?Qu¨¦ est¨¢ matando a los refugiados?
Nada va a cambiar si mandamos mantas en lugar de mandar a los pol¨ªticos que cambien las leyes
Estos d¨ªas ya son numerosos los art¨ªculos y reportajes sobre el terrible efecto que la ola de fr¨ªo est¨¢ teniendo sobre los refugiados bloqueados en la frontera oriental de Europa. Unos d¨ªas antes tambi¨¦n eran noticia las cifras oficiales de 2016 de muertes de inmigrantes en el Mediterr¨¢neo: 5.000 muertos... que se sepa, porque la OIM explica en su informe que tiene la certeza de que el n¨²mero de fallecidos es muy superior.
La situaci¨®n de los refugiados y migrantes que quieren acceder a Europa por la frontera Oriental y Sur es dram¨¢tica, pero lo es desde hace ya tiempo. La guerra de Siria cumple ahora 5 a?os y las cifras de muerte y sufrimiento no han dejado de crecer en este tiempo, coincidiendo con el recrudecimiento del control y cierre de las fronteras terrestres que arrastra irremisiblemente a los flujos de migrantes hacia el mar. Las denominadas organizaciones no gubernamentales y algunas de las agencias de la ONU azuzan de vez en cuando con el tema, cada uno con su enfoque pero casi siempre de forma asistencialista, pidiendo ayuda a los ciudadanos para dar asistencia a los refugiados y otros inmigrantes en terreno.
Por desgracia, los peores problemas de los refugiados y de los inmigrantes no son ni el fr¨ªo ni el mar. En el tema de las migraciones, Europa carece de un enfoque pol¨ªtico basado en un an¨¢lisis informado y pensando en un futuro a medio y largo plazo. En estos tiempos ¡ªdonde todo es l¨ªquido, como describi¨® Bauman¡ª da la impresi¨®n de que la mayor¨ªa de los actores sociales y pol¨ªticos de Europa son como minions, funcionando de una forma desordenada, sin reflexi¨®n, absolutamente reactiva pero curiosamente coordinada, convirtiendo la incertidumbre en miedo y usando este ¨²ltimo para saltarnos a la torera los derechos fundamentales que juramos proteger despu¨¦s de la ¨²ltima gran crisis humana europea, la Segunda Guerra Mundial. Concretamente, en el tema de los refugiados bastar¨ªa con que se cumplieran las leyes internacionales para que el problema se resolviera. Siendo m¨¢s espec¨ªfica, la simple aplicaci¨®n de la convenci¨®n de Ginebra ya permitir¨ªa la entrada de todos los refugiados de origen sirio, por poner un ejemplo.
De modo que s¨ª, la llamada crisis de la inmigraci¨®n que estamos sufriendo en Europa se debe, por un lado, a que no cumplimos las leyes fundamentales que protegen los derechos humanos y, por otro, a que no estamos siendo capaces de hacer nuevas leyes que respondan a la evoluci¨®n natural de los movimientos migratorios. Para que ambos puntos se resuelvan hace falta la tan codiciada voluntad pol¨ªtica. Y dicha voluntad pol¨ªtica suele ser el resultado de una voluntad ciudadana. Pero es dif¨ªcil que los ciudadanos exijan a sus l¨ªderes pol¨ªticos que cumplan las leyes si lo que creen que hace falta para ayudar a los refugiados es mandar mantas.
La soluci¨®n parece sencilla, dejemos de hablar de mantas y hablemos de derechos. Sin embargo, en estos a?os en los que hemos estado perdiendo el tiempo, las posiciones dominadas por el miedo ya han construido una argumentaci¨®n basada en la seguridad, la lucha contra el terrorismo, el proteccionismo, principalmente econ¨®mico, y la xenofobia que justifica el no cumplimiento de las leyes.
Esta disyuntiva de la narrativa de la caridad versus la narrativa de los derechos es habitual. Durante a?os se intent¨® luchar contra la pobreza, sin grandes resultados estructurales, hasta que hace poco se decidi¨® encumbrar el t¨¦rmino desigualdad. La lucha contra la desigualdad es mucho m¨¢s completa que la lucha contra la pobreza y permite incluir t¨¦rminos como el de justicia social en la narrativa que consumen medios y por tanto opini¨®n p¨²blica, como bien ha demostrado el ¨¦xito arrollador del ¨²ltimo informe de Oxfam. Es decir, que pese a lo que parecen pensar medios y organizaciones, la opini¨®n p¨²blica s¨ª es capaz de entender y empatizar con las narrativas de derechos.
En definitiva, nos encontramos en un complejo reto narrativo que exige mucha clarividencia, valent¨ªa y uni¨®n. Las organizaciones que quieren ayudar a resolver la crisis deber¨ªan empezar por dejar de lado sus intereses particulares y llegar a un acuerdo que les permita sumar esfuerzos y dirigirlos en un mismo y ¨²nico sentido. Los medios de comunicaci¨®n deber¨ªan incluir en sus agendas el enfoque de derechos prioritariamente en sus coberturas de este tema. Si esto se hiciera de forma sistem¨¢tica y generalizada, entre ambos grupos podr¨ªan ejercer la presi¨®n suficiente para que los votantes exigieran a los pol¨ªticos revertir la situaci¨®n actual.
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