Melilla, cuando la ciudad es la valla
Melilla es la primera ciudad de acogida espa?ola de 'menas', menores extranjeros no acompa?ados
Acercarse a la valla fronteriza que, desde 1998, separa a Melilla del vecino Marruecos a lo largo de 12 kil¨®metros, permite comprender las implicaciones que su presencia tiene para la ciudad. Un muro que ha re-configurado el papel de Marruecos y de Espa?a en el escenario internacional y que, como consecuencia, ha cambiado tambi¨¦n las formas de vida de parte de la poblaci¨®n que habita en sus m¨¢rgenes, condicionando el imaginario colectivo y las din¨¢micas urbanas.
La ciudad de Melilla, desde sus or¨ªgenes, ha crecido amurallada y de forma desordenada, ocupando espacios entre fuertes y cuarteles, ligada a la idea de defensa. Y en la actualidad, convertida en una de las puertas de la frontera sur de Europa, ha reforzado esta identidad.
Seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, Espa?a ha sido el principal receptor de ayudas de la UE para implantar medidas de seguridad en las fronteras, y se calcula que a comienzos de 2014 se hab¨ªan invertido en la construcci¨®n de la valla hasta 33 millones de euros. De su mano, la ciudad entr¨® a formar parte de la s¨¦ptima frontera m¨¢s desigual del mundo, seg¨²n el Informe sobre Fronteras M¨¢s Desiguales del Mundo, donde la renta per c¨¢pita del estado espa?ol supera a la de Marruecos 15 veces. Por otro lado, si bien la Real Orden de 1868 hab¨ªa roto con el car¨¢cter mono ¨¦tnico de Melilla, y permit¨ªa el establecimiento de cualquier persona en la ciudad, facilitando el asentamiento de espa?oles procedentes de la pen¨ªnsula y la llegada de habitantes de origen bereber del Rif. Ahora, la entrada no es f¨¢cil para la poblaci¨®n africana.
Melilla se ha convertido en una isla entre continentes, y en una dificultad a?adida para las personas inmigrantes que buscan llegar a Europa. Con un contorno delimitado por esta valla y por el mar mediterr¨¢neo, considerado actualmente como la frontera m¨¢s mort¨ªfera, presenta un per¨ªmetro infranqueable que, sin duda, condiciona la construcci¨®n de identidades y las formas de vida en su interior. Tanto de aquellas personas que hacen referencia a oleadas de inmigrantes en la valla y un efecto llamada que, ante la compleja realidad migratoria, afianzan una hist¨®rica percepci¨®n de necesidad de defensa ante amenazas externas. De las que habitan una ciudad donde el nivel de paro alcanza el 34% de la poblaci¨®n activa, con un fuerte componente joven, y en la que el 32% vive en situaci¨®n de pobreza. Como de las personas, mayoritariamente de origen subsahariano, que arriesgan su vida al saltar la valla. Algunas de las cuales la pierden, otras son devueltas al otro lado de la frontera ¡°en caliente¡±, algunas se ven obligados a pagar grandes cuant¨ªas de dinero para pasar a su familia, y aquellas que lo logran son trasladadas a un Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) colapsado y que ofrece unas condiciones de vida no exentas de graves carencias. O de los menores extranjeros no acompa?ados o menas, cuya realidad quiz¨¢ es m¨¢s desconocida a pesar de que su n¨²mero ha crecido en los ¨²ltimos a?os.
Son menores de edad (marroqu¨ªes y argelinos en su mayor¨ªa) que cruzan los pasos fronterizos solos, o bien porque sus familias han pagado su paso en la frontera, o porque se han introducido escondidos en alg¨²n autom¨®vil o cami¨®n, o son hijos de trabajadores transfronterizos. Y para ellos, Melilla es la primera ciudad de acogida espa?ola.
En el panorama europeo, el fen¨®meno migratorio conocido como el de ¡°menores no acompa?ados¡± aparece entre 1980 y 1990. Y, pese a que las migraciones de menores se ven¨ªan produciendo desde hace siglos en la historia, no es hasta 1989 con la ratificaci¨®n de la Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o cuando se desarrolla la construcci¨®n social de la infancia y se universalizan sus derechos. En Melilla esta inmigraci¨®n, iniciada a mediados de los a?os noventa, se hace efectiva en los sistemas de protecci¨®n desde el a?o 2000. Y actualmente, se cuentan m¨¢s de 500 menores extranjeros no acompa?ados (menas) en la ciudad, repartidos en los diferentes centros de protecci¨®n o sobreviviendo en la calle. Su tutela es ejercida por la Ciudad Aut¨®noma a trav¨¦s de la Consejer¨ªa de Bienestar Social, y mediante tres centros residenciales: Centro Asistencial, Divina Infantita, y el fuerte de La Pur¨ªsima, que son supervisados por la Direcci¨®n General del Menor y la Familia. Este ¨²ltimo es un antiguo cuartel militar situado a las afueras de la ciudad y cercano a la frontera con Marruecos. Tiene 160 plazas pero en la actualidad sobrepasa los 300 ni?os y muchos de ellos, escapan de all¨ª para sobrevivir en la calle (se calcula que hay entre 50 y 80).
A su deseo de buscar un mejor futuro se une el maltrato y la falta de acogida que denuncian. De hecho, el 92 % de estos ni?os dice no querer permanecer en los centros por la violencia que reciben, un 75 % de los ni?os se refiere a una violencia directa ejercida por los educadores del centro y mencionan robos, amenazas, chantajes (como ser fichados como mayores de edad de manera que queden fuera del sistema de protecci¨®n), o suministro de somn¨ªferos, etc. El objetivo de estos j¨®venes es llegar a la pen¨ªnsula y as¨ª, a Europa.
Aquellos que escapan, cada noche se juntan en el puerto y practican lo que denominan risky, que consiste en trepar el muro del puerto para intentar esconderse como polizones en alguno de los barcos que viaja a la pen¨ªnsula. Un reto dif¨ªcil y arriesgado. Sin embargo, a inicios de 2017, tan solo en un mes se detectaron casi 500 intentos de entrada irregular protagonizados, en su mayor¨ªa, por menores de edad que utilizaron para acceder a las embarcaciones m¨¦todos arriesgados para su propia vida: bajo los camiones que embarcan, a nado y por los cabos de amarre, entre la chatarra u otras mercanc¨ªas, etc.
Un grupo de estos menas de origen marroqu¨ª describ¨ªa as¨ª la ciudad: ¡°Aqu¨ª en Melilla, no nos quieren. Es una ciudad poco amiga y racista¡±. ¡°Aqu¨ª somos nada, sin trabajo, nada¡±. Algunos de ellos han intentado buscar un empleo pero no lo han logrado, y las ONG aseguran que algunos empresarios les piden entre 500 y 3.000 euros por hacerles un precontrato para conseguir obtener la residencia. ¡°La pen¨ªnsula: un futuro mejor¡±, expresan como resumen de su objetivo diario. Sobre ellos pesa la amenaza, adem¨¢s, de que la mayor parte de ellos es abandonada a su suerte cuando cumplen la mayor¨ªa de edad. Y entienden la ciudad de Melilla como un lugar de paso que viven con la mirada puesta m¨¢s all¨¢ del mar. De d¨ªa, mendigan comida o dinero, y duermen en las escolleras del puerto, y de noche se dan cita para hacer risky.
Las ciudades son espacios en constante transformaci¨®n, cuya forma y sus usos no son fruto del azar sino de decisiones y prioridades humanas concretas. Por eso, el ordenamiento urbano y el modo de vida de los habitantes de cada territorio est¨¢n estrechamente interrelacionados, y su di¨¢logo es constante.
La valla fronteriza de Melilla, y la pol¨ªtica migratoria europea de la que forma parte, quedan lejos de ser inocuas para la poblaci¨®n m¨¢s desprotegida. Y cuando son miradas de cerca, se muestran claros los desaf¨ªos que suponen para un posible desarrollo sostenible de la ciudad, como son la garant¨ªa de derechos b¨¢sicos y de protecci¨®n de la infancia. Por eso, UNICEF, y numerosas entidades que trabajan por los derechos humanos en la ciudad de Melilla recuerdan que Espa?a, como signataria de la Convenci¨®n de los Derechos del Ni?o, tiene un compromiso con la realizaci¨®n de los mismos, tambi¨¦n en las fronteras. Y tambi¨¦n la ONU ha instado a Espa?a a evitar las expulsiones irregulares de menores, a elaborar protocolos uniformes para determinar la edad y analizar de forma individual las circunstancias de cada caso, a velar por que el principio del inter¨¦s superior del ni?o se tenga en cuenta en todas las decisiones relativas a los no acompa?ados. Y a recordar que son ni?os antes que extranjeros y, por tanto, deben ser protegidos y amparados.
Ineludibles retos de calado, sin duda, para esta ciudad frontera.
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