McCarthy, Trump y Putin
La interferencia de Rusia en la elecci¨®n evoca la Guerra Fr¨ªa y el Macartismo
Uno de los cap¨ªtulos m¨¢s importantes en la historia de la Guerra Fr¨ªa tiene a Joseph McCarthy como protagonista. Senador por Wisconsin entre 1947 y 1957, inici¨® y lider¨® una agresiva campa?a contra presuntos comunistas dentro de Estados Unidos. En aquellos a?os miles de ciudadanos fueron objeto de imputaciones y procesos judiciales.
Eran los tiempos de las listas negras; la de Hollywood las m¨¢s notoria. Con o sin evidencia, la cacer¨ªa de brujas era llevada a cabo por varios entes oficiales: el Comit¨¦ de Actividades No-Americanas de la C¨¢mara de Representantes y el Subcomit¨¦ de Seguridad Interior del Senado entre ellos, ambos en sinton¨ªa con el FBI de J. Edgar Hoover. La mayor¨ªa de las personas halladas culpables llegaban a esa instancia por medio de juicios irregulares, sentencias que eran revertidas en tribunales superiores, leyes luego declaradas inconstitucionales y procedimientos judiciales declarados nulos a posteriori.
Fue un periodo oscuro en t¨¦rminos del Estado de Derecho, y eso por decir lo menos. McCarthy caer¨ªa en desgracia en 1954, cuando el propio Senado lo censur¨® por sus arbitrariedades y persecuciones ilegales, falleciendo en 1957. El Macartismo como tendencia, sin embargo, lo sobrevivi¨® por varias d¨¦cadas.
El ¡°ismo¡± que lleva su nombre puede leerse como la institucionalizaci¨®n del anti-comunismo, un fen¨®meno socio-cultural que penetr¨® la sociedad y dio lugar a profundos conflictos. Tambi¨¦n signific¨® la definitiva construcci¨®n del enemigo: el comunismo sovi¨¦tico. En Estados Unidos, el Macartismo fue la marca en el orillo del siglo XX y m¨¢s all¨¢. Nada podr¨ªa ser m¨¢s da?ino para un individuo que la sospecha de simpatizar con Mosc¨².
Pero ello hasta ahora, seg¨²n parece. Ocurre que el establishment de inteligencia, m¨¢s de una docena de agencias federales, ha determinado que Putin dirigi¨® una campa?a de espionaje para interferir en la elecci¨®n presidencial. Afirman que sus objetivos fueron erosionar la confianza p¨²blica en el proceso democr¨¢tico y, de ese modo, favorecer la candidatura de Trump. Y all¨ª est¨¢ Trump listo para asumir el d¨ªa 20.
El informe del Consejo Nacional de Inteligencia cita la acci¨®n de hackers, trolls y el despacho de informaci¨®n falsa a Assange para la consabida filtraci¨®n de WikiLeaks. Aseguran que las operaciones cibern¨¦ticas utilizadas representan una versi¨®n m¨¢s sofisticada de los antiguos m¨¦todos de Mosc¨² que buscaban menoscabar el orden liberal democr¨¢tico. Concluyen, expl¨ªcitamente, que los objetivos pol¨ªticos de Rusia tienen continuidad con los de su predecesor, la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Nada de ello puede sorprender del todo si se tiene en cuenta que el rasgo com¨²n a los miembros del bloque en el poder ruso¡ªlos llamados oligarcas¡ªes haber pertenecido al aparato de la KGB en alg¨²n momento de sus carreras. Bienvenido de regreso a la Guerra Fr¨ªa, pensar¨ªa el aficionado a la historia.
Pero no es as¨ª, y no solamente porque no est¨¦ McCarthy. Ocurre que el propio presidente electo ha descalificado al aparato de inteligencia, algo sin precedentes. Y todo ello por twitter, en s¨ª mismo una amenaza adicional a la seguridad nacional seg¨²n los expertos. Sus tuits elogian la sagacidad y prudencia de Putin con frecuencia y denuncian el informe de inteligencia como una ¡°caza de brujas¡±, nada menos.
Es una transici¨®n irreal que evoca a McCarthy. En los debates de la televisi¨®n se escucha la palabra impeachment a menudo, con algo de ligereza y acerca de un presidente que todav¨ªa no ha asumido. O bien que Trump es un quinta columna, mientras exigen conocer sus deudas, inversiones y transacciones comerciales en Rusia en los ¨²ltimos a?os. Todo ello por parte de Dem¨®cratas y muchos Republicanos, y adem¨¢s en los medios de mejor reputaci¨®n.
Estados Unidos se dirige a un cambio de gobierno sin igual, el script m¨¢s creativo jam¨¢s escrito en Hollywood. El arte como imitaci¨®n de la realidad es el clich¨¦ standard en estas ocasiones, con abundantes referencias a The Manchurian Candidate, pel¨ªcula de 1962 en la cual un soldado, miembro de una prominente familia conservadora, es apresado en la guerra de Corea y sometido a un lavado de cerebro con el prop¨®sito de ser parte de una conspiraci¨®n comunista, asesinar al presidente y subvertir el orden pol¨ªtico.
Pero m¨¢s all¨¢ de Hollywood y sus posibles exageraciones, Estados Unidos atraviesa una verdadera encrucijada hist¨®rica. Una coyuntura cr¨ªtica en la cual la propia definici¨®n de su identidad como naci¨®n, su prop¨®sito y lugar en el mundo, y la viabilidad de su sistema pol¨ªtico est¨¢n en juego.
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