Donald Trump y el fin de la historia
El progreso sigue siendo una poderosa tendencia, no exenta de amenazas y peligros como Trump
El inicio oficial de la presidencia de Donald Trump en los Estados Unidos el pasado 20 de enero parece poner en cuesti¨®n ¨Cjunto con el resultado adverso del referendo sobre la permanencia del Reino Unido en la Uni¨®n Europea¨C la fortaleza de la democracia liberal en el mundo, aparentemente asediada por las tendencias nacionalistas y populistas.
En 1989, poco antes de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, Francis Fukuyama, populariz¨® precisamente la tesis de que la historia conclu¨ªa con el triunfo del capitalismo a la americana y la democracia liberal, lo que pareci¨® confirmarse con el colapso definitivo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en diciembre de 1991, y el despliegue de la globalizaci¨®n comercial y financiera de la d¨¦cada de los noventa, impulsada en parte por la innovaci¨®n tecnol¨®gica que supuso Internet. Parad¨®jicamente, el ensayo de Fukuyama pas¨® por alto los proyectos de integraci¨®n regional en clave federal como otra dimensi¨®n de la conclusi¨®n del proceso hist¨®rico, y que enlazar¨ªan con la aspiraci¨®n kantiana de garantizar la paz perpetua.
El primer gran golpe a la predicci¨®n sobre el fin de la historia son los atentados del 11 de septiembre
El primer gran golpe a la predicci¨®n sobre el fin de la historia son los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington. Aun cuando Fukuyama nunca predijo el fin del acaecimiento de los sucesos hist¨®ricos, su tesis s¨ª que implicaba, al confiar en el triunfo global de la democracia liberal y de la econom¨ªa de mercado de tipo capitalista, como culminaci¨®n de la evoluci¨®n ideol¨®gica universal, la progresiva desaparici¨®n de las guerras en favor de la competencia econ¨®mica, lo que la emergencia del terrorismo yihadista parec¨ªa poner en cuesti¨®n.
M¨¢s relevante para la cr¨ªtica de las ideas de Fukuyama ha sido la crisis financiera y econ¨®mica que se inici¨® en el verano de 2007 en los Estados Unidos, luego extendida al resto del mundo y a Europa en particular. El capitalismo desregulado y financiarizado no solo aument¨® gravemente las desigualdades, lo que no parec¨ªa importar tanto si todos recib¨ªan una parte de los frutos del crecimiento, sino que adem¨¢s dio lugar a un per¨ªodo de ca¨ªda en la tasa de variaci¨®n del producto, y de alto paro, del que todav¨ªa no nos hemos recuperado del todo. Pero la crisis no solo puso en tela de juicio el modelo de econom¨ªa de mercado de tipo capitalista, sino que ha afectado a la propia superestructura pol¨ªtica, como consecuencia del colapso de la infraestructura econ¨®mica, siguiendo a Marx.
De ah¨ª el refuerzo o aparici¨®n de movimientos de cariz nacionalista y populista, a izquierda y derecha, con sus particularidades locales (Frente Nacional en Francia, antieuropeos brit¨¢nicos, ¡°Podemos¡± en Espa?a, Beppe Grillo en Italia, el citado Donald Trump en Estados Unidos, etc.) que tienen en com¨²n una dial¨¦ctica de amigo-enemigo, el desprecio de las instituciones de la democracia liberal y cosmopolita, y de la clase pol¨ªtica establecida, la confianza en l¨ªderes mesi¨¢nicos, y la propuesta de soluciones tan simples y populares como impracticables (en el mejor de los casos).
No se divisa ninguna alternativa a la democracia representativa, sostenida sobre una econom¨ªa de mercado
En cierto modo, la tesis del fin de la historia no deja de formar parte de una larga tradici¨®n del pensamiento ilustrado que considera el progreso de la humanidad como un fen¨®meno inevitable. Esta creencia determinista entr¨® en crisis con la Segunda Guerra Mundial y el holocausto del pueblo jud¨ªo, y sobre todo con la fabricaci¨®n de la bomba at¨®mica, al resultar posible la propia autodestrucci¨®n de los terr¨ªcolas. La elecci¨®n de Trump al mando de la primera potencia mundial supondr¨ªa solamente la m¨¢s reciente y pintoresca prueba en contra de la inevitabilidad del progreso.
Pero tambi¨¦n es cierto que las condiciones materiales y tecnol¨®gicas del Homo Sapiens, incluido el respeto de los Derechos Humanos, no ha dejado de mejorar con el paso del tiempo. Cabe entonces concebir el progreso como una poderosa tendencia, si bien no exenta de retrocesos y peligros.
Entretanto, no se divisa ninguna alternativa cre¨ªble o deseable a la democracia representativa, sostenida sobre una econom¨ªa social de mercado, y expandida a trav¨¦s de la integraci¨®n supranacional, como medio para poder realizar de manera efectiva los valores de libertad, bienestar y paz.
Quiz¨¢s m¨¢s pronto que tarde la pr¨®xima aceleraci¨®n positiva de la historia venga de la mano de una Uni¨®n Europea forzada, por sus principios y por los ¨²ltimos acontecimientos, a encarnar plenamente estos tres ideales en beneficio del conjunto del planeta.
Dom¨¨nec Ruiz Devesa es abogado y economista, vocal del Bur¨® Ejecutivo de la Uni¨®n de los Federalistas Europeos.
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