Ventajas de quedarse corto
En el a?o 40 a. C., el arist¨®crata romano Lucius Plotius Plancus fue acusado de traici¨®n por Augusto y decidi¨® poner pies en polvorosa. Encontr¨® un escondite seguro, pero cometi¨® un error: se puso demasiado perfume, su olor le delat¨® y acab¨® condenado a muerte. Plinio el Viejo, que recogi¨® esta an¨¦cdota en su Historia Naturalis, la emple¨® como moraleja para alertar contra los peligros del lujo. Para ¨¦l, el perfume era un vicio moral. Hoy, sin embargo, dir¨ªamos que el pobre Lucius no fue necesariamente un mal hombre, sino un torpe con un problema de sillage. Este t¨¦rmino franc¨¦s significa ¡°estela¡± o ¡°huella¡±, pero define algo muy espec¨ªfico: la distancia a la que el olor de un perfume es perceptible por los dem¨¢s. Es decir, que si el sillage de un perfume es corto, habr¨¢ que acercarse mucho a la piel de quien lo lleve para olerlo. Si, por el contrario, es largo, podr¨ªa acarrear miradas furibundas en un restaurante.
El emperador Heliog¨¢balo era tan aficionado al perfume que decidi¨® agasajar a sus invitados cubri¨¦ndolos de p¨¦talos de rosa. Se pas¨® de frenada y hubo varias muertes por asfixia
En las series de abogados, el novato es, por definici¨®n, un pardillo que siempre lleva demasiada colonia. Manejar el perfume no siempre ha sido tan f¨¢cil como ahora. Los romanos, que llegaron a prohibir los ung¨¹entos ex¨®ticos, al mismo tiempo se ba?aban en ellos. Seg¨²n la Historia Augusta (una especie de Daily Mail del siglo III), el emperador Heliog¨¢balo era tan aficionado al perfume que decidi¨® agasajar a sus invitados cubri¨¦ndolos de p¨¦talos de rosa. Se pas¨® de frenada y hubo varias muertes por asfixia. Pero no hay que culpar a las rosas, ni a Heliog¨¢balo. El sillage es caprichoso, as¨ª que experimente, pida consejo y, si mete la pata, siempre puede decir que es cuesti¨®n de piel.
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