Palabras que el viento no se lleva
CON FRECUENCIA utilizamos expresiones como ¡°son solo palabras¡±, ¡°las palabras se las lleva el viento¡± o ¡°no prestes atenci¨®n a las palabras, f¨ªjate solo en los hechos¡±. Son locuciones coincidentes con la creencia generalizada seg¨²n la cual la palabra es liviana, inmaterial, intrascendente, perecedera; en s¨ªntesis, de poco valor. La concebimos como algo opuesto a los ¡°hechos¡±, que, por su parte, los asumimos como entidades duras, objetivas, materiales y concretas. Una de las posibles razones para esta percepci¨®n de intrascendencia de la palabra tiene que ver quiz¨¢ con el hecho de que hablar, pronunciar palabras, es una de las actividades m¨¢s frecuentes y comunes, si no la m¨¢s, que practicamos como seres humanos. Se ha calculado que una persona pronuncia de promedio unas 70.000 al d¨ªa. Las utilizamos tanto, tan repetidamente, y tambi¨¦n para asuntos tan ordinarios y triviales, que se nos olvida su poder y su valor.
Cada persona pronuncia 70. 000 palabras al d¨ªa de promedio, pero olvidamos su poder y valor.
La verdad es que los vocablos son tambi¨¦n hechos, y muchas veces hechos contundentes, duros, que pueden tener tanta o m¨¢s trascendencia que acciones f¨ªsicas o materiales. El gran psicoanalista franc¨¦s Jacques Lacan hablaba de ¡°la eficacia material de la palabra¡± aludiendo precisamente a ese enorme potencial de impacto que tiene. Es compresible que tal expresi¨®n venga de un psicoanalista, quien, como tal, conoce la capacidad de la palabra como instrumento de terapia y curaci¨®n. Muchos de los estados emocionales en los que continuamente nos encontramos, sean positivos, como los de optimismo, entusiasmo y alegr¨ªa, o negativos, como los de angustia, rabia y frustraci¨®n, a menudo son originados por la palabra, por lo que otro o nosotros mismos nos dice o decimos, o dejamos de decir, porque el silencio es tambi¨¦n una palabra, de la misma manera que la ausencia de color es tambi¨¦n un color en f¨ªsica: el negro. Una palabra nos puede derrumbar con tanta fuerza como la de un martillazo, y otra, levantarnos con la energ¨ªa de un buen empuj¨®n. Somos muchos los que llevamos para siempre con nosotros la cicatriz o el tesoro de algo horrible o de algo bello que nos dijeron en alg¨²n momento de nuestras vidas. Pero el potencial de impacto de la palabra para producir bien o mal es asim¨¦trico. Algunos estudios indican que se necesitan cinco positivas, por ejemplo, de elogio, para compensar una negativa, por ejemplo, irrespetuosa o humillante. Esa proporcionalidad es importante tenerla en cuenta porque solemos creer que una palabra desafortunada, injusta, mal dicha la podemos corregir o deshacer con otra de valor opuesto. No es as¨ª.
Cuando enumero algunos de los usos que no aplicamos lo suficiente, coloco entre los primeros lugares el reconocimiento al otro. Con esta acci¨®n que practicamos poco ocurre algo extra?o de explicar. Es algo de lo que todos tenemos gran necesidad; que se puede producir en gran medida a trav¨¦s de la palabra ¨Ces decir, que en principio parece de bajo coste producirlo¨C y de lo cual, sin embargo, hay mucha escasez. Para un economista es dif¨ªcil entender este fen¨®meno. Si el reconocimiento se agradece y tiene un alto impacto positivo, ?c¨®mo puede ser que haya escasez de algo que tiene gran demanda, cuesta poco realizar y sus productores pueden ser altamente retribuidos?
En algunos ¨¢mbitos de nuestras vidas se ha medido ese impacto. Por ejemplo, se sabe que el compromiso laboral, esto es, el grado de entrega y dedicaci¨®n a nuestro trabajo, est¨¢ altamente influenciado por el reconocimiento peri¨®dico que recibimos de nuestros jefes y colegas de trabajo cuando as¨ª lo merecemos. Este a su vez ¨Cel compromiso laboral¨C afecta a variables espec¨ªficas que van desde la productividad que alcanzamos hasta nuestro bienestar general como individuos. Tal vez a muchos responsables de equipos o empresas no se les ocurre pensar que sus palabras pueden afectar de manera tan importante a la productividad de las personas a quienes dirigen y a su bienestar general.
En s¨ªntesis, se trata de ser m¨¢s conscientes del valor y el potencial de la palabra; del mundo que construimos o podemos edificar con ella, fuera y dentro de nosotros mismos. Con ella podemos hacer mucho m¨¢s de lo que pensamos. En este caso, en vez de decir ¡°?manos a la obra!¡±, podemos gritar ¡°?manos a la palabra!¡±.
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