Tener una amiga blanca en Abiy¨¢n
La autora Edwige Dro describe su impaciencia cuando te acompa?a un blanco por ciudades africanas
No nos hab¨ªamos visto en tres a?os. As¨ª que cuando me dijo que estar¨ªa en ?frica occidental por trabajo, le dije que hiciera todo lo que estuviera en su poder para venir a Abiy¨¢n. Hizo todo lo que pudo y vino a Costa de Marfil durante una semana. Una semana de risas, vino, ponerse al d¨ªa; una semana para estar juntas. Pero, ?por qu¨¦ justo un par de d¨ªas tras su llegada me pon¨ªa de los nervios, irritable e impaciente? Estaba sufriendo el s¨ªndrome del que tiene un amigo blanco.
S¨ª, me muevo sobre todo en c¨ªrculos donde me codeo con algunos de los intelectuales de ?frica. Tengo amigos que aman este continente. He vivido y estudiado en Inglaterra. He viajado por Europa y ?frica. He le¨ªdo todos esos art¨ªculos que proclaman que, en s¨®lo cinco a?os, ?frica ser¨¢ el mayor mercado de consumo del mundo. Por supuesto que me molesta que ?frica sea un mercado de consumidores y no un mercado de productores y me molesta todav¨ªa m¨¢s que j¨®venes africanos como yo nos emocionemos con noticias as¨ª y las veamos como una prueba de que ?frica crece, porque compa?¨ªas occidentales como Carrefour, FNAC o incluso Burger King se apresuran a abrir sus negocios en capitales africanas.
Bueno... ?no era por ese optimismo del ?frica crece por el que tantos como yo decidimos regresar? Hace poco que me enter¨¦ que nos llamamos "repatriados". Debo decir que prefiero ese t¨¦rmino a ¡°benguiste¡±, que tiene la connotaci¨®n de que "Europa es el El Dorado" y que, Dios lo sabe, odiamos los repatriados.
?frica est¨¢ donde est¨¢, ?no? Quiero decir... dejamos nuestras ordenadas vidas occidentales para volver y sufrir el estr¨¦s de la burocracia lenta, el terrible o casi inexistente servicio al cliente, los guardias de seguridad de los bancos que necesitan propinas para hacer su trabajo... Pero aun as¨ª, podemos ver el brillante futuro resplandeciendo a lo lejos, hacemos lo que podemos con la realidad de nuestra vida repatriada y cuando esa realidad es demasiado estresante, vamos a Twitter y nos desahogamos. Nos desahogamos de la manera en que lo hacemos respecto a "matices" y "complejidad", porque hemos sufrido los golpes de ?frica como pa¨ªs y nos hemos convertido en los "matizadores" por excelencia.
La mayor¨ªa del tiempo nos las arreglamos y tenemos esperanza. Hasta que llega un amigo blanco.
Empez¨® cuando dimos un paseo en la tarde de su llegada para comer algo. Los saludos llovieron sobre nosotras: "?Vengan a comer! ?Vengan a comer!". Algunos de los que nos saludaban incluso cruzaron la carretera para alcanzarnos y en el proceso, adoptaron lo que pensaban que era un acento occidental: deslizar la "r" con una forma de voz cantarina. Lo cierto es que, por lo menos, enunciaban mejor. Los marfile?os tienen una forma de hablar en la que se comen algunas consonantes: "manger" (comer), por ejemplo, se transforma en "maner". En la presencia de esta persona blanca, "manger" segu¨ªa siendo "manger".
Entonces nos escucharon hablar en ingl¨¦s. S¨ª, no importa que pr¨¢cticamente susurr¨¢ramos: el o¨ªdo de mis compatriotas, me di cuenta, se agudiza extra?amente en presencia de la piel blanca.
Nos sentamos a comer y otro cliente hiperentusiasmado decidi¨® convertirse en nuestro gu¨ªa. "Se?ora (dijo esto en ingl¨¦s), ?est¨¢ bien sentada?; se?ora, ?esa cerveza est¨¢ suficientemente fr¨ªa? Pueden cambiarla, ?sabe?; se?ora, hay mucho picante en la carne, as¨ª que tenga cuidado". No pod¨ªa, pr¨¢cticamente, colar una palabra sin que escuchara su voz aguda, as¨ª que le pregunt¨¦ si habr¨ªa desarrollado un esp¨ªritu tan sol¨ªcito sin la presencia de una mujer blanca.
Entonces los precios subieron extra?amente cuando aparecimos.
?Qui¨¦n dijo que todos los africanos aman los trueques? Yo, no. Normalmente, propongo el precio que quiero pagar. Si el vendedor parece burlarse, me voy. No estoy obligada a comprar y el vendedor no est¨¢ obligado a vender. Pero, ?qu¨¦ sucede cuando vas a alg¨²n sitio en el que una botella de agua mineral est¨¢ claramente marcada a 500 francos CFA y sube a 600 a la hora de pagar y la raz¨®n para esa subida se te explica como que el precio anterior estaba equivocado?
Para entonces, era el d¨ªa de la partida de mi amiga y me hab¨ªa cansado de estar irritable, enfadada y tambi¨¦n avergonzada de la pobreza mental de mis compatriotas. Con lo genial que hab¨ªa sido tener a mi amiga conmigo, estaba preparada para dejarla marchar s¨®lo para preservar mi salud. Estaba agotada de los ataques de atenci¨®n. De la gente que iniciaba conversaciones con nosotras s¨®lo para decirnos que un d¨ªa ir¨ªa a Inglaterra. "S¨ª, creo que Dios har¨¢ que suceda". Una dama enfatiz¨® ese punto antes de se?alar la suerte que ten¨ªa porque esa persona blanca me visitaba. Me cansaban los ojos como platos cuando yo pagaba por algo e incluso me cansaba m¨¢s cuando le devolv¨ªan el cambio a mi amiga ?No sabes que los blancos son los que sujetan el monedero de este mundo? Estaba cansada de que la llamaran "la blanche" (la blanca). Estaba simplemente cansada.
As¨ª que, cuando la botella de agua subi¨® a 600 francos CFA, a?ad¨ª 100 francos. "Pero, ?por qu¨¦?", pregunt¨® mi amiga. ¡°?Por qu¨¦ pagas m¨¢s? Est¨¢ poni¨¦ndote a prueba". "Porque no tengo tiempo para discutir con alguien que tiene tanta necesidad de 100 francos CFA como para ser deshonesto". "Pero no puedes aceptarlo. Se supone que eres un agente de cambio". "Y, ?supongo que t¨² eres un agente de cambio de Inglaterra? ?Has hecho ver a tus compatriotas que tener un hijo para conseguir un piso del ayuntamiento no es una raz¨®n para procrear? ?Ahora se dan cuenta de que emocionarse por un top que cuesta dos libras significa que podr¨ªan estar contribuyendo al trabajo infantil en alguna parte del mundo? ?O que desear el ¨²ltimo m¨®vil significa que contribuyen a la violaci¨®n de muchas mujeres en el este de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo?".
No lleg¨® ninguna respuesta de mi amiga, aunque nuestra amistad es de esas que no necesitan una disculpa por una ofensa. Pero nos entendimos mutuamente: d¨¦jame navegar en mi ambiente sin juicios por tu parte.?
Esos matices de nuevo... Segu¨ªa sinti¨¦ndome avergonzada. Avergonzada de que, a pesar de lo que algunos podr¨ªan llamar el exagerado amor por ?frica que nos inunda, la mayor¨ªa de los repatriados y de los intelectuales concienciados, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, la mayor¨ªa de mis paisanos quiere volverse blanca.
El blog Africa No es un pa¨ªs no se hace responsable ni comparte siempre las opiniones de los autores.
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