M¨¢s all¨¢ de la vida
HABLAR DE experiencias cercanas a la muerte (que responden a las siglas ECM) es hablar del temor por antonomasia: el miedo a morir. Para explicar qu¨¦ es una ECM disponemos de los relatos de miles de personas en todo el mundo y a lo largo de la historia de la humanidad. Aunque las formas de contarlas pueden ser diferentes, existen numerosas coincidencias entre quienes han vivido este momento.
Comienzan con una desconexi¨®n con el propio cuerpo. Se describen a s¨ª mismos como observadores, flotando, en un entorno que ya reconocen como ajeno. No sienten dolor, pero saben que est¨¢n muertos (o creen estarlo). Durante esta breve pausa, todav¨ªa sienten presencia en el mundo, si bien la aprecian como en la distancia. Hablan de estados especiales de conciencia, de una infinita sensaci¨®n de paz interior y a la vez de euforia, de libertad. Tras un instante pasan a deambular, como un ente abstracto, incorp¨®reo, por un espacio desconocido. Relatan un viaje a trav¨¦s de un t¨²nel donde observan paisajes plagados de seres extra?os, figuras m¨ªsticas o personas cercanas, algunas ya fallecidas. Tras el t¨²nel aparece una luz intens¨ªsima, radiante, blanca. Hablan de recuerdos y emociones. Coinciden en se?alar que observan una especie de retrospecci¨®n panor¨¢mica de sus propias vidas, un resumen, una pel¨ªcula. Pero estas im¨¢genes recuperadas de la memoria, del pasado, se mezclan con im¨¢genes de futuro. Aseguran tener claridad de pensamiento, relatan un estado casi de ¨¦xtasis. Se acerca tanto a la descripci¨®n del alma que diferentes investigadores han querido ver en estas experiencias el origen de algunas religiones.
Relatan un estado casi de ¨¦xtasis. Se acerca tanto a la descripci¨®n del alma que diferentes investigadores han querido ver en estas experiencias el origen de algunas religiones.
Es importante se?alar que mantienen la sensaci¨®n de identidad: saben qui¨¦nes son y han sido. Si bien es cierto que los relatos son similares, la interpretaci¨®n posterior suele tener inevitables componentes culturales. Los creyentes hablan de conexi¨®n con Dios; los ateos, de una energ¨ªa sin precedentes, y los ni?os, normalmente, de ¨¢ngeles. Todos, no obstante, hablan de un cambio del estado de la materia.
Pueden tardar d¨ªas en contar detalladamente una experiencia que cronol¨®gicamente ha durado segundos o minutos. Este fen¨®meno lleva a pensar, por una parte, en la relatividad del tiempo y, por otra, a que en realidad se trata de elaboraciones posteriores, ya conscientes y por tanto sometidas a la influencia de las creencias, la cultura e incluso de los deseos.
Del mismo modo que las ECM han sido objeto de estudio por parte de fil¨®sofos o te¨®logos, tambi¨¦n han sido un campo de inter¨¦s para los cient¨ªficos. Es tentador, ahora m¨¢s que nunca gracias a los avances de la tecnolog¨ªa aplicada a la neurociencia, indagar en la relaci¨®n entre estos fen¨®menos y el funcionamiento cerebral. El mayor escollo con el que se enfrentan los cient¨ªficos ¨Cigual que otros pensadores¨C es, c¨®mo no, el lenguaje. La indefinici¨®n de t¨¦rminos tan abstractos y complejos como la conciencia, el alma o la mente fomenta el debate y al mismo tiempo dificulta alcanzar una conclusi¨®n unificada, consistente.
Uno de los investigadores m¨¢s reconocidos en la actualidad en este campo ¨Cdel que est¨¢ obteniendo enormes r¨¦ditos en publicaciones y conferencias¨C es Pim van Lommel, un cardi¨®logo holand¨¦s interesado en estos fen¨®menos tras hab¨¦rselos escuchado a muchos de sus pacientes que sobrevivieron a un infarto de miocardio. La investigaci¨®n, basada en las experiencias de 300 de ellos, se public¨® en la revista cient¨ªfica The Lancet y mostraba que el 18% de los afectados hab¨ªan tenido una vivencia compatible con una ECM. No hallaron correlaci¨®n con las creencias religiosas o la espiritualidad previa al fen¨®meno. Tampoco consideran probable que los factores psicol¨®gicos sean importantes, ya que el miedo, asegura Van Lommel, no est¨¢ asociado con la ECM.
En opini¨®n de otros cient¨ªficos, estas experiencias no son m¨¢s que el resultado de periodos de falta de ox¨ªgeno a nivel cerebral. Aseguran que la conciencia es un producto del cerebro y su interacci¨®n con la persona y el ambiente, pero que no existe la conciencia en s¨ª y, desde luego, no existe la conciencia sin vida corporal. En contra de esta postura, Van Lommel dice: ¡°Si la conciencia es un mero ¡®producto¡¯ del cerebro, ?c¨®mo puede ¡®sobrevivir¡¯ y ¡®explicar¡¯ la experiencia de la muerte?¡±. Este planteamiento est¨¢ plagado de errores, pues ni la conciencia es un producto ¨Ces un constructo, no una entidad cl¨ªnica¨C, ni queda siquiera m¨ªnimamente demostrado que la conciencia ¡°sobreviva¡± y mucho menos ¡°explique¡± una experiencia. Tampoco el hecho de recordarla implica que esta haya sido en ausencia total de vida, pues no est¨¢ claramente definida la muerte m¨¢s all¨¢ de que no existe actividad el¨¦ctrica de suficiente intensidad como para ser recogida mediante electroencefalograma.
Los resultados de Van Lommel s¨ª son claros en un sentido: las ECM no pueden explicarse mediante la neurociencia, al menos hoy d¨ªa, por m¨¢s que intente darle tintes de rigor.
?Y qu¨¦ dice la ciencia?
Los acontecimientos m¨¦dicos que preceden a las ECM son variados (traumatismo craneal, parada cardiorrespiratoria...), pero tambi¨¦n se ha observado este fen¨®meno tras el consumo de ciertas drogas ¨Cketamina, LSD o mescalina¨C o en situaciones en las que se produce una disminuci¨®n s¨²bita de la llegada de ox¨ªgeno al cerebro.
¡ª Ante la falta de ox¨ªgeno, disminuye la actividad sensorial, se pierde la conexi¨®n con los almacenes de memoria y los est¨ªmulos ¨Cantes externos¨C son reemplazados por ?im¨¢genes creadas por la propia mente, desconectada ya del entorno.
¡ª La sensaci¨®n es de aislamiento absoluto, por eso se han relacionado estas experiencias con la eternidad.
¡ª Para la neurociencia, en rigor, no existe una explicaci¨®n de las ECM m¨¢s all¨¢ de la percepci¨®n de una serie de est¨ªmulos y la interpretaci¨®n que posteriormente se da de ellos.
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