Tras el cristal
El fot¨®grafo relata en primera persona sus impresiones durante su primer viaje a Nepal y la India, donde captur¨® im¨¢genes cotidianas desde el coche "para mantener la esencia de aquellos momentos"
La vida tendr¨ªa que ser tan sencilla como subirse a una roca, dejar pasar el tiempo y observar, s¨®lo observar. Este es uno de los pensamientos que me abordaba constantemente durante mi viaje a las zonas m¨¢s desfavorecidas de Nepal e India. Era la primera vez que sal¨ªa de Europa y, si soy sincero, nunca pens¨¦ que ir¨ªa a otro continente por motivos de trabajo, era algo ut¨®pico para m¨ª. Pero a finales de agosto de 2016 recib¨ª una llamada¡ la voz al otro lado, un colega desde la redacci¨®n en Madrid, me propon¨ªa hacer un par de reportajes para un especial sobre infancia. No lo dud¨¦. Mi primera reacci¨®n fue contestar ¡°s¨ª¡±. A partir de ah¨ª, s¨®lo nervios, que sin querer iban en aumento.
El primer destino que tuvimos mi compa?era Alejandra Agudo y yo fue Katmand¨², capital de Nepal. S¨®lo en el trayecto de poco m¨¢s de ocho kil¨®metros que va desde el Aeropuerto Internacional Tribhuvan hasta el hotel en el que nos ¨ªbamos a alojar, cre¨ª volverme loco con todo aquello que ve¨ªa desde el coche. Mis manos me ped¨ªan sacar la c¨¢mara y disparar a todo lo que se moviera. Mi cabeza hizo lo correcto y s¨®lo me dej¨® mirar y absorber.
Era la primera vez que sal¨ªa de Europa y, si soy sincero, nunca pens¨¦ que ir¨ªa a otro continente por motivos de trabajo, era algo ut¨®pico para m¨ª
A la ma?ana siguiente ya est¨¢bamos en ruta, camino de las localizaciones y en busca de las personas a las que ¨ªbamos a entrevistar. Y escucharles, sobre todo escucharles. Desde ese primer d¨ªa me di cuenta que adem¨¢s de cumplir con la agenda de reportajes que hab¨ªa previstos, ten¨ªa que intentar aprovechar el tiempo en ruta. ?Y qu¨¦ mejor manera que fotografiar desde el interior del coche las escenas cotidianas que iba viendo? De esta forma, adem¨¢s, consegu¨ªa que aquellos momentos que quer¨ªa capturar no fueran alterados por la presencia de un fot¨®grafo y que todo fluyera y se desarrollara con total normalidad.
Llegado a este punto, y para hacer mayor hincapi¨¦ en el punto de vista desde el que estaba tomando las im¨¢genes, pens¨¦ que estas ten¨ªan que ser enmarcadas en la propia ventanilla desde la que las estaba haciendo. A veces, de forma total, y otras, solo parcialmente. Tras el cristal, tras una muralla transparente, a veces despejada y otras, nublada por la poluci¨®n. As¨ª fue c¨®mo pude capturar aquellas escenas que tanto me estaban sorprendiendo.
Si tuviera que describir lo vivido en Nepal, lo resumir¨ªa con una simple palabra: contraste.
El caos m¨¢s absoluto de las zonas urbanas y la paz y la tranquilidad de las zonas rurales s¨®lo estaban separados por una delgada l¨ªnea. De la experiencia en aquel pa¨ªs, me quedo con las personas, tanto con aquellas con las que pasamos m¨¢s tiempo, como las que s¨®lo nos hicieron alguna indicaci¨®n en el camino. Su mirada era limpia y sana, sin maldad. Y por supuesto me quedo con su t¨¦, siempre su nepal¨ª tea...
Despu¨¦s de Nepal, fuimos a India. Destino: Agra. All¨ª hab¨ªa m¨¢s basura, m¨¢s contaminaci¨®n, m¨¢s coches.
Mi primer recuerdo, en una palabra: azufre. Ese olor invadi¨® mi cuerpo e hizo que, sumado al caos absoluto que hab¨ªa a mi alrededor, me viniera una idea a la cabeza, un pensamiento o reflexi¨®n que me acompa?¨® durante el resto de d¨ªas. Si la humanidad se extingue, el comienzo ser¨¢ algo similar a lo que me rodeaba.
De India, me quedo con sus miradas, especialmente las de las ni?as y ni?os que nos encontr¨¢bamos, cuyas pupilas reflejaban a la vez felicidad y tristeza
Para colmo de males, la crisis de falta de efectivo en el pa¨ªs, nos cogi¨® de lleno, lo que hizo que mi agobio se disparase por momentos. Conforme pasaba el tiempo, ve¨ªa la forma de vivir de los indios, la pobreza absoluta, las condiciones (en algunos lugares inexistentes) de higiene, la mala salud de las personas, su alimentaci¨®n insuficiente. Todo mezclado.
A veces me sent¨ªa como si estuviera dentro del vaso de una batidora rodeado por todos estos ingredientes y rezando para que la m¨¢quina no se pusiera en funcionamiento. Pero... me dio la impresi¨®n de que, ya sea por costumbre, porque no conocen otro modo de vida, o porque no se les ofrece otra oportunidad o salida, son felices a su manera. Con lo que tienen o con lo que no tienen.
Y, de nuevo, me quedo con sus miradas, especialmente con las de las ni?as y ni?os que nos encontr¨¢bamos, cuyas pupilas reflejaban a la vez felicidad y tristeza, al 50%. ?Qu¨¦ contraste! Y yo tras la c¨¢mara, siempre tras la m¨¢quina para mostrar una peque?a parte de lo que mis ojos vieron y no olvidar¨¢n.
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