Los cr¨ªmenes de El Asad

La monstruosa campa?a de ejecuciones por ahorcamiento realizada en la c¨¢rcel siria de Saidnaya constituir¨ªa, de confirmarse, un grave crimen contra la humanidad. La denuncia, realizada por Amnist¨ªa Internacional, afectar¨ªa a entre 5.000 y 13.000 personas ¡ªcon el a?adido de que la mayor¨ªa de las v¨ªctimas fueron civiles¡ª e incorpora esta matanza a lista de grandes horrores de un conflicto donde las atrocidades se suceden sin descanso.

Esta revelaci¨®n debe servir para recordar a la comunidad internacional la naturaleza criminal del r¨¦gimen instaurado por Bachar El Asad. La violaci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos y la brutal represi¨®n de amplios grupos de la poblaci¨®n siria ha sido una constante durante todo el mandato de la familia El Asad, iniciado en 1971. Su respuesta, brutal, a las demandas de apertura que surgieron a ra¨ªz de la llamada ¡°Primera ?rabe¡± lanz¨® al pa¨ªs a una guerra civil devastadora y dej¨® a la oposici¨®n democr¨¢tica desarbolada ante el auge del yihadismo m¨¢s violento que la regi¨®n ha conocido.

El r¨¦gimen de Bachar no ha ejercido restricci¨®n alguna a la hora de emplear cualquier medida, por cruel y violenta que fuera en la guerra civil que asola Siria desde 2011. Ha violado las convenciones internacionales sobre la guerra en lo que respecta al trato a los combatientes enemigos, ha recurrido al empleo de armas qu¨ªmicas y ha castigado m¨¢s all¨¢ de todo lo aceptable en un conflicto armado a la poblaci¨®n civil de las ciudades que se han alzado contra su dictadura. Los millones de refugiados y desplazados sirios, en Europa y en otros pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo, son el testimonio de la imposibilidad de permanecer en un pa¨ªs en el que la vida hace tiempo que dej¨® de tener valor.

Resulta imposible olvidar este sangriento historial a la hora de buscar una salida a la guerra en Siria. La brutalidad y fanatismo de los opositores a El Asad, el Estado isl¨¢mico en particular, en modo alguno absuelve o condona los cr¨ªmenes de El Asad. Pero desgraciadamente, dada la correlaci¨®n de fuerzas actual, con un r¨¦gimen fortalecido por el apoyo militar ruso e iran¨ª y una oposici¨®n fragmentada y desbordada por el yihadismo m¨¢s radical, la marcha de El Asad y su comparecencia ante la justicia internacional para dar cuenta de sus actos, siendo la ¨²nica soluci¨®n deseable, no parece ni muchos menos inmediata. La pervivencia de El Asad en el poder y la lejana posibilidad de que se haga justicia en su caso ofrece una amarga lecci¨®n sobre las consecuencias de la debilidad de la comunidad internacional que dif¨ªcilmente podremos olvidar nunca.