Una pirata con estilo
La web SciHub, que ofrece gratis un tesoro de informaci¨®n cient¨ªfica, plantea dudas a los abogados, pero los cient¨ªficos la apoyan sin fisuras
La narrativa ha generado un buen pu?ado de ladrones ¨¦ticos, personajes parad¨®jicos que hacen un bien social violando la ley. En la antigua Grecia esas cosas sol¨ªan acabar mal. Prometeo rob¨® el fuego a los dioses para entreg¨¢rselo a los hombres, lo que le produjo a Zeus un berrinche de mil demonios. Pero m¨¢s tarde los ladrones ¨¦ticos empezaron a mejorar sus salidas profesionales. Robin Hood se acab¨® casando con Marian, y El gato, el personaje de Cary Grant en Atrapa a un ladr¨®n, limpia su imagen tras ligarse a una princesa (de M¨®naco). Paul Newman y Robert Redford merecen libarse de la c¨¢rcel porque robaron a un g¨¢nster, y eso da cien a?os de perd¨®n. El Dioni rob¨® a un banco, aunque de un modo algo indirecto.
La ¨²ltima incorporaci¨®n a esta lista infame y honrosa a la vez es, seguramente, Alexandra Elbakyan, la inform¨¢tica kazaja que ha fundado Sci-Hub, una web que facilita gratis a los cient¨ªficos ¨Cy a cualquier ciudadano del mundo¡ª 62 millones de papers, los art¨ªculos en que los cient¨ªficos presentan su investigaci¨®n al mundo, y que muchas veces solo son accesibles en pay per view, a raz¨®n de 20, 30 o 40 pavos (sean euros o d¨®lares) por art¨ªculo. Lee en Materia una interesante entrevista con Elbakyan, la Robin Hood de la ciencia contempor¨¢nea.
¡°Estoy completamente de acuerdo con Sci-Hub¡±, dice a Materia Peter Lawrence, investigador de la Universidad de Cambridge y premio Princesa de Asturias en 2007. ¡°No necesito usarlo mucho, porque la Universidad de Cambridge nos paga el acceso a la mayor¨ªa de las revistas cient¨ªficas que suelo leer, pero creo que la universidad paga demasiado por ello¡±. Lawrence ha reflexionado a fondo sobre el efecto de las editoriales cient¨ªficas sobre la evaluaci¨®n de las investigaciones, como en este art¨ªculo del a?o pasado en Current Topics in Developmental Biology. Una revista del grupo Elsevier, por cierto.
En Cambridge y otras instituciones de ¨¦lite, Harvard entre ellas, se est¨¢ cociendo una revuelta contra la actitud ab¨²lica que las universidades mantienen con la pol¨ªtica econ¨®mica de las editoriales cient¨ªficas. En conversaciones privadas, no es dif¨ªcil o¨ªr el adjetivo ¡°par¨¢sitas¡± para caracterizarlas. Elsevier es el principal blanco de sus cr¨ªticas, pero tambi¨¦n est¨¢n Spring, Wiley, Blackwell y otras, que en conjunto publican la mitad de los trabajos de todas las universidades del planeta Tierra.
Elbakyan fund¨® Sci-Hub en 2011. Poco despu¨¦s, la web se hizo popular entre los investigadores del Centro de Biolog¨ªa Molecular Severo Ochoa de Madrid, un laboratorio de referencia en la ciencia espa?ola. La principal culpable fue Araceli del Arco, investigadora de ese centro y profesora de biolog¨ªa molecular en la Universidad de Castilla-La Mancha en Toledo.
En Cambridge y otras instituciones de ¨¦lite, Harvard entre ellas, se est¨¢ cociendo una revuelta contra la actitud ab¨²lica que las universidades mantienen con la pol¨ªtica econ¨®mica de las editoriales cient¨ªficas
¡°SciHub ten¨ªa muchas revistas para las que no ten¨ªamos acceso, sobre todo en Toledo¡±, explica Del Arco a Materia. ¡°Poco a poco se hizo popular, pero hubo que rebuscarla varias veces, porque la cerraban y la abr¨ªan en otro sitio web con relativa frecuencia. Su primera entrada, http://www.sci-hub.org/, dej¨® de funcionar hace mucho tiempo, y luego fueron cambiando a sitios que iban anunciando en su p¨¢gina de Facebook. Ahora es http://www.sci-hub.cc/.
Las suscripciones a las revistas son muy caras para los menguantes presupuestos de las universidades, y sobre todo cuando el suscriptor es una instituci¨®n. ¡°Para paliar el coste¡±, sigue explicando Del Arco, ¡°hay otros sistemas donde se intercambian art¨ªculos, como Researchgate, donde los cient¨ªficos a?aden sus PDF si son de libre acceso, o versiones previas a la publicada/editada por la revista, que cualquier investigador interesado se puede descargar¡±.
Algunas revistas, como PlosOne o Sciencific Reports, que no tienen papel y uno pudiera pensar que son baratas o gratis, cobran a los autores 1.000 y 2.000 euros, respectivamente. El autor, por supuesto, se puede negar a pagar, pero teme que ello reduzca dr¨¢sticamente sus opciones de publicar all¨ª. Publicar en las revistas de m¨¢ximo impacto cuesta varios miles de euros, que los cient¨ªficos pagan de mil amores cuando ven aceptados sus trabajos. Esas revistas forjan un curr¨ªculum, y la que paga es la instituci¨®n.
El tema de fondo, al final, es si una ciencia que depende de los presupuestos p¨²blicos ¨Cde tus impuestos y de los m¨ªos, desocupado lector¡ª deber¨ªa o no facilitar sus resultados a la sociedad que los ha financiado. Opine el lector.
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