Marian Goodell, la mujer detr¨¢s de Burning Man
ES UN EXPERIMENTO socialista¡±, suelta de primeras Goodell, con esa inocencia norteamericana muy libre de prejuicios. ¡°Llega la gente al desierto sin nada, a un lugar donde no hay nada, y sobrevive gracias a otras personas en las mismas condiciones. Se ayudan, crean sus propias comunidades y, una semana m¨¢s tarde, se van¡±.
En el solsticio de 1986, a Larry Harvey y Jerry James se les ocurri¨® quemar un monigote de madera en una playa de San Francisco para divertirse. La ceremonia continu¨® anualmente hasta que, en 1990, la polic¨ªa les prohibi¨® hacerlo y se animaron a llevarse su burning man hasta el desierto de Nevada. Ah¨ª empez¨® todo.
Goodell no estuvo en aquel inici¨¢tico Burning Man de 1986, pero desde 1995 se convirti¨® en fija. Dos a?os despu¨¦s ingres¨® en su consejo de administraci¨®n y hoy es su directora. El pr¨®ximo 27 de agosto se celebrar¨¢ la 32? edici¨®n con una asistencia estimada en m¨¢s de 70.000 personas. Maneja un presupuesto de 35 millones de d¨®lares que, una vez deducidos gastos e impuestos, dedica a labores sociales. Aparte de los ingresos por la venta de entradas, la organizaci¨®n recibe donaciones; gracias a ellas, el pasado a?o compr¨® Fly Ranch, unas 1.600 hect¨¢reas de terrenos v¨ªrgenes en el desierto de Nevada. ¡°Est¨¢ al lado de la playa del festival y es un lugar muy bonito. Era una f¨®rmula de no pagar impuestos por las donaciones. No sabemos qu¨¦ haremos con ¨¦l¡±.
Burning Man es una cita ¨²nica en el panorama de los festivales veraniegos. ¡°No hay escenarios ni actuaciones musicales programadas. No hay publicidad, no hay restaurantes ni bares, no se venden recuerdos ni camisetas¡±, explica Goodell. ¡°Lo ¨²nico que vendemos es hielo y caf¨¦. No tenemos papeleras; cada uno se lleva a casa lo que ha tra¨ªdo¡±. Lo que sucede en el arenal de Black Rock City corre a cuenta de los asistentes, que pagan (si se dan prisa, porque la taquilla se acaba de abrir) 425 d¨®lares por estar siete d¨ªas colgados en pleno desierto.
¡°Hay menos borrachos y menos droga que, por ejemplo, en el festival de Bonnaroo, en Tennessee¡±. ¡°La ¨²nica autoridad eres t¨²; t¨² eres el ¨²nico responsable y, si no, el grupo con el que vas, o si no la comunidad a la que pides ayuda. Ning¨²n ser superior te va a socorrer; tienes que sobrevivir con tus propios recursos. En esa situaci¨®n, la gente crea sus comunidades y sale adelante. Y el reto funciona¡±.
Aquellos tardohippies que dieron origen a Burning Man en 1986 se han multiplicado por miles en el desierto de Nevada. El evento est¨¢ de moda. Desde hace unos a?os, la cita de Black Rock City supone el desfogue obligado de yuppies y techies, de los chicos listos de Silicon Valley. ¡°Bienvenidos sean; m¨¢s gente significa m¨¢s ideas, m¨¢s variedad, m¨¢s creatividad¡±.
Marian Goodell ha visitado todos los festivales del mundo; todas las rarezas de las que es capaz la humanidad en nuestros d¨ªas para divertirse, pero tiene a¨²n un sue?o que espera cumplir este marzo: asistir a las Fallas de Valencia. Una ciudad de 800.000 habitantes en llamas le suena mejor que incendiar un monigote en el coraz¨®n del desierto.
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