Falso relevo en Hollywood: los j¨®venes nominados a los Oscar son m¨¢s rancios que las vacas sagradas
Damien Chazelle (La La Land) tiene 32 a?os y Barry Jenkins (Moonlight) 37 pero representan una hornada de nuevos s¨²bditos que sirven a la industria de Hollywood. Cero valent¨ªa, cero riesgo
Son muchos los titulares que est¨¢n generando los Oscar de este a?o. Los Oscar del Black Power, los Oscar de la nueva era Trump, los Oscar de La La Land. Pero tambi¨¦n podr¨ªamos considerarlos como los Oscar del recambio generacional.
A excepci¨®n de Mel Gibson, todos los dem¨¢s directores se encuentran nominados por primera vez y sus edades abarcan desde los 54 a?os de Kenneth Lonergan (Manchester frente al mar) a los 32 de Damien Chazelle (La La Land), pasando por los 37 de Barry Jenkins (Moonlight).
?D¨®nde est¨¢n los grandes pesos pesados, las vacas sagradas que suelen acaparar candidaturas? Ni Martin Scorsese, ni Clint Eastwood o Ang Lee han conseguido llamar la atenci¨®n de los miembros de la Academia con sus respectivas pel¨ªculas, Silencio, Sully y Billy Lynn, que han sido pr¨¢cticamente repudiadas en las nominaciones.
Parece como si hubiera una necesidad de apostar por los nuevos talentos, por directores j¨®venes que entronquen con la sensibilidad de una nueva generaci¨®n de espectadores que pide verse representada en la pantalla, que est¨¢ harta de biopics y de pel¨ªculas hist¨®ricas. Pero, ?no estar¨¢ en realidad la Academia vendiendo una bomba de humo para aparentar renovarse cuando en realidad lo ¨²nico que hace es crear nuevos s¨²bditos para que sirvan a la industria de Hollywood?
El caso de Damien Chazelle es un ejemplo bastante claro. Parece haberles dado lo que quer¨ªan y necesitaban. Una pel¨ªcula de colores llamativos con un envoltorio de caja de bombones para una ¨¦poca pol¨ªticamente tumultuosa en la que mejor no pensar, dulce con su puntito amargo de romanticismo na¨ªf, con canciones un poquito cursis e inocuas y escenas de baile prefabricadas que intentan recuperar el gran esplendor del g¨¦nero en el Hollywood cl¨¢sico a trav¨¦s de la reivindicaci¨®n de la nostalgia en su vertiente m¨¢s cool.
Ni Martin Scorsese, ni Clint Eastwood o Ang Lee han conseguido llamar la atenci¨®n de los miembros de la Academia con sus respectivas pel¨ªculas
Su posicionamiento a la hora de hablar del ¨¦xito y del fracaso no deja de ser bastante c¨ªnico y con un punto reaccionario. Apela a la cultura del esfuerzo a trav¨¦s del individualismo. No importa los cad¨¢veres que amontones a tu alrededor si finalmente consigues lo que quieres. A Chazelle en realidad le dan igual sus personajes, se nota que no siente aprecio por ellos, porque los condena desde el principio a ser meras marionetas sin alma ni sentimientos, representaciones difusas de la figura del m¨¢rtir neoliberal. Le gusta lanzar sermones, y por supuesto sus pel¨ªculas terminan siendo f¨¢bulas morales envenenadas de postureo. Es h¨¢bil, sabe c¨®mo engatusar a trav¨¦s de la c¨¢mara, tiene estilo rodando, pero sus mensajes son tan perversos como peligrosos dentro de una sociedad que parece abocada al derrumbe de los valores humanos. ?A qui¨¦n le dedicar¨¢ el Oscar cuando con toda seguridad lo gane el pr¨®ximo domingo? Si tuvi¨¦ramos que predecirlo viendo sus pel¨ªculas, seguramente a ¨¦l mismo.
A lo mejor Hollywood est¨¢ creando un peque?o monstruo. Pronto lo sabremos. Su pr¨®ximo proyecto vuelve a ajustarse perfectamente a lo que se espera de ¨¦l. S¨ª, es un biopic, el de un gran mito americano como es el astronauta Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna. Hasta ya parece un poco autopar¨®dico todo, ?no?
Lo que est¨¢ claro es que los nuevos cachorros de Hollywood son d¨®ciles y se encuentran bien amaestrados. Saben perfectamente lo que se espera de ellos y cumplen a rajatabla con las expectativas.
Muy lejos queda ya la generaci¨®n Sundance, la aut¨¦ntica, la de los inicios. Cuando los indies eran indies de verdad y hac¨ªan cine diferente y subversivo, nada complaciente y cargado de riesgo y valent¨ªa. Cuando se romp¨ªan moldes y se buscaba alejarse de lo pol¨ªticamente correcto. Directores como Gus Van Sant o Todd Haynes comenzaron sus carreras con propuestas revulsivas que serv¨ªan para agitar las conciencias desde la incomodidad. El Queer Cinema de los a?os noventa fue un ejemplo de esa necesidad de romper con los tab¨²es a trav¨¦s de pel¨ªculas que desafiaban los estereotipos. Despu¨¦s todos ellos m¨¢s o menos fueron integr¨¢ndose en la industria y acallando la furia de los inicios. ?Pero d¨®nde est¨¢ la rabia de las nuevas generaciones? Ahora, desde el principio inician sus carreras enfoc¨¢ndolas a ese ¨¦xito que preconiza Damien Chazelle en sus pel¨ªculas. Una prueba de ello es que la mayor parte de los directores que han comenzado recientemente haciendo cine de bajo presupuesto como Gareth Edward (Monsters), Colin Trevorow (Safety Not Guarented) o Josh Trank (Chronicle), han terminado dirigiendo episodios de franquicias en las que poco queda de sus ingeniosos comienzos.
Da pena que los nuevos talentos se esfuercen por vender desde sus inicios el alma al demonio y se dejen tentar tan f¨¢cilmente por ¨¦l
Quiz¨¢s por eso, los logros de otro director joven y en principio imaginativo como es Barry Jenkins tambi¨¦n terminen por cuestionarse. Su pel¨ªcula Moonlight est¨¢ atravesada por una sensibilidad art¨ªstica mucho m¨¢s elaborada que la de Chazelle. Tiene un aliento callejero sazonado con gotas de poes¨ªa muy refinada, como si mezclara el esp¨ªritu de denuncia suburbano del primer Spike Lee con las atm¨®sferas sibaritas de Wong Kar-wai. Hay una buena materia prima, pero su mirada se encuentra exenta de radicalidad expresiva. Al contrario, lo que intenta es normalizar la diferencia para que todo el mundo se sienta c¨®moda con ella y no moleste demasiado a nadie. Que sea asimilable por ni?os, adultos y ancianos y que todos queden satisfechos.
Por supuesto no vamos a pedir que los Oscar a estas alturas se conviertan en la cuna de la modernidad. Nunca ha sido ese su papel. Pero s¨ª da un poco de pena que los nuevos talentos se esfuercen por vender desde sus inicios el alma al demonio y se dejen tentar tan f¨¢cilmente por ¨¦l. El Hollywood del recambio generacional sigue siendo como siempre, Hollywood. Un poco rancio, previsible y bastante vac¨ªo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.