Realismo
Ni m¨¢rtires ni ¨¢ngeles exterminadores, necesitamos gente que sepa de lo que habla
Solemos escuchar abundantes cr¨ªticas contra la actitud ¡°buenista¡±, esa disposici¨®n pol¨ªticamente desmayada que extiende un certificado de buena conducta universal y queda inerme ante adversarios menos complacientes. Pero los tiempos del buenismo han pasado: ahora abunda cada vez m¨¢s, a un lado y otro del Atl¨¢ntico, el vicio opuesto, al que podr¨ªamos llamar ¡°malismo¡± para mantener la pauta expresiva. Su hip¨¦rbole puede verse en un divertid¨ªsimo art¨ªculo de Guillermo Sheridan (¡®Los h¨¦roes nuevecitos¡¯, Letras Libres), en el que disecciona dos best sellers yankisde esos que venden millones de ejemplares en los aeropuertos: con protagonistas que tendr¨ªan a Jason Statham por esparrin, m¨¢s atentos a la potencia destructiva de sus armas que a las gracias intercambiables de sus novias (diab¨®licas pero al fin sumisas), aniquiladores masivos de enemigos de ojos rasgados o piel cetrina pertenecientes a esas razas nacidas para el mal y debeladores de conspiraciones contra el estilo de vida americano por parte de pol¨ªticos intrigantes (?la casta!) liberales, abortistas, ecologistas, contrarios a la venta libre de armas y cosas peores si es que las hay. Libros para los votantes de Donald Trump... cuando pecan y leen.
Demasiadas contemplaciones los unos, sin contemplaciones los otros. En ambos casos la realidad tiene poca importancia frente a la receta ideol¨®gica que la interpreta sin molestarse en estudiarla. Los datos se manipulan con buena conciencia, para que prueben lo que debe ser cierto, esa posverdad que por venir despu¨¦s debe mejorar a la verdad. Lo malo es que desde su tozuda neutralidad frente a ideolog¨ªas, la realidad puede ser a su modo muy vengativa: cede amablemente ante quien la conoce pero castiga a quien la ignora. Ni m¨¢rtires ni ¨¢ngeles exterminadores, necesitamos gente que sepa de lo que habla.
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