Cada vez los j¨®venes son m¨¢s adictos a las compras
Rebajas, promociones y ofertas exacerban el consumo compulsivo, un modo de llenar el vac¨ªo existencial
Los estadounidenses lo llaman buying spree, juerga o frenes¨ª por la compra, y en espa?ol se le conoce con el nombre de etimolog¨ªa griega onioman¨ªa o locura por el consumo. La compra compulsiva se empez¨® a estudiar en Estados Unidos (EE UU) en la d¨¦cada de los ochenta y en Espa?a unos a?os m¨¢s tarde a partir de la publicaci¨®n de un caso de un psiquiatra burgal¨¦s en The British Journal of Psychiatry. Los niveles de los dos neurotransmisores implicados: la serotonina, que genera bienestar, y especialmente la dopamina, que causa una elevada sensaci¨®n de recompensa, est¨¢n descendidas en estos pacientes, mayoritariamente mujeres.
Las rebajas, las promociones de los grandes almacenes y las ofertas suponen para los amantes de las compras un duro reto. Los expertos estiman que en Espa?a puede haber unos 400.000 adictos a las compras. Tambi¨¦n, dicho de otro modo, un 40% de espa?oles compra con exceso y el 17% sufre la patolog¨ªa. Se trata de un s¨ªndrome surgido para llenar el vac¨ªo existencial en las sociedades ferozmente consumistas. Los cl¨ªnicos estadounidenses lo relacionan con una sociedad consumista en la que las v¨ªctimas, mayoritariamente mujeres en virtud de todos los estudios epidemiol¨®gicos, buscan la felicidad por esa v¨ªa y llenar ciertos vac¨ªos vitales.
Especialistas de EE UU como Faber y O¡¯Guinn manten¨ªan en 1992 que el problema afectaba al 5,9% de la poblaci¨®n de aquel pa¨ªs. En Espa?a empez¨® a tratarse a partir de que en 1984 el doctor Jes¨²s de la G¨¢ndara, jefe del servicio de Psiquiatr¨ªa del hospital General Yag¨¹e, de Burgos, ley¨® en la revista cient¨ªfica The American Journal un art¨ªculo de los psiquiatras Frankenburg y Yungerlun-Todd. En el texto se recog¨ªa un caso cl¨ªnico que presentaba los mismos s¨ªntomas que una paciente suya.
¡°Hasta entonces¡±, dice el doctor De la G¨¢ndara, ¡°no se hab¨ªa debatido en psiquiatr¨ªa este problema, ni siquiera estaba tipificado ni se hab¨ªa publicado nada al respecto en toda la literatura m¨¦dica de nuestra especialidad¡±. El facultativo trat¨® a dos mujeres, de 33 y 21 a?os, respectivamente, que presentaban el trastorno de adicci¨®n a las compras. Public¨® entonces un art¨ªculo sobre estos dos casos cl¨ªnicos en The British Journal of Psychiatry. Y se vio sorprendido por decenas de mensajes de otros colegas de pa¨ªses, como Canad¨¢, Irlanda e India, en los que le comunicaban que ten¨ªan varias pacientes mujeres con id¨¦ntica patolog¨ªa.
Seg¨²n la doctora Rosa Sender, profesora titular de Psiquiatr¨ªa de la Universidad de Barcelona, lo que se observa, y se ha ido corroborando con el tiempo y la experiencia cl¨ªnica, es que este cuadro, que est¨¢ empezando a aparecer a edades m¨¢s j¨®venes, como la adolescencia y primera juventud, suele acompa?ar a trastornos de bulimia y depresi¨®n: ¡°Se asienta generalmente sobre una personalidad de base neur¨®tica, muy t¨ªmida e insegura. En casi todas las pacientes se halla una baja autoestima, un gran sentimiento de culpa y una desfiguraci¨®n de su imagen corporal. Suelen tener un grado de inteligencia medio-alto y un nivel social m¨¢s bien elevado. El problema empieza a manifestarse, junto con los otros cuadros, en torno a los 16 a?os y tarda a?os en detectarse. Ellas saben que les pasa algo, pero no saben qu¨¦ y no logran detectarlo, en particular, las compras, con ayuda o sin ella, hasta pasados los 30 a?os. Adem¨¢s, la mujer suele consultar antes por su bulimia y su depresi¨®n, no por las compras¡±.
Como refleja en su libro Las nuevas adicciones (Tea Ediciones) el catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Europea de Psiquiatr¨ªa Social, Francisco Alonso-Fern¨¢ndez, la compra adictiva es un proceso todav¨ªa no suficientemente reconocido por la poblaci¨®n general, muy mal visto socialmente, que suele tildar a las v¨ªctimas de ¡°superficiales y fr¨ªvolas¡±, olvidando el elevado grado de sufrimiento e incapacidad que provoca en las afectadas.
Tres razones pueden explicar el mayor arraigo en la mujer de esta seria adicci¨®n no qu¨ªmica: el extendido h¨¢bito social de la compra entre las f¨¦minas; la superior vulnerabilidad para ciertos trastornos de la personalidad, como baja autoestima, soledad, estado depresivo, y un menor sentimiento que el hombre hacia lo abstracto, ya que este prefiere el dinero y ella lo que puede conseguirse con ¨¦l¡±, sostiene el doctor Alonso-Fern¨¢ndez.
Existen varios exponentes literarios que han retratado esta realidad desde el siglo XIX. Quiz¨¢ el m¨¢s conocido se encuentra en 1857 en la gran novela francesa Madame Bovary. El escritor Gustave Flaubert convirti¨® a Emma Bovary en un fascinante personaje atormentado en busca del verdadero amor, que no cesaba de adquirir vestuario personal de lujo mediante una gesti¨®n secreta a base de pr¨¦stamos hasta llevar a su familia a la bancarrota. Unos a?os despu¨¦s, en 1883, el tambi¨¦n escritor franc¨¦s ?mile Zola describe en El para¨ªso de las damas c¨®mo las mujeres se extasiaban al contemplar las galer¨ªas de una gran tienda de Par¨ªs, inspirada en la gran superficie de ventas creada en Francia en 1810.
Actualmente, numerosas mujeres occidentales, cada vez m¨¢s j¨®venes, cuando sufren un contratiempo y un disgusto (problema con la pareja, mala nota en un examen, discusi¨®n con los padres, desenga?o amoroso), buscan la compensaci¨®n a ese malestar mediante el acto compulsivo de comprar, seg¨²n todos los expertos consultados. El psicoanalista alem¨¢n Erich Fromm (s. XX) sostiene que los deseos de compra, que encubren la b¨²squeda de la felicidad, provienen m¨¢s del exterior que del interior, ¡°impulsados por la publicidad, que ha transformado el sistema de ventas a partir de una sociedad tecnificada ya en el siglo XIX¡±.
En los hombres aparece, en una proporci¨®n infinitamente menor, en la fase man¨ªaca del trastorno bipolar o enfermedad man¨ªaco-depresiva. As¨ª lo confesaba a su m¨¦dico un alto y exitoso ejecutivo brit¨¢nico de 45 a?os, cuya identidad prefiere preservar: ¡°En un solo d¨ªa adquir¨ª un coche BMW y un reloj Rolex. Me est¨¢n ayudando a pagar el cr¨¦dito mis padres, pues, a pesar de mi elevado sueldo, no puedo hacer frente a los gastos porque soy incapaz de ahorrar¡±.
Cada vez que alguien tiene el impulso adictivo se iluminaban ciertas regiones del cerebro ligadas a los circuitos de recompensa, seg¨²n han demostrado modernas t¨¦cnicas de neuroimagen. Cuando se satisface la compra, el cerebro libera dopamina, el neurotransmisor por excelencia de la recompensa y se observa que se iluminan todos los circuitos implicados. Varios estudios han revelado este complejo entramado, como algunos del prestigioso Massachusetts Institute of Tecnology (MIT), de Estados Unidos, publicados en Science. Por ello se infiere que cuando las personas se vuelcan en las compras convulsivas suelen tener bajos los niveles de dopamina.
Los expertos consideran que para que exista una verdadera adicci¨®n a las compras, al acto compulsivo y placentero de la adquisici¨®n del producto que se desea, debe seguirle, en un plazo m¨¢s o menos largo, un gran sentimiento de culpabilidad y un enorme sufrimiento, al ser conscientes de que ¡°se han pasado¡±, ¡°han gastado demasiado dinero¡±, ¡°han comprado cosas innecesarias¡±, ¡°han adquirido ropa u objetos muy caros¡±. Los niveles de los dos neurotransmisores implicados: la serotonina, que genera bienestar, y especialmente la dopamina, que causa una elevada sensaci¨®n de recompensa, empiezan a descender. Los especialistas aconsejan no llevar tarjetas de cr¨¦dito ni de d¨¦bito ni tampoco cantidades altas de dinero como forma de autoayuda. ¡°Tambi¨¦n es necesario el tratamiento farmacol¨®gico por un psiquiatra, que contribuir¨¢ a regular los niveles de los neutransmisores y a controlar el impulso adictivo, adem¨¢s de psicoterapia¡±, a?ade el profesor Alonso-Fern¨¢ndez.
Estas personas, que ¡°se debaten en una enfermedad silenciosa¡± y tan incomprendida por los dem¨¢s, que se las consideras ¡°superficiales y caprichosas¡±, suelen tener preferencia por las marcas, las firmas y los productos caros. Adquieren cosas que jam¨¢s llegar¨¢n a estrenar, ni a usar ni a regalar y que quedar¨¢n acumuladas y escondidas. Si pueden, las devuelven una y mil veces. ¡°No obstante, con la crisis, algunas se han visto obligadas a bajar el precio de sus adquisiciones, lo que en un principio no resulta tan satisfactorio e incluso a veces les puede conducir a ciertas acciones de robo o rater¨ªa, que asimismo les genera un inmenso estado de ansiedad, hasta que se han visto libres de no ser pilladas. Y, cuando lo son, su victimismo les genera sentimientos insoportables de verg¨¹enza, culpa y sufrimiento¡±, explica el presidente de la Sociedad Europea de Psiquiatr¨ªa Social.
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