Madrid vota
La consulta sobre la reforma de la Plaza Espa?a o la Gran V¨ªa es una fuerte apuesta por la participaci¨®n
Madrid vota esta semana. Si desde el inicio de la actual legislatura municipal Madrid despunt¨® como uno de los Gobiernos locales que m¨¢s apostaba por escuchar a la ciudadan¨ªa, la votaci¨®n de esta semana supone la puesta de largo de esta trayectoria. La adopci¨®n de todo el ritual que acompa?a a un refer¨¦ndum (campa?a, censo, urnas) ha dotado al proceso participativo de una visibilidad pol¨ªtica y medi¨¢tica muy considerable.
Escuchar a la ciudadan¨ªa no es una pol¨ªtica local extraordinaria, muchos Ayuntamientos llevan a?os practic¨¢ndola. Hacerlo dotando al proceso de buenas condiciones s¨ª es bastante m¨¢s excepcional. ?Qu¨¦ significa buenas condiciones? ?Se dan en la consulta madrile?a? Sin duda, est¨¢ lejos de ser perfecta, pero se acerca mucho m¨¢s a un buen proceso que la gran mayor¨ªa de los que se hacen en las ciudades de nuestro pa¨ªs. Veamos.
Como en otros procesos participativos recientes, Madrid ha optado por una interpretaci¨®n generosa de qui¨¦n tiene derecho a participar: el demos habitual se ampl¨ªa a los j¨®venes de 16 a 18 a?os y a personas extranjeras empadronadas. Hasta aqu¨ª, Madrid no se desmarca de lo que viene siendo habitual en otros casos. Donde Madrid ha ido sin duda m¨¢s lejos que otros es en crear las condiciones efectivas para que el n¨²mero real de participantes pueda ser mayor. Muchas de estas consultas en ciudades grandes apenas son visibles para la gran mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa, de manera que la participaci¨®n se queda en los muy movilizados (el 3% habitual). No sabemos cu¨¢l ser¨¢ la cifra de participantes en Madrid, pero la considerable campa?a publicitaria, la simultaneidad de varias consultas relevantes o la posibilidad de votar f¨ªsica o electr¨®nicamente son piezas importantes que podr¨ªan movilizar votantes m¨¢s all¨¢ de esos sectores. Permitir que voten todos los madrile?os, aunque los vecinos de Plaza Espa?a o del centro est¨¦n mucho m¨¢s afectados por algunas de las decisiones a tomar, es una decisi¨®n dif¨ªcil y que se podr¨ªa discutir, pero la alternativa f¨¢cil (que pudieran votar solo personas de la zona) ser¨ªa sin duda peor.
Un dilema habitual en estos procesos es la tensi¨®n entre la relevancia de los temas y la voz que se da a la ciudadan¨ªa: refer¨¦ndums vinculantes para temas menores y negociaciones secretas entre actores poderosos para los grandes temas. Los m¨¢s cr¨ªticos pueden ver algo de ello tambi¨¦n aqu¨ª: unos hubieran preferido votar sobre las restricciones al tr¨¢fico debido a la contaminaci¨®n y otros sobre las grandes operaciones inmobiliarias de la ciudad. Pero los temas sobre los que se debate no son tampoco marginales (como ha ocurrido en otros sitios): el futuro de la Gran V¨ªa est¨¢ siendo objeto de un amplio debate p¨²blico y las dos propuestas que se votan podr¨ªan tener un considerable impacto en la vida cotidiana de la ciudadan¨ªa.
Sin embargo, la manera como se ha ido forjando el debate de cada uno de los temas es muy desigual. Aunque la consulta sobre la reforma de la Plaza Espa?a empez¨® con una encuesta muy confusa, hoy en d¨ªa ese proceso parece bastante ejemplar, con espacios secuenciales que han permitido incorporar preferencias ciudadanas y consideraciones t¨¦cnicas en la elecci¨®n final: los madrile?os eligen entre dos alternativas viables y en igualdad de condiciones. Esto no ocurre claramente en las otras consultas. ?Qui¨¦n va a votar contra integrar el transporte p¨²blico en un ¨²nico t¨ªtulo si en ning¨²n sitio aparecen los costes que esta decisi¨®n podr¨ªa tener? ?Qui¨¦n va a decir que est¨¢ contra un Madrid 100% sostenible si no se explican las potenciales consecuencias negativas de algunas de las 14 medidas que hay detr¨¢s de esa propuesta? Se trata de dos ideas sugerentes y que surgen de la ciudadan¨ªa, pero tal como est¨¢n planteadas, y sin un debate p¨²blico sobre los efectos de aprobarlas, no son el mejor ejemplo de c¨®mo educar en la ciudadan¨ªa responsable. En el caso de la Gran V¨ªa el debate p¨²blico s¨ª est¨¢ existiendo, aunque las preguntas algo cargadas (?qui¨¦n vota contra ¡°mejorar¡±, que es la expresi¨®n que aparece en tres de las cuatro preguntas?) denotan las tensiones entre un Gobierno que quiere escuchar pero que tiene claras preferencias sobre la decisi¨®n a debate.
En definitiva, una consulta perfectible, pero que representa la visibilizaci¨®n de la fuerte apuesta por la participaci¨®n del Ejecutivo municipal y que, si en lugar de compararlo con el ideal democr¨¢tico lo comparamos con la mayor¨ªa de las consultas municipales realmente existentes, estar¨ªa entre las alumnas apa?adas de la clase.
Joan Font es investigador cient¨ªfico del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (CSIC).
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