Esta es la edad madura en la que se vuelve a sentir la felicidad de la juventud
Si cree que nunca volver¨¢ a ser tan dichoso como cuando iba a la universidad, probablemente est¨¦ en la cuarentena. Espere un poco
La felicidad es una de las principales obsesiones modernas y algo que muchos nunca dejan de buscar en una suerte de odisea imposible hacia el bienestar. Lo que con frecuencia pasa inadvertido a los cazadores de la dicha es que lograr mayor o menor ¨¦xito en esta empresa tendr¨¢ m¨¢s que ver con el momento vital por el que estemos pasando que con el empe?o con el que buscamos f¨®rmulas magistrales.
Para empezar, la felicidad no es un concepto f¨¢cil de explicar. ¡°Hay tantas definiciones de felicidad como personas pretenden acercarse a ella¡±, explica la psic¨®loga Ana Villarrubia, directora del Centro de Psicolog¨ªa Aprende A Escucharte y autora del libro Borr¨®n y cuenta nueva. ¡°La m¨¢s generalizada podr¨ªa ser la de ese estado tan deseable en el que uno tiene la capacidad de liberarse de miedos y barreras innecesarias y avanzar hacia la consecuci¨®n de objetivos diarios y metas en la vida¡±. Sin embargo, la vida es tan larga que pasar¨¢ por diferentes etapas y fluctuaciones, tambi¨¦n en t¨¦rminos de dicha.
A la hora de encontrarla, los expertos recomiendan moderaci¨®n: la consigna es buscarla sin ansiedad para que pueda precipitarse. Y cuando llegue, saber que se permitir¨¢ variar en intensidad. Algo as¨ª como sucede con el orgasmo o con los fuegos artificiales. Psic¨®logos e investigadores de esta nueva disciplina determinan la existencia de un ciclo de felicidad bien definido en nuestra vida y que tiene forma de U: es muy alta durante la primera juventud y va decreciendo con los avatares de la vida adulta hasta llegar a tocar fondo cuando se superan los 40 a?os. La buena noticia es que vuelve a subir en el "septiembre de los a?os", como dir¨ªa Sinatra (1965), y, a partir de los 50, la mayor¨ªa volvemos a ser felices, dentro de una tendencia an¨ªmica positiva que ir¨¢ in crescendo hasta la senectud.
Este esquema se defini¨® en un ambicioso estudio realizado por Andrew Oswald, profesor de Econom¨ªa y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Warwick en el Reino Unido, en el que se evaluaron a m¨¢s de 500.000 personas repartidas entre Am¨¦rica y el viejo continente. A medida que envejecemos somos m¨¢s felices. ?Por qu¨¦? La experta Ana Villarrubia relaciona los niveles de felicidad con los diferentes grados de experiencia y madurez por los que vamos pasando, a su vez condicionados por las emociones propias de la edad. ¡°En etapas m¨¢s inmaduras, la felicidad se confunde con la satisfacci¨®n inmediata, ya que nuestra corta trayectoria de vida y la forma en la que procesamos la informaci¨®n nos impide pensar m¨¢s all¨¢¡±, explica refiri¨¦ndose a la euforia infinita presente en los j¨®venes.
La fase de los cuarenta es una etapa complicada. Son a?os en los que ¡°pasamos la mayor parte del tiempo centrados en el ma?ana: trabajando e invirtiendo esfuerzos en asegurar que lo que est¨¢ por venir ser¨¢ eso que tanto deseamos¡±, dice la psic¨®loga. Esa obsesi¨®n por labrarnos un futuro prometedor encuentra su m¨¢xima expresi¨®n en la conocida como crisis de los cuarenta, una realidad tangible y reconocida en el ¨¢mbito de la psicolog¨ªa. ¡°El malestar mental tiende a alcanzar su cenit cuando tenemos cuarenta y pico a?os, la etapa m¨¢s determinante de nuestra carrera y en la que lidiamos con miles de cosas a la vez, como prosperar econ¨®micamente, proveer a los hijos o incluso comenzar a cuidar a unos padres mayores¡±, explica Daniela Pittman, profesora de psicolog¨ªa del Instituto de Empresa y fundadora de The Happiness Seminar. Pittman no pasa por alto la p¨¦rdida del atractivo juvenil e incluso los albores de la menopausia en la mujer. ¡°Todo ello justifica que con la median¨ªa de edad tambi¨¦n se alcancen los mayores ¨ªndices de depresi¨®n y ansiedad¡±. Esto no sucede entre los 20 y los 30 a?os, ¡°momento en el que sentimos que podemos comernos el mundo y a¨²n estamos a tiempo de explorar e incluso de cambiar de carrera si no nos satisface, hecho harto complicado a los cuarenta y tantos a?os, cuando, muy habitualmente, uno tiene una familia a la que mantener¡±.
"A partir de los 50 solo cobran importancia las cosas que realmente lo merecen" (Ana Villarrubia, psic¨®loga)
Ese baile de emociones nos va curtiendo, y a partir de los 50 empezamos a recoger los frutos. ¡°La experiencia del paso de los a?os deber¨ªa permitirnos elegir y decidir con m¨¢s criterio y libertad¡±, aclara Ana Villarrubia. En aceptar el cambio estar¨¢ la clave que nos haga felices con el paso del tiempo y el devenir de las canas y arrugas. ¡°Debemos distinguir entre la aceptaci¨®n y la resignaci¨®n¡±, contin¨²a la psic¨®loga. ¡°Mientras que en la resignaci¨®n existe tristeza, abatimiento o melancol¨ªa, en la primera hay un cierto grado de satisfacci¨®n¡±.
Estas son las razones que facilitan el proceso hacia la prometida felicidad tard¨ªa:
- Aplacamos la ansiedad y la impaciencia. El potro desbocado de las emociones juveniles dar¨¢ paso a un corcel sereno que sabe relativizar y valorar lo que hemos conseguido. ¡°Por desgracia, no nos ense?an en la escuela a regular nuestras emociones, ni apenas a identificarlas¡±, explica Villarrubia. ¡°Con la edad no sentiremos haber perdido fuerzas, sino que sabemos aprovecharlas al m¨¢ximo y con sentido com¨²n¡±, aclara.
- Sabemos distinguir lo verdaderamente importante. Pasada la barrera de los 50 o incluso los 60 a?os se alcanzan un sosiego y una perspectiva ¡°con la que solo cobran importancia las cosas que realmente lo merecen¡±. Aprendemos a tomar distancia. En contraposici¨®n a la urgencia y la ambici¨®n anterior, ¡°hemos aprendido a medir nuestras fuerzas y, con suerte, tambi¨¦n a aceptar nuestras limitaciones y convivir con ellas¡±.
- Relativizamos los problemas. Una vez hemos aprendido a identificar y tolerar mejor nuestros estados emocionales, ¡°nos ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil relativizar los problemas y nos asustar¨¢ menos asumir las responsabilidades necesarias para encargarnos de lo que de verdad nos preocupa¡±.
- Nos dejamos de tanto balance. Si a los 40 hac¨ªamos inventario del cumplimiento de las expectativas e ilusiones volcadas sobre nuestro futuro y entr¨¢bamos en la famosa mid-life crisis, a partir de los 50 somos m¨¢s benevolentes con nosotros mismos y ¡°nos perdonamos la vida¡± o el no haber conseguido algunas de las fantas¨ªas, quiz¨¢ poco realistas, que alguna vez tuvimos en tiempos mozos.
- La rutina deja de ser el enemigo. Siendo la rutina sin¨®nimo de seguridad, es algo que empieza a apreciarse tarde. Parad¨®jicamente, tendemos a asociar rutina a algo negativo, pero lo cierto es que ¡°solo nos perjudica cuando nos atrapa y se vuelve extremadamente r¨ªgida¡±. Con la edad nos volvemos pr¨¢cticos y apreciamos cada vez m¨¢s ¡°la predictibilidad y el saber lo que viene a continuaci¨®n¡±.
Cuando la felicidad es un clich¨¦ inc¨®modo
Y si est¨¢ en esa franja de edad y no se siente particularmente dichoso, no significa necesariamente que con usted no se aplique esta teor¨ªa: ¡°Rara vez somos conscientes de estar experimentando momentos de felicidad, y en cambio lamentamos el momento en que nos falta¡±, dice Pittman. Es decir, quiz¨¢ se encuentre en un buen momento y no se d¨¦ cuenta. Este fen¨®meno, conocido en psicolog¨ªa como aversi¨®n a la p¨¦rdida (loss aversion) se explica muy bien con la teor¨ªa formulada por primera vez por los psic¨®logos Kahneman y Tversky en 1979, que tambi¨¦n se aplica a lo econ¨®mico. Su denominada teor¨ªa prospectiva explica c¨®mo los mecanismos que rigen nuestras decisiones est¨¢n m¨¢s basados precisamente en la ansiedad de perder que en la alegr¨ªa de ganar, y se?alan que la mayor¨ªa de nosotros preferimos evitar la p¨¦rdida que adquirir la ganancia equivalente. Es decir, siempre elegiremos no perder mil euros antes que ganarlos. ¡°El dolor de perder algo es entre tres y cuatro veces mayor que la felicidad de tenerlo¡±, concreta Pittman. Por ello nos hacen tanto mal la obsesi¨®n por el futuro y esas quejas constantes de lo que perdemos en el camino que manifestamos en los momentos vitales m¨¢s bajos de felicidad y que, sin embargo, dejar¨¢n de preocuparnos tanto superada la barrera de los 50 a?os.
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