Coca¨ªna que trae el mar
El ecoturismo y la cultura se abren paso como herramientas para combatir la pobreza y el narcotr¨¢fico en la costa colombiana
Franklin Moreno, l¨ªder social de Jurubir¨¢, asegura que el conflicto armado nunca ha afectado a la localidad y, a continuaci¨®n, explica c¨®mo los pescadores viven de vender paquetes de coca¨ªna que llegan hasta la playa cada madrugada. Gerladine Gil, habitante de este pueblo en la costa del Pac¨ªfico de Colombia, no est¨¢ de acuerdo con Moreno y define al narcotr¨¢fico como ¡°el motor de la guerra¡±. Dice que, hasta que el Estado no acabe con el negocio de la droga, no dejar¨¢n de ser pobres y la violencia no acabar¨¢.
Para cambiar la principal forma de subsistencia del municipio, Gil ha propuesto a la asociaci¨®n local Mano Cambiada un proyecto educativo y, a la vez, colabora con la organizaci¨®n para promover el territorio como destino tur¨ªstico. El movimiento social de Jurubir¨¢ se ha marcado un reto: encontrar alternativas para el futuro de grandes y peque?os.
Hasta que el Estado no acabe con la pobreza, la paz no llegar¨¢ a Colombia
Uno de los puntos centrales de las negociaciones de paz entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC se centra en la erradicaci¨®n de conreos ilegales y el fin del narcotr¨¢fico. El Censo de Cultivos Il¨ªcitos de las Naciones Unidas determin¨® que, en 2015, las plantaciones de hoja de coca generaron 479 millones de d¨®lares en el pa¨ªs. La planta procesada y convertida en coca¨ªna es empaquetada y transportada por rutas a¨¦reas, terrestres y mar¨ªtimas hacia Centroam¨¦rica y Estados Unidos. Jurubir¨¢ es un pueblo del departamento del Choc¨®, un corredor estrat¨¦gico para el tr¨¢fico de droga, armas y personas. Conecta con los territorios del sur del pa¨ªs, donde se cultiva el 81% de la hoja de coca, seg¨²n la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito. En el norte, hace frontera con Panam¨¢ y tiene salidas al Oc¨¦ano Pac¨ªfico y al Atl¨¢ntico.
Cuando las lanchas viajan en plena noche a mar abierto o por el r¨ªo Atrato, se producen redadas del ej¨¦rcito y la polic¨ªa nacional. Los tripulantes lanzan los paquetes por la borda antes de que los detengan, y las corrientes marinas y fluviales llevan las llamadas pacas hasta la orilla de playas como la de Jurubir¨¢.
Josefina Klinger, una de las mujeres m¨¢s influyentes de los movimientos sociales colombianos, afirma que hasta que el Estado no acabe con la pobreza, la paz no llegar¨¢ a Colombia. Mientras tanto, la corporaci¨®n de la cual es fundadora y directora, ha iniciado el proyecto propuesto por Gil a principios de verano. Cuatro profesores de la regi¨®n han viajado hasta el pueblo a dar clases de m¨²sica, danza, teatro y deporte para transmitir el mensaje de que existen alternativas de vida al tr¨¢fico de drogas.
¡°En el Choc¨® nos han ense?ado que somos ciudadanos de tercera, por eso, los j¨®venes quieren emigrar a Medell¨ªn y Bogot¨¢¡±, constata Klinger. A trav¨¦s de las actividades extraescolares explican a los alumnos que la regi¨®n en la que viven es una de las m¨¢s ricas en recursos naturales de Colombia y que, por lo tanto, la explotaci¨®n sostenible del territorio es una oportunidad de enriquecimiento para la poblaci¨®n.
La guerra en Colombia ha afectado a partes del Choc¨®, como la capital, Quibd¨®, o la frontera con Panam¨¢, donde ha habido presencia de paramilitares, guerrilleros y ej¨¦rcito. En Jurubir¨¢, no han sufrido enfrentamientos directos entre actores del conflicto, pero la droga ha impregnado la vida diaria. Y, como acompa?antes, la miseria y la violencia. Aun as¨ª, la riqueza no se ve reflejada en la localidad. Los televisores de plasma contrastan con las calles sin asfaltar, la basura en la arena y la falta de servicios b¨¢sicos como el alcantarillado o el acueducto. En un intento de mejorar la calidad de vida en el municipio, los vecinos han puesto en marcha otro proyecto en com¨²n: el ecoturismo.
Turismo sostenible
Las costas del Choc¨® reciben todos los a?os a las ballenas jorobadas, que llegan a la Ensenada de Utr¨ªa a dar a luz. Una selva casi inexpugnable que supera los 45.000 kil¨®metros cuadrados es el hogar de m¨¢s de 500 especies animales y, en las profundidades, esconde minas de oro y platino. Los l¨ªderes sociales chocoanos promueven una explotaci¨®n sostenible de los recursos en la que se respeten los derechos laborales y medioambientales en uno de los territorios m¨¢s biodiversos del planeta.
La explotaci¨®n sostenible del territorio es una oportunidad de enriquecimiento para la poblaci¨®n
Vecinos como Gil y Moreno han habilitado las casas para recibir a los turistas. Los gu¨ªan por caminos en la jungla, les informan de las mejores playas y los llevan en lancha a ver las ballenas. En Jurubir¨¢, los nativos se encargan de la gesti¨®n de los hostales y, por ahora, evitan venderlos a empresarios extranjeros que ya han comprado tierras en localidades cercanas como Guachalito o Termales. El objetivo es generar un mercado nuevo que sustituya al negocio de la droga, pero Gil es consciente de la dificultad del reto. ¡°Si el Estado no crea alternativas, la gente no dejar¨¢ de recoger pacas en el mar¡±, lamenta con rabia. Asegura que ninguno de sus vecinos forma parte de una organizaci¨®n ilegal, pero dice entender que hayan optado por hacer negocios con los narcotraficantes si nadie les ofrece una perspectiva de vida mejor.
Corrupci¨®n local
El DANE, Departamento Administrativo Nacional de Estad¨ªstica, clasifica el Choc¨® como el territorio m¨¢s paup¨¦rrimo, con un 37% de la poblaci¨®n en riesgo de pobreza monetaria extrema. Es el cuarto departamento con m¨¢s paro en el pa¨ªs, un punto por encima de la media nacional del 8¡¯9%, y en agosto, una huelga paraliz¨® la administraci¨®n para protestar en contra del abandono estatal.
Klinger no est¨¢ de acuerdo con el paro c¨ªvico porque considera que la responsabilidad del empobrecimiento de la regi¨®n es compartida entre un Estado con poca presencia en la zona y unos funcionarios regionales y locales corruptos. El entonces Procurador General de la Naci¨®n, Alejandro Ord¨®?ez, anunci¨® despu¨¦s de las manifestaciones que hay m¨¢s de 300 investigaciones activas por casos de corrupci¨®n en uno de los departamentos que recibe m¨¢s dinero en proporci¨®n al n¨²mero de habitantes. El caso m¨¢s conocido es el del exgobernador Efr¨¦n Palacios, quien est¨¢ investigado por la Fiscal¨ªa por el presunto desv¨ªo de 4.000 millones de pesos colombianos del sistema de salud p¨²blico. Mientras tanto, la Defensor¨ªa del Pueblo denuncia que el hacinamiento de pacientes en los hospitales es del 150%, que faltan medicinas y que la escasez de v¨ªas transitables dificulta el traslado de enfermos a los centros.
A la larga lista de retos del Gobierno de Colombia en la b¨²squeda de la paz, se suma la inversi¨®n de recursos en la regi¨®n del Pac¨ªfico, la investigaci¨®n de la corrupci¨®n en las administraciones municipales y regionales, y el fin de la fabricaci¨®n y el tr¨¢fico de droga en el primer pa¨ªs productor de coca¨ªna del mundo. Cuando los profesores del proyecto educativo de Jurubir¨¢ hablan sobre el proceso de paz, Klinger insiste en que ¡°la causa principal de la guerra es la falta de oportunidades¡±, y afirma que ¡°mientras haya pobres, el conflicto continuar¨¢¡±.
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