Almendros
Ante el deterioro brutal que han sufrido las instituciones cabe preguntarse si aquellos salones siguen igual de sucios
El jueves, 26 de febrero de 1981, tres d¨ªas despu¨¦s del fracasado golpe de Estado, los equipos de limpieza entraron en el Congreso de los Diputados para adecentar sus salones puestos patas arriba por la banda de Tejero, que entre otras haza?as patri¨®ticas se hab¨ªa bebido todo el bar, se hab¨ªa llevado incluso el bote de las propinas y hab¨ªa desventado tresillos isabelinos para realizar con la borra una fogata en medio del hemiciclo en caso de que cortaran la luz. Tres d¨ªas despu¨¦s del asalto de aquellos cuatreros sucedi¨® uno de esos hechos que sirven para iluminar la historia. Al levantar las alfombras sucias y remover algunos muebles del Sal¨®n de Pasos Perdidos, los equipos de limpieza encontraron varios carn¨¦s del partido comunista, de Partido Socialista, del sindicato de UGT y de CC?OO, que a simple vista formaban parte de la basura que iban a barrer. Eran las acreditaciones, en ese momento muy peligrosas, de las que unos periodistas y algunos invitados de izquierdas hab¨ªan tratado de quitarse se encima ante un posible cacheo que pod¨ªa llevarle a uno al pared¨®n, si las cosas ven¨ªan mal dadas. Se cumplen hoy 36 a?os de aquello, y bajo los mismos almendros en flor de febrero cabe preguntarse cu¨¢ntas veces, a lo largo de este tiempo, se ha visto uno obligado a esconder bajo la alfombra la conciencia, la honestidad, la coherencia pol¨ªtica, aquella rebeld¨ªa, cu¨¢ntas chaquetas con los bolsillos llenos de antiguos ideales se encontrar¨ªan hoy los equipos de limpieza detr¨¢s de los muebles. Parad¨®jicamente han sido los militares quienes mejor han cumplido su compromiso con la democracia. Pero ante el deterioro brutal que han sufrido las instituciones cabe preguntarse si aquellos salones siguen igual de sucios y el golpe de Estado no sucede cada d¨ªa en el fondo de nuestros sue?os.
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