Coma poco y bien

La ciencia depende para avanzar de confirmaciones tediosas, reproducciones exigentes y un permanente y prolongado escrutinio cr¨ªtico, pero la vida personal de los cient¨ªficos es mucho m¨¢s normal que todo eso. Sus decisiones sobre la salud, en particular, suelen basarse en hip¨®tesis fundamentadas, porque las confirmaciones a prueba de bombas tienen por costumbre llegar demasiado tarde para servir de algo. La confirmaci¨®n de que la restricci¨®n cal¨®rica ¨Ccomer poco y bien¡ª alarga y mejora la vida de los primates solo ha llegado esta semana, como puedes leer en Materia, pero este redactor conoce a muchos bi¨®logos de ¨¦lite que comen de esa forma desde hace muchos a?os. Su apuesta era que lo que sirve para la levadura, el gusano, la mosca y el rat¨®n tiene que servir para las personas. "Conf¨ªa en la universalidad de la bioqu¨ªmica", aconsejaba el premio Nobel Arthur Kornberg hace medio siglo. Confiemos pues.

Ahora, dos puntualizaciones importantes. La primera es que, en este contexto, "comer poco" no significa seguir la tradicional dieta para mantener el peso, del estilo 2.500 o 3.000 kilocalor¨ªas diarias, que suelen aconsejar los nutricionistas. Significa comer menos que eso, tal vez un 30% menos. Es decir, significa pasar hambre, y adem¨¢s guardando un cuidado exquisito para que no falte ning¨²n nutriente esencial en la dieta. La segunda es que la confirmaci¨®n de la que estamos hablando es por el momento en primates no humanos, de modo que seguimos sin disponer de la confirmaci¨®n a prueba de bombas para los primates humanos.

Alargar la vida tiene un gancho indudable, pero los cient¨ªficos y los m¨¦dicos est¨¢n mucho m¨¢s interesados en la otra cara de la cuesti¨®n: que la restricci¨®n cal¨®rica mejora la vida incluso si no la alarga. Previene contra los cuatro jinetes del apocalipsis en los pa¨ªses desarrollados: infarto, c¨¢ncer, diabetes y neurodegeneraci¨®n. La raz¨®n es que retrasa el envejecimiento, y con ¨¦l la aparici¨®n de todas esas enfermedades que son las servidumbres de la edad. Esta es precisamente la clase de medicina preventiva que necesitamos, porque seguir basando el aumento de la esperanza media de vida en unos tratamientos del infarto cada vez m¨¢s costosos es insostenible incluso a medio plazo. Y la exportaci¨®n de nuestros festivales de la grasa occidentales a los pa¨ªses en desarrollo amenaza con generar una pandemia planetaria de obesidad, enfermedad y muerte prematura.

Pasar hambre, por supuesto, es un consejo mucho m¨¢s f¨¢cil de dar que de seguir. La esperanza a la larga es descubrir algunas mol¨¦culas ¨Ccandidatos a f¨¢rmacos¡ª que imiten los efectos de la restricci¨®n cal¨®rica sin someter a esa tortura a la gente. La rapamicina y el resveratrol (un componente del vino tinto) est¨¢n sometidos a una investigaci¨®n muy activa, pero nadie sabe cu¨¢ndo dar¨¢ sus frutos. Entretanto, lo mejor es que hagan ustedes como los cient¨ªficos: coman poco y bien.

LA CIENCIA DE LA SEMANA es un espacio en el que Javier Sampedro analiza la actualidad cient¨ªfica. Suscr¨ªbete a la newsletter de Materia y lo recibir¨¢s cada s¨¢bado en tu correo, junto con una selecci¨®n de nuestras mejores noticias de la semana.