Las despojadas de la Correa del Cobre
Mujeres ind¨ªgenas shuar denuncian el desplazamiento forzado que han sufrido en sus comunidades por los megaproyectos mineros que proliferan en la Amazon¨ªa sur de Ecuador
Se adentraron en la selva en medio de la noche. Huyendo de los sobrevuelos de los aviones militares y de las r¨¢fagas de ametralladora, cientos de rostros sin nombre se sumergieron en la espesura amaz¨®nica en busca de cobijo. Madres con beb¨¦s a la espalda arrastrando a sus hijos por el barro. Mujeres embarazadas temiendo dar a luz en medio de la fuga. Hombres huidos de la justicia jurando volver para vengarse. Dejando atr¨¢s todas sus posesiones materiales, cientos de ind¨ªgenas shuar se internaron en las monta?as selv¨¢ticas de la Cordillera del C¨®ndor el d¨ªa 18 de diciembre de 2016. Fue la noche m¨¢s larga de sus vidas. Nunca volver¨ªan a pisar su querida comunidad de Tsuntsuim.
Cuatro d¨ªas antes, el cabo de la polic¨ªa Jos¨¦ Luis Mej¨ªa hab¨ªa muerto por herida de bala en un enfrentamiento en el campamento minero La Esperanza, base de operaciones del megaproyecto cupr¨ªfero San Carlos Panantza, en plena Correa del Cobre. Los shuar trataban de retomar la plaza sitiada, que hasta unas semanas antes albergaba a la comunidad de Nankints. Como consecuencia, el gobierno ecuatoriano decret¨® el estado de excepci¨®n en toda la provincia de Morona Santiago, dando inicio a una masiva incursi¨®n militar que propiciar¨ªa el desalojo de Tsuntsuim.
¡°Ya no pod¨ªamos soportar estar en la comunidad porque ya ven¨ªan los militares y los polic¨ªas armados disparando sobre la pobre casa en que nosotros viv¨ªamos¡±, cuenta Mar¨ªa Ayui, shuar de 52 a?os. ¡°Yo me quer¨ªa quedar en Tsuntsuim, pero mi familia me espant¨® porque los militares dec¨ªan que si no pod¨ªan coger a los hombre afectados, iban a coger tanto a ni?os como madres de familia, bien a malas, golpeando, patadas¡±, explica con voz hastiada esta mujer viuda, madre de 10 hijos y abuela de 21 nietos.
En efecto, la declaraci¨®n del estado de excepci¨®n en la regi¨®n minera respond¨ªa a la voluntad del Gobierno de Rafael Correa de atrapar a los involucrados en la muerte del polic¨ªa. "Este acto cobarde no va a quedar en la impunidad y haremos respetar el Estado de derecho de la provincia de Morona Santiago", afirm¨® el entonces ministro del Interior, Diego Fuentes.
¡°As¨ª que yo cog¨ª a mis tres hijitos peque?os y me fui caminando. Salimos a la una de la ma?ana con el resto de la comunidad y caminamos, caminamos¡¡±, narra Mar¨ªa, que lleg¨® a Quito el 30 de enero junto a sus compa?eras Claudia Chumpi, M¨®nica Ambama y Mercedes Chinkiun para denunciar los abusos sufridos por su pueblo. ¡°Yo quer¨ªa quedarme en la monta?a, pero no hab¨ªa d¨®nde. Es una monta?a tremenda y estaba lloviendo, todo estaba h¨²medo¡±.
Caminaron y caminaron durante horas. En medio de la noche. Mojadas. Cansadas. Escapando de las balas.
Desde el inicio de las concesiones en los a?os noventa, los shuar han tratado de resistir frente a la colonizaci¨®n minera de su territorio
A las cinco de la madrugada llegaron a una comunidad vecina. ¡°Amanecimos con todos mis hijos en un puente sobre el r¨ªo Zamora. Golpeadas las piernas. Rendidas¡±, recuerda la mujer shuar, que necesit¨® la ayuda de un joven para cargar a su hija m¨¢s peque?a, de siete a?os, incapaz de seguir el ritmo de los adultos. Despu¨¦s de un breve descanso, reemprendieron la marcha. ¡°Yo ya no pod¨ªa caminar, me dol¨ªan las u?as, las piernas, los pies¡±, recuerda Mar¨ªa con gesto de angustia. Vigilada de cerca por los aviones militares, la intermitente columna de cientos de desplazados fue dejando atr¨¢s una comunidad tras otra hasta alcanzar Tiink, el poblado donde se han refugiado hasta ahora. All¨ª les esperaban sus amigos y familiares shuar.
¡°El dirigente de Tiink nos acogi¨®, me dio un cuartito y una cocinita para que pudiera atender a mis tres hijos¡±, asegura Mar¨ªa. ¡°Al d¨ªa siguiente yo quer¨ªa regresar a mi comunidad para ver si pod¨ªa retirar las ollas y los platos, pero los militares hab¨ªan entrado a cogerlo. Tambi¨¦n dispusieron de nuestros animales que hab¨ªan quedado, hab¨ªa pollos, cerdos que ellos usaron para alimentarse¡±, revela con indignaci¨®n.
Mar¨ªa, como el resto de habitantes de Tsuntsuim y Nankints que tuvieron que cruzar la selva aquella madrugada, no se explica por qu¨¦ el Ej¨¦rcito actu¨® de esa forma. Al menos ella tuvo suerte. Otros grupos que se lanzaron al monte en la impenetrable oscuridad de la noche amaz¨®nica no pudieron orientarse y acabaron perdidos. Algunos llegaron a Tiink cinco d¨ªas m¨¢s tarde. Sin haber comido.
Correa del Cobre
Desde que fue reelegido como presidente de Ecuador en 2013, Correa ha profundizado la v¨ªa extractivista para el desarrollo nacional. Convencido de la necesidad de explotar hasta la ¨²ltima gota de los recursos naturales del pa¨ªs ecuatorial, el mandatario saliente dio un portazo a las innovadoras pol¨ªticas que maravillaron al mundo durante sus primeros a?os en el poder. Mientras terminaba con la iniciativa Yasun¨ª-ITT, que hab¨ªa situado a Ecuador a la vanguardia de la era postpetrolera, el l¨ªder de la Revoluci¨®n Ciudadana renombraba al pa¨ªs como una potencia minera. ¡°Vamos a hacer miner¨ªa responsable, a utilizar los recursos naturales con inteligencia y sensatez para vencer a la pobreza¡±, anunci¨®.
En ese prop¨®sito, una regi¨®n emerg¨ªa como depositaria de los sue?os presidenciales. Testigo de una perpetua guerra fronteriza entre vecinos, la ecuatoperuana Cordillera del C¨®ndor encierra en su met¨¢lico tu¨¦tano un tesoro de minerales con alto valor de exportaci¨®n. Conocida como Correa o Cintur¨®n del Cobre, esta cadena monta?osa situada en las estribaciones orientales de Los Andes alberga tres de los cinco proyectos estrat¨¦gicos que pretenden hacer de Ecuador una potencia minera, a imagen y semejanza de sus vecinos Per¨² y Chile.
El m¨¢s grande de ellos es San Carlos Panantza, que comprende 41.760 hect¨¢reas concedidas a la empresa Explorcobres S.A. (EXSA), propiedad de las gigantes chinas Tongling y CRCC. Calificada por Correa como ¡°la segunda mina de cobre m¨¢s grande del mundo¡±, se cree que contiene 678 millones de toneladas de cobre, adem¨¢s de otros preciados minerales como oro y molibdeno. Para extraerlos ser¨¢ necesario construir dos minas a cielo abierto en un bosque tropical caracterizado por su enorme biodiversidad y su gran n¨²mero de fuentes de agua. A pocos kil¨®metros se encuentran los otros dos megaproyectos mineros de la Correa del Cobre. Se trata de Mirador, de propiedad china y eminentemente cupr¨ªfero, y Fruta del Norte, de la canadiense Lundin Gold y del que se esperan obtener 4,82 millones de onzas de oro y 6,34 millones de onzas de plata.
¡°Lo que se plantea es crear all¨ª un distrito minero. Est¨¢n limpiando el territorio de todo lo que pueda significar un estorbo¡±, asevera Gloria Chicaiza, coordinadora de miner¨ªa en Acci¨®n Ecol¨®gica. ¡°Han vendido el discurso de que hay unos pocos habitantes que van a ser sacrificados por el bienestar del pa¨ªs. Pero lo cierto es que no son pocos, es una regi¨®n grande donde viven miles de personas¡±, denuncia la representante de esta ONG que estuvo a punto de ser disuelta en diciembre por posicionarse a favor de la lucha shuar. ¡°Avanzar con estos proyectos mineros es condenar al pueblo shuar a la desaparici¨®n, a la extinci¨®n¡±, sentencia.
Desde el inicio de las concesiones en los a?os noventa, los shuar han tratado de resistir frente a la colonizaci¨®n minera de su territorio. En 2006, poco antes de la llegada de Correa al poder, los ind¨ªgenas consiguieron expulsar de San Carlos Panantza a la empresa canadiense Corriente Resources, por aquellos d¨ªas concesionaria del proyecto. Fue entonces cuando constituyeron la comunidad de Nankints, que fue desalojada diez a?os despu¨¦s, el 11 de agosto de 2016, para levantar nuevamente el campamento minero. La negativa de los shuar a aceptar su expulsi¨®n fue lo que provoc¨® la escalada del conflicto. El 21 de noviembre retomaron por la fuerza el control de la comunidad, que por aquel entonces ya ten¨ªa m¨¢s aspecto de cuartel militar que de asentamiento ind¨ªgena. Pero la victoria shuar apenas dur¨® unas horas. Al d¨ªa siguiente los uniformados se hicieron definitivamente con el control del lugar. El 14 de diciembre los shuar reclamaron su territorio una vez m¨¢s, pero el desenlace tr¨¢gico que acab¨® con la vida del polic¨ªa Mej¨ªa solo empeor¨® las cosas. El gobierno decret¨® el estado de excepci¨®n y toda la regi¨®n fue militarizada con el pretexto de hallar a los culpables de la muerte. El presidente de la Federaci¨®n Interprovincial de Centros Shuar (FICSH), Agust¨ªn Wachap¨¢, fue apresado y encarcelado. La poblaci¨®n de Nankints se refugi¨® en Tsuntsuim. Pero el avance militar les oblig¨® a todos a huir a Tiink.
El conflicto minero en la Correa del Cobre, que en los ¨²ltimos a?os ha dejado tres l¨ªderes shuar muertos en extra?as circunstancias, ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre extractivismo y desarrollo socioecon¨®mico. Mientras los partidarios de la miner¨ªa conciben esta actividad como una fuente de ingresos estatales que sirve para reducir la pobreza, los detractores destacan los devastadores impactos sociales y ambientales que la explotaci¨®n tiene en los territorios. Adem¨¢s, los cr¨ªticos reivindican que la miner¨ªa apenas genera fuentes de empleo y que la mayor¨ªa de los beneficios econ¨®micos van a parar a manos extranjeras. Mientras, Correa, coherente con su m¨¢xima de ¡°no podemos seguir siendo mendigos sentados en un saco de oro¡±, ha abogado por profundizar la huella extractivista, utilizando parte de las regal¨ªas petroleras y mineras para construir escuelas y centros de salud.
Mar¨ªa, una de las despojadas de la Correa del Cobre, sufre a diario las consecuencias del desplazamiento forzado por el proyecto extractivo. ¡°La miner¨ªa es un problema para la salud, para el agua y la educaci¨®n. Nosotros queremos vivir sanos porque sin agua no hay vida¡±, sostiene. El pueblo shuar, habitante de la Cordillera del C¨®ndor desde hace m¨¢s de 5.000 a?os, fue capaz de resistir la conquista espa?ola, pero ahora se ve superado por la oleada minera. Hijos del dios Arutam, el guerrero de la cascada, los shuar manifiestan que nunca fueron consultados sobre los megaproyectos mineros que invaden su territorio ancestral. Su resistencia no est¨¢ en duda, pues su permanencia en esas monta?as rellenas de cobre y oro es lo que los define como pueblo. ¡°Los militares vendr¨¢n, pero solo mat¨¢ndonos, acab¨¢ndonos a todos, ser¨¢n ellos los dichosos propietarios de este territorio¡±, proclama un l¨ªder shuar de San Carlos, que pide no ser identificado para no sufrir represalias. Si les quitan sus r¨ªos dejar¨¢n de estar en contacto con Arutam y, por tanto, su existencia como shuar ya no tendr¨¢ sentido. Por eso, aunque la miner¨ªa traiga riqueza al resto del pa¨ªs, ellos ser¨¢n los m¨¢s pobres del planeta.
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