Casting

Hay actores para los que un casting es semejante a recibir noticias de Crist¨®bal Montoro; no es mi caso. Yo me los tomo como una oportunidad para que el actor que hay en mi interior, al sentirse requerido, salga y brille, brille, brille.

La semana pasada fui a un casting para un papel dram¨¢tico, al entrar me cruc¨¦ con otro actor que sal¨ªa: Mario Casas. Nos saludamos como dos muflones; chocando nuestras frentes. -Luego sent¨ª pena por ¨¦l porque estando yo, sus posibilidades de conseguir el papel se reduc¨ªan a cero-. Solo con mirar a la gente, ya s¨¦ si son importantes o no: los radiograf¨ªo; en consecuencia a unos los saludo con la barbilla y a otros los abrazo. Localic¨¦ pues al director de casting y lo abrac¨¦, lo abrac¨¦ como si fuera una maquina de dar abrazos, yo no s¨¦ las veces que lo ce?ir¨ªa. Luego me confes¨® que era el t¨¦cnico de la caldera; me hice el loco.

Por fin apareci¨® el director y empezamos la prueba ¡ªel mon¨®logo era muy triste y lo mejor¨¦ con ideas propias¡ª.

En su cara pude detectar un carrusel de sensaciones: admiraci¨®n, embelese, ¨¦xtasis; admiraci¨®n, embelese, ¨¦xtasis. Una vez declam¨¦ la ¨²ltima frase, me march¨¦ s¨²bitamente, sin darle oportunidad a que me diera ninguna indicaci¨®n porque ya sab¨ªa que el papel era m¨ªo. Pero se me olvid¨® mi paraguas de Peppa Pig y tuve que volver; pill¨¦ al director confes¨¢ndose con un ayudante: "?Era horrible! ?ten¨ªas que haberlo visto! ?Yo no sab¨ªa d¨®nde meterme!" Era obvio que estaba hablando de Mario Casas; volv¨ª a sentir pena por ¨¦l.