la voluntad pol¨ªtica de generar acciones p¨²blicas que garanticen la vida de las mujeres¡±.
En este sentido, las v¨ªctimas se quejan de la falta de diligencia de la Justicia a la hora de sentenciar a los culpables. As¨ª, son las familias de las mujeres asesinadas las que se ven obligadas a salir a la calle para demandar al Estado que haga su trabajo. ¡°Los familiares de las mujeres asesinadas juegan un papel clave. El Estado no va a responder si es que no hay familias que est¨¦n detr¨¢s persiguiendo a la Justicia¡±, asegura Ortega. ¡°Nosotras nos organizamos el mismo d¨ªa que sucedi¨® el feminicidio de Vanessa. A las dos semanas hicimos un primer plant¨®n dici¨¦ndole a la Justicia: ¡®estamos vigilantes¡¯¡±, recuerda esta joven polit¨®loga de cabello corto e ideas claras.
Desde el punto de vista legal, sin embargo, la inclusi¨®n del femicidio en el c¨®digo penal s¨ª ha conllevado un progreso importante. Cristina Burneo, profesora de la Universidad Andina, reconoce que ¡°la tipificaci¨®n de alguna manera ha solventado el horizonte de impunidad en que viven muchos agresores, puesto que las penas de c¨¢rcel por violencia de g¨¦nero son alt¨ªsimas¡±. Las condenas por casos de femicidio en Ecuador pueden alcanzar los 26 a?os de prisi¨®n. De todas formas, Burneo se muestra muy cr¨ªtica con el enfoque adoptado por el Gobierno en su lucha contra la violencia machista. ¡°Se trata de un Estado punitivo que solo sabe resolver los problemas mediante la sanci¨®n con c¨¢rcel. Pero la erradicaci¨®n de la violencia va mucho m¨¢s all¨¢ de eso, es necesaria una educaci¨®n laica¡±, opina esta docente que se?ala a los ¡°valores ultraconservadores¡± promovidos en la educaci¨®n ecuatoriana como los principales enemigos de la igualdad de g¨¦nero.
Pol¨ªtica de Estado
Una de las primeras medidas que tom¨® el gobierno de Rafael Correa despu¨¦s de llegar al poder en 2007 fue decretar la lucha por la erradicaci¨®n de la violencia machista como una pol¨ªtica de Estado. Esta medida coloc¨® a la violencia de g¨¦nero al frente de las prioridades del ejecutivo. ¡°Esa declaraci¨®n, que fue la primera de un gobierno ecuatoriano en esa l¨ªnea, fue precisamente para que todas las instituciones nos uni¨¦ramos en esa direcci¨®n, expres¨® una voluntad pol¨ªtica¡±, manifiesta Consuelo Bowen, que antes de integrarse en el aparato estatal ejerci¨® como abogada de organizaciones de mujeres.
El femicidio tiene que ver con patrones culturales que permiten que haya conductas violentas hacia las mujeres Consuelo Bowen, Direcci¨®n de G¨¦nero del Ministerio de Justicia
Sentada en su despacho en la Direcci¨®n de G¨¦nero del Ministerio de Justicia, Bowen enumera las acciones del gobierno para combatir la violencia machista. ¡°Hemos creado casas de acogida y centros de atenci¨®n, protocolos de acompa?amiento, reformas legales que garantizan la protecci¨®n de las v¨ªctimas y unidades judiciales y fiscal¨ªas especializadas. La polic¨ªa ya no puede negarse a dar protecci¨®n como hac¨ªa antes, ahora las mujeres que han obtenido su boleta de auxilio cuentan con botones del p¨¢nico como sistema de alarma¡±, afirma. En Ecuador, las v¨ªctimas protegidas por el sistema judicial reciben una boleta de auxilio que sirve para garantizar su protecci¨®n. Los botones del p¨¢nico, por su parte, son sistemas instalados en los tel¨¦fonos fijos o m¨®viles que sirven para alertar r¨¢pidamente a la polic¨ªa en caso de peligro inminente.
De todas formas, Bowen reconoce que no est¨¢ todo cumplido. ¡°El femicidio tiene que ver con patrones culturales que permiten que haya conductas violentas hacia las mujeres. Si eso se pudiera hacer en diez a?os de gobierno, ya lo habr¨ªamos conseguido, pero el problema es que cambiar la forma de pensar de una sociedad toma su tiempo¡±.
Otras de las medidas novedosas del gobierno fue la aprobaci¨®n del Plan Nacional de Erradicaci¨®n de la Violencia de G¨¦nero hacia Ni?ez, Adolescencia y Mujeres en 2007. La coordinadora de este plan, Myriam Alc¨ªvar, esgrime que uno de los logros del documento ha sido posicionar la violencia machista en la agenda p¨²blica y contribuir a que la sociedad tome conciencia de su gravedad. No obstante, la funcionaria tambi¨¦n asume que falta un largo camino por recorrer. ¡°Uno de los mayores retos es construir un sistema ¨²nico de registro para evitar que las mujeres tengan que narrar su historia en cada instituci¨®n a la que acudan y evitemos as¨ª la revictimizaci¨®n¡±.
El discurso oficial, sin embargo, no convence a todas. Los colectivos feministas critican la falta de eficacia de las pol¨ªticas gubernamentales, cuya florida ret¨®rica muchas veces queda en papel mojado. Esta es la opini¨®n de Ortega, quien m¨¢s de tres a?os despu¨¦s de la muerte de su prima Vanessa sigue reclamando ¡°verdad, justicia y reparaci¨®n¡±. Desde su punto de vista, el gobierno ¡°se ha apropiado del discurso feminista, pero a la hora de generar cambios estructurales que avancen hacia la igualdad, nada se concreta¡±.
Adem¨¢s, las feministas alertan de que las medidas de protecci¨®n policial son todav¨ªa insuficientes. A pesar de que el Ministerio del Interior haya incluido recientemente a los femicidas en las listas de delincuentes m¨¢s buscados, ¡°gran parte de las mujeres siguen siendo asesinadas con las boletas de auxilio en sus carteras¡±, asevera Mont¨²far.
Ajena a las disputas pol¨ªticas, Valentina nunca pens¨® que a sus 11 a?os de edad ser¨ªa asesinada presuntamente por ser mujer. ¡°Mi ni?a era una librepensadora, cr¨ªtica, curiosa, siempre haciendo preguntas. Ten¨ªa ese ideal de ir m¨¢s all¨¢ de los roles que hist¨®ricamente nos han designado a las mujeres. Ella quer¨ªa abrir sus alas y volar a lo m¨¢s alto¡±. As¨ª recuerda Ruth a su hija. Pensando en la mujer que pudo ser y no fue, los ojos de Ruth se humedecen, aunque r¨¢pidamente recupera su sonrisa. ¡°El a?o pasado fuimos al concierto que dio Ana Tijoux en Quito. Nos gusta mucho la canci¨®n que dice ¡®no sumisa, ni oprimida, mujer linda que das vida, emancipada en autonom¨ªa, antipatriarca y alegr¨ªa¡¯. Valentina y yo la cant¨¢bamos a pleno pulm¨®n¡±. Aunque no podr¨¢n volver a gritar juntas sus versos favoritos, Ruth mantiene viva la memoria de su hija luchando contra los feminicidios en Ecuador.
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