Reconciliaci¨®n en Pearl Harbor
La alianza entre Washington y Tokio demuestra el poder de la democracia para cambiar la historia
La imagen de Barack Obama y Shinzo Abe en la estructura levantada sobre los restos del acorazado Arizona va mucho m¨¢s all¨¢ de la conmemoraci¨®n protocolaria del 75 aniversario del bombardeo japon¨¦s de Pearl Harbor que supuso la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Se trata de la plasmaci¨®n de c¨®mo la democracia puede llevar no solo al entendimiento, sino a la estrecha colaboraci¨®n de dos pa¨ªses que libraron la guerra m¨¢s cruel del siglo XX con el terrible colof¨®n del lanzamiento de dos bombas at¨®micas.
La alianza entre Tokio y Washington ¡ªque adem¨¢s son dos de las econom¨ªas m¨¢s importantes del mundo¡ª es fundamental para la estabilidad en un ¨¢rea del Pac¨ªfico que en los ¨²ltimos a?os est¨¢ evolucionando de manera preocupante. A la agresividad china con su expansi¨®n en aguas disputadas por varios pa¨ªses, se une la imprevisibilidad de una potencia nuclear como es Corea del Norte y el reciente ascenso al poder en Filipinas de un populista, Rodrigo Duterte, de quien no hay que descartar que apele a la amenaza exterior en cuanto sus violentas pol¨ªticas dom¨¦sticas ¡ªcomo los asesinatos cometidos en la lucha contra la droga¡ª comiencen a ser contestados masivamente.
En esta situaci¨®n, las palabras de reconciliaci¨®n y tolerancia pronunciadas por Abe en la primera visita de un primer ministro japon¨¦s al escenario de uno de los ataques m¨¢s famosos de la historia, sirven para recalcar la eficacia en la pol¨ªtica internacional de las estrategias de cooperaci¨®n y reconciliaci¨®n. Menos espectaculares que las declaraciones grandilocuentes pero sin duda, como Abe y Obama han constatado, mucho m¨¢s efectivas.
Tres cuartos de siglo despu¨¦s de Pearl Harbor, Jap¨®n es uno de los pa¨ªses m¨¢s importantes del mundo, pero no por su poder¨ªo militar, como so?aron quienes ordenaron el bombardeo de 1941, sino como sin¨®nimo de democracia y bienestar.
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