Antibi¨®ticos: ?beneficio para la salud o para las farmac¨¦uticas?
La resistencia a estos f¨¢rmacos produce unas 700.000 muertes al a?o, pero la industria no tiene incentivos para atajar el problema
Desde el descubrimiento de la penicilina en 1928 hasta la introducci¨®n del ¨²ltimo de los grandes grupos de antibi¨®ticos en los sesenta, la capacidad de la humanidad para combatir las bacterias pat¨®genas fue un motor de transformaci¨®n. Pero con el tiempo, la cantidad de estos medicamentos con efecto sobre las bacterias ha ido mermando, y algunos pat¨®genos se han vuelto resistentes a todos o casi todos los f¨¢rmacos conocidos: enfermedades infecciosas que eran tratables se est¨¢n volviendo mortales otra vez.
Se calcula que la resistencia ya produce unas 700 000 muertes al a?o, con un costo econ¨®mico sideral. Conforme esto siga menoscabando nuestra capacidad para tratar el c¨¢ncer, hacer transplantes de ¨®rganos y colocar pr¨®tesis, la cifra no dejar¨¢ de aumentar.
Muchos factores han contribuido al aumento de la resistencia. Las bacterias pueden reproducirse y mutar con gran rapidez, y son capaces de establecer una especie de Internet gen¨¦tica que permite a ciertos microorganismos pat¨®genos descargar genes de resistencia. Adem¨¢s, la mayor¨ªa de los antibi¨®ticos son productos naturales de bacterias del suelo, donde puede producirse resistencia en forma natural: por la introducci¨®n de antibi¨®ticos artificiales a gran escala, las bacterias resistentes se han vuelto las m¨¢s prevalentes.
Hoy los humanos liberan al ambiente unas 100.000 toneladas de estos productos al a?o. Si se usaran correctamente para salvar vidas, se podr¨ªa hacer un an¨¢lisis de costo?beneficio razonable. Pero alrededor del 70% se usa para que los animales de granja crezcan un poco m¨¢s r¨¢pido. El otro 30%, para tratamiento de enfermedades en seres humanos, pero a menudo incorrectamente o sin necesidad. Y como una parte sustancial de los f¨¢rmacos usados pasa al medioambiente con las aguas servidas y el esti¨¦rcol, las comunidades bacterianas presentes en el suelo, el agua y la vida silvestre tambi¨¦n quedan expuestas.
Los humanos liberan al ambiente unas 100.000 toneladas de antibi¨®ticos al a?o. Alrededor del 70% se usa para que los animales de granja crezcan un poco m¨¢s r¨¢pido
Si no se pone fin a este abuso de antibi¨®ticos, pronto nos quedaremos sin medicinas para tratar eficazmente las infecciones bacterianas. Y si bien se est¨¢n dando algunos pasos (el pasado septiembre, desde una reuni¨®n de alto nivel de las Naciones Unidas se hicieron propuestas de medidas internacionales), distan de ser los adecuados.
Lo que realmente se necesita es la prohibici¨®n internacional inmediata del uso agr¨ªcola de antibi¨®ticos. Adem¨¢s, hay que revisar y hacer cumplir a rajatabla las normas de uso cl¨ªnico (a las que hoy la comunidad m¨¦dica presta muy poca atenci¨®n). Bastar¨ªan estas dos medidas (que pueden sancionar organismos regulatorios oficiales) para reducir el uso de antibi¨®ticos casi un 80%, lo que frenar¨ªa considerablemente el aumento de la resistencia.
Pero conseguir que los gobiernos implementen esas medidas no ser¨¢ f¨¢cil, ya que van en contra de poderosos intereses econ¨®micos; el m¨¢s obvio es la industria farmac¨¦utica, que cada a?o vende 40.000 millones de d¨®lares en antibi¨®ticos. Y aunque las megafarmac¨¦uticas obtienen grandes beneficios del abuso continuo de estos productos, tienen poco inter¨¦s en el desarrollo de otros nuevos para enfrentar a las bacterias resistentes: las medicinas para enfermedades cr¨®nicas y el c¨¢ncer son m¨¢s rentables.
Por eso, las grandes empresas proponen que se apliquen incentivos a la investigaci¨®n y desarrollo de nuevos antibi¨®ticos, por ejemplo extensi¨®n de patentes o exenciones impositivas (de lo contrario, deber¨ªan cobrar precios alt¨ªsimos por los nuevos f¨¢rmacos). Pero esos incentivos ser¨ªan mucho m¨¢s cuantiosos que el costo de las actividades reales de I+D, de modo que obrar¨ªan como instrumentos para canalizar fondos p¨²blicos a manos privadas (las mismas que causaron el problema).
En vez de tantas zanahorias, las sociedades deber¨ªan analizar el uso de algunos palos. Propongo una iniciativa que califique a las empresas farmac¨¦uticas seg¨²n su contribuci¨®n a resolver el problema de la resistencia a antibi¨®ticos; a las que no contribuyan habr¨ªa que castigarlas con menos ventas. Denomino a mi propuesta Nanbu: no antibiotics, no business (sin antibi¨®ticos, no hay ventas).
El esquema Nanbu otorgar¨ªa puntos a empresas con s¨®lidos programas de investigaci¨®n o que tengan nuevos antibi¨®ticos en la l¨ªnea de desarrollo. Tambi¨¦n ganar¨ªan puntos las empresas que no fabriquen o vendan antibi¨®ticos con fines agr¨ªcolas, o que se nieguen a promover el uso de antibi¨®ticos para enfermedades que no los requieren. Las que hagan lo contrario (comercializar antibi¨®ticos como ¡°promotores de crecimiento¡± para el ganado o alentar activamente a los m¨¦dicos para que los receten) perder¨¢n puntos.
Casi todas las farmac¨¦uticas empezar¨¢n con puntajes negativos. Pero las calificaciones podr¨ªan ajustarse con el tiempo, siempre de acuerdo a la opini¨®n cient¨ªfica fiable de un grupo de expertos independiente, y usarse como criterio para la compra de medicamentos.
Para muchos f¨¢rmacos importantes hay diversas marcas comerciales de eficacia y seguridad similares. Los cl¨ªnicos podr¨ªan recetar preferentemente las marcas de empresas con altos puntajes y evitar a las otras. Los pacientes podr¨ªan alentar ese procedimiento de decisi¨®n y hacer lo propio al comprar medicamentos de venta libre. Con el tiempo, la rentabilidad de los antibi¨®ticos aumentar¨¢ conforme las empresas comprometidas vendan mayor cantidad de sus otros medicamentos y la necesidad de costosos incentivos disminuya.
La clave del ¨¦xito del esquema Nanbu es garantizar que todo el mundo entienda la amenaza que supone esa resistencia y lo que hay que hacer para combatirla. Esto motivar¨ªa a m¨¦dicos y pacientes a tener en cuenta los puntajes Nanbu al decidir sobre f¨¢rmacos, y tambi¨¦n presionar¨ªa a los gobiernos para tomar medidas m¨¢s contundentes. El uso de campa?as de concientizaci¨®n p¨²blica para lograr que los gobiernos apliquen medidas necesarias pero dif¨ªciles ya funcion¨® en el pasado (por ejemplo, para promover la sostenibilidad forestal y pesquera).
La concienciaci¨®n p¨²blica fue una de las prioridades destacadas en la reuni¨®n de la ONU. Pero para llevar a cabo esa iniciativa global, necesitamos una nueva instituci¨®n internacional que realmente est¨¦ a la altura de la tarea. Una ONG internacional para la implementaci¨®n del esquema Nanbu podr¨ªa hacer frente a la naturaleza transnacional de la mayor¨ªa de las empresas farmac¨¦uticas y estar¨ªa protegida de presiones pol¨ªticas o cabildeos en el nivel nacional.
Las bacterias resistentes a antibi¨®ticos son una amenaza global, que no admite una soluci¨®n exclusivamente nacional. El mundo debe pensar y actuar para preservar los inmensos beneficios que aportaron los antibi¨®ticos a la salud y el bienestar de la humanidad.
Traducci¨®n: Esteban Flamini
Carlos F. Am¨¢bile-Cuevas es el director de la Fundaci¨®n Lusara, una instituci¨®n de investigaci¨®n privada sin fines de lucro con sede en Ciudad de M¨¦xico.
Copyright: Project Syndicate, 2016. www.project-syndicate.org
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