Costa de Marfil, un malestar social que no cesa
Los funcionarios afrontan la tercera semana de huelga y los motines en el ej¨¦rcito a?aden tensi¨®n
"Es la primera huelga general seguida por todos los funcionarios del estado. Sin miedo. Sin color pol¨ªtico. Un paso muy grande en el sindicalismo en ?frica". Son los mensajes casi telegr¨¢ficos de uno de los profesores de la Universidad F¨¦lix Houphou?t Boigny, en Abiy¨¢n. Habla, desde la capital econ¨®mica de Costa de Marfil, de la huelga funcionarial que comienza ma?ana su tercera semana consecutiva. Nos comunicamos por Facebook, justo antes de que se haga p¨²blica la decisi¨®n del sector de continuar una movilizaci¨®n hist¨®rica, que empez¨® el 9 de enero.
Los profesores, el personal m¨¦dico y los funcionarios de la administraci¨®n p¨²blica de Costa de Marfil se quedan ma?ana en casa, una vez m¨¢s, secundando una huelga que amenaza con paralizar el pa¨ªs. Se prev¨¦ que la protesta se extienda otros cinco d¨ªas. Lo decidieron ayer, s¨¢bado, en una asamblea general, a pesar de las concesiones del gobierno en cuatro de los puntos de la negociaci¨®n.
La ministra de Educaci¨®n, Kandia Camara, aseguraba ayer tambi¨¦n que el estado marfile?o no puede disponer de 270.000 millones de francos CFA (poco m¨¢s de 410 millones de euros) para asumir las reivindicaciones de 200.000 funcionarios. Sin embargo, a mediados de este mes de enero y tras dos motines armados en dos fines de semana consecutivos, el gobierno marfile?o acept¨® pagar 12 millones de francos CFA (casi 12.000 euros) a 8.400 miembros de las Fuerzas Republicanas de Costa de Marfil (FRCI). El salario medio de un marfile?o ronda los 120.000 francos CFA (no llega a los 200 euros) mensuales y la medida alivi¨® e irrit¨® a la poblaci¨®n a partes iguales.
Camara anim¨® a los funcionarios que militan en el partido del gobierno, la Agrupaci¨®n de los Republicanos (RDR), a que boicoteen la huelga.
Pensiones
La principal reclamaci¨®n de los funcionarios tiene que ver con las pensiones.
Una reforma decidida por el gobierno marfile?o en 2012 estableci¨® que la edad media de la jubilaci¨®n se retrase desde los 55 a los 60 ¨® 65 a?os, un aumento de la cotizaci¨®n del 6% al 8,33 % del salario y una reducci¨®n de las pensiones de entre un 30% y un 50 %. Estas medidas, adem¨¢s del impago de una serie de bonificaciones y atrasos prometidos por el gobierno anterior, los recortes salariales y la falta de recursos, han provocado continuas huelgas desde la llegada del presidente Alassane Dramane Ouattara al poder.
Una plataforma de medio centenar de sindicatos de la funci¨®n p¨²blica es la que convoca, salt¨¢ndose el cauce habitual del sindicato oficial que representa a todos los funcionarios. Denuncia como maniobra dilatoria la promesa gubernamental de organizar un foro de debate para tratar las reivindicaciones del sector en febrero. Lo cierto es que los funcionarios parecen decididos a no ceder, hartos de negociaciones infinitas e infructuosas con el ejecutivo y de concesiones a otros cuerpos profesionales, como las FRCI.
Los alumnos de colegios e institutos salieron a las calles esta semana para pedir el retorno de sus profesores a las aulas y el sindicato de estudiantes universitarios m¨¢s conocido, la FESCI, apoy¨® las reivindicaciones de los ense?antes. La situaci¨®n degener¨®: hubo disturbios en las calles de Abiy¨¢n y alumnos gaseados y heridos por las fuerzas de orden p¨²blico tras protestar en el Ministerio de Educaci¨®n.
"El problema de la jubilaci¨®n es real. Adem¨¢s, la huelga se ha seguido bien y es un tema que trasciende las opiniones pol¨ªticas", apunta otro profesor universitario tambi¨¦n por Facebook. La universidad p¨²blica vive una situaci¨®n especialmente sensible: fue objetivo de bombardeos y pillajes durante la guerra en 2011 y sobre ella pensan los a?os blancos sufridos a causa del conflicto, su rehabilitaci¨®n y las huelgas.?
Malestar social
Los disturbios, las huelgas y la protesta ya se instalaron en calles y redes marfile?as durante el a?o pasado.
El intento de expulsi¨®n de los estudiantes universitarios del campus de Cocody para alojar a los participantes de los Juegos de la Francofon¨ªa que se celebran en Abiy¨¢n en julio de este a?o o las revueltas por las facturas de la electricidad y el agua y la carest¨ªa de la vida son s¨®lo dos ejemplos. Por no hablar de la represi¨®n a las protestas contra el proyecto de nueva constituci¨®n que se aprob¨®, de manera expeditiva, en octubre del a?o pasado. Un documento que, en teor¨ªa, pone las bases de la tercera rep¨²blica y una paz duradera en el pa¨ªs.?
Costa de Marfil es el alumno favorito de instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico o la Fundaci¨®n Mo Ibrahim. No en vano, Alassane Ouattara s un tecn¨®crata, se form¨® como economista y ha trabajado para el FMI y el Banco Central de los Estados de ?frica Occidental (BCEAO). Locomotora econ¨®mica de ?frica occidental y primer productor mundial de cacao, el pa¨ªs mantiene unas tasas de crecimiento que impresionan, mientras que las marcas de lujo se posicionan sobre el terreno y la inversi¨®n extranjera se dispara, mayoritariamente francesa, brit¨¢nica y marroqu¨ª.
Sin embargo, las cifras macroecon¨®micas espectaculares conviven con altos ¨ªndices de pobreza, analfabetismo y paro, acompa?ados de la pervivencia de una cultura de la violencia desde que empezara la desestabilizaci¨®n del pa¨ªs con la muerte de su padre fundador a principios de los 90.
Tras una larga crisis pol¨ªtico-militar entre 2002 y 2011, el pa¨ªs intenta recuperar la estabilidad y pisar el acelerador del desarrollo socioecon¨®mico. Sin embargo, Costa de Marfil se ha revelado como un gigante con pies de barro, minado por la inseguridad, la falta de cohesi¨®n social, una pol¨ªtica de reconciliaci¨®n nula y pr¨¢cticas corruptas que no desaparecen. La sensaci¨®n en la calle es que la desigualdad y la pobreza aumentan al ritmo de las inversiones extranjeras y las nuevas infraestructuras, mientras el propio FMI solicita que se incida en el desarrollo social y el crecimiento inclusivo.
Ej¨¦rcito
"Tras esta imagen de fuerte crecimiento econ¨®mico e inter¨¦s de los inversores, Costa de Marfil tiene muchas vulnerabilidades", explicaba recientemente el analista Borjn Dahlin van Wees, de The Economist, a Bloomberg. "Muchos de los problemas subyacentes, como el descontento en el ej¨¦rcito, han sido olvidados o escondidos".?
El mes de enero arranc¨® con un mot¨ªn en Buak¨¦ y otras ciudades del norte del pa¨ªs, protagonizado por soldados de las FRCI que ped¨ªan las primas que les prometi¨® Alassane Ouattara por ayudarle a llegar al poder. El mot¨ªn se repiti¨® una semana m¨¢s tarde en las mismas ciudades para forzar al gobierno a acelerar los pagos y tuvo el efecto de animar a otros cuerpos de seguridad a replicar el m¨¦todo para exigir subidas salariales y mejoras laborales. Una protesta similar ya se dio a finales de 2014, con los mismos protagonistas, los mismos motivos y en los mismos lugares.?
Tras el mot¨ªn del d¨ªa de Reyes, el presidente marfile?o sustituy¨® a los responsables del ej¨¦rcito, la polic¨ªa y la gendarmer¨ªa. Sin embargo, la situaci¨®n no mejor¨®.
En los ¨²ltimos d¨ªas, los gendarmes marfile?os bloquearon carreteras y en el puerto de Abiy¨¢n dispararon sus armas al aire, ocuparon la sede de la SIR (Sociedad Marfile?a de Refinaci¨®n) y otros puntos estrat¨¦gicos y protagonizaron lo que se bautiz¨® como "arranque de c¨®lera" en otras ciudades como Daloa, Man o Yamusukro, capital pol¨ªtica del pa¨ªs. En Yamusukro se lamentaron muertos en los enfrentamientos entre gendarmes y los FRCI pacificados por la paga de primas que ven¨ªan a calmarlos. Los agentes piden la revocaci¨®n de medidas del gobierno tomadas en 2011 que implicaron la reducci¨®n efectiva de sus salarios por la desaparici¨®n de primas, adem¨¢s del pago de atrasos.
En el ej¨¦rcito marfile?o se da, adem¨¢s, la circunstancia de que existen dos cadenas de mando paralelas: la de los militares que fueron leales al expresidente Laurent Gbagbo, depuesto por la fuerza en 2011 y hoy juzgado en La Haya, y la de los ex rebeldes que se integraron en el ej¨¦rcito por su participaci¨®n a favor de Ouattara en la guerra.
Alassane Ouattara acaba de nombrar nuevo gobierno, incluido un nuevo cargo, el de vicepresidente, ocupado ahora por Daniel Kablan Duncan. Quedan por designar los miembros del senado, nueva instituci¨®n creada con la constituci¨®n que se aprob¨® el a?o pasado y que se ve entre la poblaci¨®n, en parte, como una forma de premiar a personalidades afines al gobierno y un gasto superfluo en un pa¨ªs donde la gran mayor¨ªa tiene problemas para afrontar el d¨ªa a d¨ªa.
Los funcionarios no parecen dispuestos a ceder despu¨¦s de a?os de protestas. Los militares siguen siendo un enigma, al igual que sus arranques de c¨®lera. Los ciudadanos sufren la carest¨ªa de la vida habitual y la falta de atenci¨®n m¨¦dica y clases provocada por la huelga, adem¨¢s de temer nuevos sobresaltos por parte de sus fuerzas armadas.
Por si todo esto fuera poco, los proveedores del estado denunciaron este mes los impagos de sus facturas presentadas al anterior gobierno entre los a?os 2000 y 2010 (356.000 millones de francos CFA) y de las presentadas al gobierno actual, desde su toma de posesi¨®n y hasta 2015.
Y el a?o s¨®lo est¨¢ comenzando.
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