M¨¦xico: las mujeres torturadas del n¨²mero 16
Encuentro en la c¨¢rcel de Morelos del director de Amnist¨ªa Espa?a con cinco maltratadas por las fuerzas de seguridad. Un informe de la organizaci¨®n document¨® 100 mujeres en M¨¦xico en igual situaci¨®n
Escribo en el hotel not¨¢ndome sucio y me he duchado. Siento en m¨ª las palabras de Ver¨®nica Razo y de otras cuatro mujeres que visit¨¦ en el llamado Centro de Readaptaci¨®n Social n¨²mero 16, en el Estado de Morelos a unas dos horas y media en coche desde M¨¦xico DF.
Esta prisi¨®n est¨¢ en mitad de la nada, es el siglo XXII en un p¨¢ramo. Antes de poder sentarnos con esas cinco mujeres nos sometimos, acompa?ados por funcionarios que nos franquean con diligencia la entrada, a estrictos controles de seguridad dise?ados para confirmar una y otra vez tu identidad y en los que ten¨ªamos que ense?ar cuerpos y rostros a una c¨¢mara remota o a una m¨¢quina de rayos X. Puertas se abren y se cierran automaticamente a nuestro paso, y muros grises infranqueables y alambradas de p¨²as son el paisaje habitual de una poblaci¨®n de mujeres presas que no llega al millar. Es una prisi¨®n matrioska: una c¨¢rcel llena de c¨¢rceles y desde el interior de sus celdas las reclusas no pueden ver la puesta de sol. El lugar m¨¢s amable a la vista ¡ªcolumpios y toboganes para ni?os peque?os que permanecen junto a sus madres en la penitenciar¨ªa¡ª est¨¢ vac¨ªo.
Estas mujeres comparten tres hechos vitales: fueron torturadas por las fuerzas de seguridad, no han obtenido justicia por lo sufrido y enfrentan la posibilidad (casi la certidumbre) de pasar media vida en la c¨¢rcel acusadas de formar parte de la delincuencia organizada. Ver¨®nica, desde luego, es inocente. Lleva presa casi seis a?os y no ha visto nunca al juez que decidir¨¢ su destino o al abogado que lleva su caso. Hemos revisado su expediente judicial y no hay ninguna prueba contra ella. M¨¢s bien esas p¨¢ginas muestran c¨®mo la polic¨ªa mexicana trabaja en un modelo, a la vez rutinario y medieval, de investigaci¨®n policial: tortura a un inocente hasta que se declara culpable. Hombres armados y enmascarados la metieron en un galp¨®n y la torturaron asfixi¨¢ndola con una bolsa de pl¨¢stico y sufri¨® descargas el¨¦ctricas. Luego fue violada una y otra vez oblig¨¢ndola a firmar una confesi¨®n de culpabilidad. Dos a?os despu¨¦s de su detenci¨®n, psic¨®logos de la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica confirmaron que Ver¨®nica presentaba s¨ªntomas coincidentes con la tortura que dec¨ªa haber sufrido. Sigue en prisi¨®n a pesar de haber identificado a uno de sus torturadores, el que la miraba de frente y le hablaba al o¨ªdo mientras la amenazaba e insultaba. El torturador (llam¨¦mosle presunto) nunca fue interrogado; no digamos siquiera detenido.
Estas mujeres comparten tres hechos vitales: fueron torturadas por las fuerzas de seguridad, no han obtenido justicia por lo sufrido y enfrentan la posibilidad de pasar media vida en la c¨¢rcel
Esta vez Ver¨®nica no llora, vestida de marr¨®n penitenciario, con su n¨²mero de presa sobre el pecho, relata la indignaci¨®n ¡ªno el des¨¢nimo¡ª que le produce seguir en la c¨¢rcel mientras el juez se demora en practicar diligencias que le permitir¨ªan atisbar la libertad. Esta ma?ana Ver¨®nica luce bien ¡ªse ha arreglado el pelo con trencitas¡ª porque su familia ha venido de visita a la prisi¨®n. Su hijo, que ahora tiene 18 a?os, no ha podido ir a la universidad a causa de la carga econ¨®mica que el encarcelamiento de Ver¨®nica ha supuesto para la familia. Su madre ha dejado la casa y han vendido el coche y un peque?o local para poder apoyar econ¨®micamente a su hija presa.
Las otras cuatro mujeres se sientan juntas ante nosotros. Todas lloran al hablar, nos abrazan al llegar y nos despiden abrazadas. Son parte de cien mujeres torturadas en M¨¦xico por las fuerzas de seguridad que Amnist¨ªa Internacional pudo documentar en un informe el a?o 2016. El 93% hab¨ªan sido v¨ªctimas de golpes o palizas durante su detenci¨®n y el 41% fueron semiasfixiadas con una bolsa de pl¨¢stico. Se llaman M¨®nica Esparza, Yuritxi Renata Ortiz, Florencia Jovita Herrera y Magdalena Saavedra. Llevan a?os en prisi¨®n, ninguno de sus torturadores ha sido identificado y se han convertido, a la fuerza, en abogadas expertas en s¨ª mismas y escudri?an huecos y salidas a su situaci¨®n entre una mara?a de art¨ªculos de codigos procesales y penales, y as¨ª lograr, tambi¨¦n, que sus abusadores respondan ante la justicia por lo que han hecho. No s¨¦ si son inocentes pero s¨ª que fueron torturadas. Florencia es la m¨¢s indefensa, la mayor y la m¨¢s t¨ªmida ante nosotros: no lee ni escribe. Trabajaba como empleada dom¨¦stica cuando polic¨ªas municipales allanaron su casa acus¨¢ndola de haber participado en un secuestro. Estuvo 11 horas desaparecida junto a su nieto de 11 a?os al que tambi¨¦n se llev¨® la polic¨ªa. La golpearon durante horas mientras manten¨ªan a su nieto tendido en un colch¨®n. Los dict¨¢menes de los m¨¦dicos mostraban lesiones y moretones evidentes por el cuerpo. Delante de nosotros se queja todav¨ªa de fuertes dolores en el pecho.
Uno siente alivio cuando, al atardecer, abandona la prisi¨®n, pero tambi¨¦n congoja. Es una mezcla de tristeza e indignaci¨®n. La esperanza de poder encontrar la salida a este laberinto cruel radica en las manos de un hombre poderoso, Osorio Chong, secretario de Gobernaci¨®n, que amablemente recibe a la madre y a los dos hijos de Ver¨®nica Razo, junto a nosotros, al d¨ªa siguiente de la visita a la prisi¨®n. Se compromete a trasladar a Ver¨®nica a una c¨¢rcel m¨¢s cercana al lugar d¨®nde vive su abogado y su familia. Tambi¨¦n afirma que en 15 d¨ªas revisar¨¢ su expediente. ?Por qu¨¦ ha tardado casi seis a?os en hacerlo?.
Cuando va a a terminar la reuni¨®n entrego al secretario de Gobernaci¨®n un papel con los nombres de las cuatro mujeres presas y le pido que investigue las torturas y vejaciones a la que fueron sometidas. Cuando salimos el secretario Osorio Chong da la mano a la madre de Ver¨®nica y le desea suerte y fe. Termino el art¨ªculo y no logro desprenderme de este olor a sucio.
Esteban Beltr¨¢n es director de Amnist¨ªa Internacional en Espa?a.
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