El combate del siglo
H AY GENTE que hace un uso personal de la Transici¨®n. O m¨¢s bien un abuso. Los abusones se dividen en dos tipos: los Grandes Odiadores de la Transici¨®n (GOT) y los Grandes Apologetas de la Transici¨®n (GAT). En una esquina del ring est¨¢n los primeros, que de un tiempo a esta parte arman bastante ruido. No son s¨®lo j¨®venes en teor¨ªa izquierdistas que no vivieron la Transici¨®n, sino tambi¨¦n viejos en teor¨ªa izquierdistas que vivieron la Transici¨®n como j¨®venes y creen que podr¨¢n seguir siendo j¨®venes y de izquierdas gracias a su pertenencia a los GOT. Unos y otros sostienen que la Transici¨®n fue un tongo, una sucia treta urdida con el fin de que el franquismo pareciera cambiar cuando nada cambiaba (y aqu¨ª citan siempre, mal, a Lampedusa), de modo que la democracia espa?ola no es m¨¢s que una democracia fraudulenta o una versi¨®n maquillada del franquismo, la culpa de todos nuestros males p¨²blicos la tiene la Transici¨®n y nosotros no somos responsables de ninguno, aunque no escasean los GOT con un elevado concepto de s¨ª mismos que tambi¨¦n le echan la culpa a la Transici¨®n de sus males privados, de la injusticia clamorosa de que este pa¨ªs no haya reconocido sus m¨¦ritos excepcionales. Los GOT, en fin, son bastante inofensivos, algunos incluso entra?ables; en cuanto a sus argumentos, no precisan refutaci¨®n, de hecho ni siquiera son argumentos, sino desahogos de frustraciones personales o palancas de ambiciones pol¨ªticas, y a menudo delatan un conocimiento de la Transici¨®n comparable al que un servidor posee de la cr¨ªa de la oveja merina australiana.
¡°Hay gente que hace un uso personal de la Transici¨®n. O m¨¢s bien un abuso¡±.
En la otra esquina del ring est¨¢n los GAT. Son m¨¢s escasos que los anteriores, pero mucho m¨¢s poderosos. Todos son suficientemente viejos para haber vivido la Transici¨®n en primer plano, o en un segundo o tercer o cuarto plano lo bastante pr¨®ximo al primero para permitirles fingir que fue el primero y afirmar que nadie conoce la Transici¨®n como ellos, lo que viene a ser m¨¢s o menos igual que si Fabrizio del Dongo, el protagonista de La Cartuja de Parma, afirmara que nadie conoce Waterloo como ¨¦l, que vivi¨® la batalla, pero no entendi¨® una palabra de lo que ocurr¨ªa a su alrededor. La raz¨®n de la existencia de los GAT es obvia: como sabe cualquiera un poco le¨ªdo y en sus cabales, la Transici¨®n sali¨® razonablemente bien, as¨ª que tiene mil padres. Los GAT sostienen en lo esencial que aqu¨¦l fue un periodo hist¨®rico ejemplar en el que, guiados por la grandeza de miras de una clase dirigente ejemplar, los espa?oles crearon una democracia ejemplar y bla, bla, bla. En suma: otro timo. Pero es que, en cuanto te descuidas, los GAT te aseguran que le dictaban los discursos al Rey, le daban collejas al badulaque de Su¨¢rez y frenaban los ¨ªmpetus preseniles de Carrillo. Y, como algunos obtienen r¨¦ditos notables de defender la Transici¨®n, venga a cuento o no la defienden, si es menester invent¨¢ndole enemigos temibles, lo que explica que cualquier nader¨ªa de la inefable Pilar Urbano provoque respuestas tan estridentes como superfluas de notorios GAT. Aunque, claro, tambi¨¦n entre ellos hay personas sinceras y bienintencionadas. Pero la mayor¨ªa de los GAT parecen convencidos de que les ha ido tan bien por sus propios m¨¦ritos y no porque nunca se hayan beneficiado de las insuficiencias de la democracia que alumbr¨® la Transici¨®n.
Y en esas estamos. ?Hay alguien en medio del combate entre GOT y GAT? ?Hay ¨¢rbitro en el ring? S¨ª: los historiadores. Hablo de los historiadores serios, claro est¨¢. No es que ellos tengan la verdad (la verdad s¨®lo la tiene Dios, que no existe), pero son los que con m¨¢s ah¨ªnco la buscan. El ¨²ltimo que he le¨ªdo es Xavier Casals, autor de La transici¨®n espa?ola, un grueso volumen donde discute el papel de la violencia en aquellos a?os, seg¨²n ¨¦l mucho m¨¢s relevante de lo que se suele decir porque contribuy¨® de manera involuntaria a estabilizar la democracia que pretend¨ªa desestabilizar. No es un libro inobjetable ¨Csi lo fuera, no ser¨ªa bueno¨C, pero s¨ª el tipo de libro capaz de coger de la oreja a los GOT y los GAT y mandarlos a sus respectivas esquinas del ring. Y desde all¨ª a su casa, de donde nunca debieron salir.
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